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Entre las piernas

Momentos

Por: EL INFORMADOR

Escena de la obra ''El canto de los dolientes''. A. HINOJOSA  /

Escena de la obra ''El canto de los dolientes''. A. HINOJOSA /

GUADALAJARA, JALISCO (18/SEP/2010).- El sábado pasado fui a ver la obra El canto de las dolientes en Carromato (Prisciliano Sánchez 790), a cargo del grupo Teatro Rabinal, que este año está de manteles largos con la celebración de su 25 aniversario.

Ya tenía muchas ganas de darme una vuelta a este espacio impulsado por el grupo Thespis, porque es de esas inicitaivas civiles que me parecen super interesantes, estos chavos están apostando por ampliar las opciones para los creadores escénicos y en verdad me parece una acción digna de aplaudir... bravo, bravo.

Además, debo decirlo, me pareció que el foro es magnífico, pues hay posibilidad de ajustarlo a las necesidades de cada agrupación.

También tenía mucho interés por ver El canto de las dolientes, porque el trabajo pasado de Rabinal, Anamorphosys, me lo perdí a causa de la influenza, y pensé que podría ser una obra que me reventaría el corazón... creo que ya he dicho que lo que más me gusta es que el teatro me haga llorar.

Así pues, me lancé el sábado a ver la obra después de un caótico día en el diario; pensé que no llegaría y tendría que postergarlo una vez más, pero sí llegué.
Al entrar a la sala y una vez que me hube sentado en mi asiento, me llamó la atención el espacio escénico: me pareció sencillo y aunque no había empezado aún la obra, imaginé que las cuatro mujeres que se encontraban ya en sus lugares, estaban en una especie de purgatorio.

Antes de comenzar a hablar del montaje, del cual por supuesto que no haré una reseña, creo que es pertinente que diga que sólo hubo algunos momentos que atraparon mi atención. Lo siento, pero no logré conectarme al 100% con los personajes, me pareció que había altas y bajas en algunas de las actrices, y otras de plano nunca las vi crecer en el escenario.

En el primer momento de la obra, cuando todavía no sabía qué cuernos estaba pasando ahí, me dieron ganas de llorar. Y es que yo tengo el don de llorar como Magdalena ante cualquier mínima imagen de triseza, y si me pongo a escuchar a cuatro mujeres llorar a moco tendido, pues no me queda otra que acompañarlas en su dolor.

El hecho es que en ese momento pensé que la obra tenía futuro y que probablemente saldría en un mar de lágrimas. Después, poco a poco, me dí cuenta de que no sería así.

Hubo, eso sí, algunos momentos en los que me sentí conectada con la obra, aunque creo que nunca hice click con las actrices (Alondra garcía, Fernanda Castro, María Gutiérrez y Jireh Miranda).

Me gustó el momento del llanto, hasta se me ericó la piel; disfruté también cuando uno de los personajes escupió a otro; y me conmoví cuando la mano de una de las actrices fue sostenida largo rato por una mujer del público, que incluso acarició su cabello, como dándole consuelo. Gracias a esa señora por hacerme la noche.

No sé... pero tal vez yo no estaba de ánimo, porque me dí cuenta que hubo muchos espectadores que se sintieron conectados con las dolientes; pero lo que es a Lalo y a mí, no nos satisfizo.

Me pareció una obra larga, aunque después me dí cuenta de que no lo fue tanto.

Al final disfruté que hubiera llegado el final y me gustó el último comentario a cargo del director de Teatro Rabinal, Jorge Ángeles.

Sin embargo, recomiendo a mis tres lectores (bueno, a dos de ellos, porque el otro está en Mexicali) que vayan a ver la propuesta de esta agrupación (las funciones son los sábados y domingos, a las 20:30 y 18:00 horas, respectivamente). Al final de cuentas, lo importante es que cada persona tenga su propio criterio respecto al quehacer teatral de la ciudad. A mí no me encantó, pero ví gente feliz y conmovida.

¡Gracias por invitarme a ver teatro!

lexeemia@gmail.com

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