Suplementos | Hiroshi Yamauchi, quien convirtió una simple compañía en un gigante de los videojuegos El transformador Yamauchi El ex presidente de Nintendo, quien falleció el jueves pasado, convirtió una compañía que fabricaba cartas de baraja en un gigante de los videojuegos Por: EL INFORMADOR 22 de septiembre de 2013 - 01:13 hs Ejecutivo astuto, temible, visionario, arriesgado y hasta ''notoriamente imperialista'', así describen a Yamauchi. ARCHIVO / GUADALAJARA, JALISCO (22/SEP/2013).- Para las apariciones públicas y su día a día en el trabajo, el artículo infaltable fueron los lentes entintados. Su mirada opacada por las micas de color poseyó la visión para descubrir mundos mágicos y, aunque el semblante serio era su tarjeta de presentación, hizo posible la existencia de personajes tan emblemáticos Mario Bros o Kirby. Hiroshi Yamauchi fue, sobre todo, un hombre de negocios que demostró que no hay que ser un “el creativo” para marcar la pauta en la innovación. En su libro de vida, el capítulo dedicado a la Universidad de Waseda se cerró de un jalón en 1949 cuando su abuelo murió. Saltó algunas páginas y se topó de frente con la dirección de una empresa familiar que fabricaba naipes, desde entonces tuvo la determinación de transformar lo que de él dependía. Ejecutivo astuto, temible, visionario, arriesgado y hasta “notoriamente imperialista”, son algunos de los adjetivos que circulan en la red sobre este personaje y que cobran relevancia en notas de prensa desde el pasado 19 de septiembre, cuando se anunció el fallecimiento del hombre de 85 años de edad, 53 de ellos dedicados a dirigir el destino de Nintendo. Antes de que la compañía se convirtiera en la referencia obligada para hablar de la industria de los videojuegos, Yamauchi condujo a su empresa por apuestas hasta cierto punto inciertas, que tuvieron episodios como la incursión en renta de taxis, fabricación de sopas de pasta y hasta una línea de moteles; ninguno prosperó. Para 1966, su empresa aún mantenía líneas de producción de cartas con diferentes motivos. Entre sus jóvenes obreros una mente brillante se asomaba: Gunpei Yokoi, un chico de apenas 25 años que fue contratado para dar mantenimiento a una de las líneas de producción, fue creciendo en sus responsabilidades hasta que tuvo oportunidad de materializar la idea de un artilugio nombrado “Ultra hand”, una extensión de mano construida con el principio de una pinza. La idea maravilló al director de la compañía y así comenzaba la historia de una dupla que, como primer paso, formalizó una etapa de desarrollo de juguetes en la cambiante corporación. Rumbo a su consolidación. Para lograrlo, debía prevalecer la visión empresarial de Hiroshi Yamauchi, que consistía en crear equipos internos que trabajaran de manera paralela para que cada uno desarrollara artículos que fueran mejor que los otros. El mencionado joven Yokoi dirigía uno; el segundo, tenía como líder a Masayuki Uemura; y el tercero, a Genyo Takeda. Tras años de planeación y ejecución, el resultado de esta estrategia de competencia intestina derivó en la creación de juguetes revolucionados, es decir, las primeras plataformas de videojuegos firmadas por el sello Nintendo. Lo que seguía era incluir en los equipos a sujetos capaces de dotar de variantes a esas plataformas, crear historias y enganchar a las familias. El reto era grande, pero luego de unos años de coquetear con la bancarrota en 1977, Yamauchi conoce a Shigeru Miyamoto y contrata sus servicios, un lustro más tarde miles de familias en Japón y Estados Unidos se divertían con Donkey Kong, un juego inspirado en la historia de King Kong. Meses después apareció el popular personaje de Mario y otros con menos nivel de recordación pero igualmente exitosos en su tiempo como Kid Icarus y Metroid. Otra vez el talento de Yokoi se hizo presente al supervisar estas creaciones, más la idea de un juego donde más de una persona pudiera ser parte del reto: la primera plataforma multijugador. Aunque nunca fue responsable directo del desarrollo de los contenidos, finalmente Yamauchi fue el que auscultaba los talentos de quienes se creían capaces de construir métodos de entretenimiento fácil y asequible. “Él entiende a la gente y juega lo que juega la gente”, dijo el diseñador de videojuegos, Henk Rogers en alusión al otrora director de Nintendo. Los ochenta resultaron una década dorada para la compañía que lideraba, pero un reto grande surgía en el horizonte: el apetito de los consumidores fuera de Japón se estaba volviendo insaciable. Por iniciativa directa de Yamuchi, Nintendo estableció vías de contacto con los clientes que comprendían boletines periódicos dirigidos a los aficionados de la plataforma, revistas especializadas y líneas telefónicas de atención personalizada que 550 empleados se esforzaban por contestar hasta 150 mil llamadas en el lapso de una semana. Este clímax de las labores gerenciales de Hiroshi Yamauchi, ocurre a la par de una serie de constantes lanzamientos y renovaciones de consolas y nuevos títulos de juegos que con cada entrega renovaban el entusiasmo de los aficionados. Desde el lanzamiento del Family Computer hasta el Super Nintendo, ya en el comienzo de los noventa. “Los riesgos deben ser asumidos principalmente por los subcontratistas”, decía el mandamás y detallaba como sigue: El esfuerzo de Nintendo debe encaminarse a conservar el control estratégico de los desarrollos y salir avante de los problemas relativamente elegante y ágiles. Este credo se tambaleó, pero al final quedó firme durante los noventa, cuando las apuestas que él mismo impulsó, como el Virtual Boy, resultaron un desastre de ventas. Era ya el primer aviso del ocaso, pese a la aparición de la consola Nintendo 64. Destronado Todavía en 2000 a Yamauchi le gustaba señalar que mientras el recién aparecido PlayStation de la compañía rival Sony luchaba por acaparar los reflectores, el videojuego más vendido de ese año fue Pokemon. La segunda llamada sobre la urgencia de renovar la dirección de la empresa apareció en el año 2001. Nintendo anunció el lanzamiento de una nueva consola, la GameCube, que tuvo bajas ventas. Un año después, entregó la silla del puesto más alto de Nintendo a Satour Iwata, el primer presidente de la empresa que no era de la familia. En 2006, cuando la empresa recobraba un poco de su brillo por el lanzamiento de la consola Wii, Yamauchi apareció en la revista Forbes como el hombre jubilado más rico de Japón, con una fortuna calculada de dos mil millones de dólares. No jugaba videojuegos, pero hizo posible el nacimiento del emporio de las entretenidas aventuras en mundos fantásticos como Legend of Zelda. Poseía un equipo de beisbol en Seattle, Estados Unidos, pero jamás tuvo el suficiente interés para estar en el palco para ver a sus muchachos en acción. Temas Tapatío Videojuegos Nintendo Lee También 'Pollo' Briseño reapareció tras polémico penal en el Clásico Tapatío El arte, un reflejo crítico de la sociedad contemporánea Tapatíos en busca de oro en California “Los peruanos somos como personajes de Rulfo”: Diego Trelles Paz Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones