Jueves, 02 de Enero 2025
Suplementos | El maestro de liderazgo que termina vendiendo libros de autoayuda

El felizólogo y los padres de familia

''Yo soy su amigo y no voy a decirles mentiras'', es el profesor en paternidad, el maestro en liderazgo, el que termina su charla ofertando libros sobre autoestima

Por: EL INFORMADOR

Yo te voy a decir, yo te voy a enseñar, tú conmigo vas a aprender cómo educar niños sin violencia. ESPECIAL /

Yo te voy a decir, yo te voy a enseñar, tú conmigo vas a aprender cómo educar niños sin violencia. ESPECIAL /

GUADALAJARA, JALISCO (18/AGO/2013).- Emos, darquetos, mariguanos y hasta escatos son causa de la falta de valores en la familia mexicana. Lo jura, ante una treintena de padres y madres de familia, el profesor en paternidad, el maestro en liderazgo, el discípulo de los grandes de la superación personal.

Con esas cualidades se presentó, para romper el hielo en la junta obligatoria de la estancia infantil. Son las dos y media de la tarde. En la sala de la estancia ha caído un aire pesado, entre somnoliento y caliente. Sentados en sillas naranjas de preescolar, como párvulos en butacas de juguete, los padres guardan sus aparatos celulares. El profesor en paternidad suda abundante. Moreno, de modos formales y grande, tiene un aire de oso negro. Sobre sus 90 kilogramos de peso —y ha bajado como 20, presume—, exige que los que están bien lo digan con más fuerza y los que están mal no digan que están bien. Todos obedecen. “Yo soy su amigo y no voy a decirles mentiras”, persuade después.

La junta es la obligatoria mensual. El que no está aquí debería empezar a buscar nana porque su retoño será suspendido de la estancia, como sanción. Es por el bien de todos; al Seguro Social le ha dado por invitar gente para capacitar a los padres de familia que, ya se dijo, perdió todos los valores. El maestro recuerda el tema de hoy. “La aceptación del niño con discapacidad”.

Luego pone un ejemplo sencillo, para entrar en materia; una persona pasa en silla de ruedas por la banqueta de su casa. El hijo de usted, indiscreto que es, comenta con voz de bocina estereofónica: “Amá, ira un tullido”. ¿De quién es el problema? Del tullido, que se ofende.

El profe promete: él tiene la receta para que tu hijo tullido no se ofenda. Los líderes no se ofenden cuando alguien les recuerda que nacieron tullidos. Los líderes no caen en provocaciones cuando otro les mienta la madre en el tráfico. Los líderes no son víctimas de bulling, no porque evitaron la carrilla, sino porque no la oyeron.

Un aplauso solitario rompe el silencio en la sala de la junta. Una mujer de las primeras filas, que se emocionó —el profesor dijo antes que las primeras filas son para los valientes—.

Y ya hay nuevos términos, que tú no conoces, que nunca has oído, pero tus hijos manejan, dice el profe: ¿Quién sabe qué es el sexting? El especialista en liderazgo se ha quitado los anteojos y los frota, para secarles el sudor. Los progenitores pelan los ojos propios. En la sala hay una púber que vino a acompañar a alguien y que deja el celular, morbosa.

Los hijos sin valores (emos, darquetos, mariguanos, escatos y bullingmicos) suelen traer su celular muy afilado para tomar… para tomar… para tomar las nalgas de sus compañeritas de la secundaria. Claro, las niñas tampoco se saben sentar, como en mis tiempos, porque si supieran otro gallo les cantaría. Incluso hay algunas que hasta… Hace poco una de una secundaria de San Sebastian traía tres videos pornográficos en su celular. Imagínese usted. Tres: uno de pornografía de la normal, otro de pornografía con animalitos y el otro ni les cuento. Ahora: tú puedes decir, a mis hijos no les va pasar esto. Pero yo te digo: los padres de aquella niña decían lo mismo.

La púber no ha parpadeado. Los padres alrededor de ella tragan saliva espesa y reacomodan las sentaderas en los asientos naranjas. Una morena escultórica se muerde lo que le queda de uña del meñique derecho. Seguro todos acá están pensando que apenas vean a sus hijos les castigarán el celular durante el próximo lustro, sólo hasta que recuerdan que sus hijos tienen entre 45 días de nacidos y cuatro años de edad.

La sala bien iluminada está muda. El profesor suspira. Mira al cielo. Pregunta ¿Quién nos ha enseñado a ser padres? Ahora se va contra el Chavo del Ocho. Porque ¿quién era don Ramón, sino un desobligado? Quién era Quico: un sobreprotegido. Quién no se acuerda de las intrigas de la Chilindrina y de que el profesor Jirafales nunca pudo poner los límites.

Los límites, yo te digo que debes ponerlos. Pero ¿cómo? ¿Quién le ha pegado a sus hijos? La sala se ha relajado con el ejemplo del Chavo. Todos le han pegado a sus hijos.

Yo te voy a decir, yo te voy a enseñar, tú conmigo vas a aprender cómo educar niños sin violencia, niños con valores, niños triunfadores, líderes. A ver, vamos a hacer 10 respiraciones…

Son las tres y media de la tarde. El asesor de educación se despide, no sin antes dar a conocer la oferta del día: cinco libros sobre autoestima, liderazgo y educación de los triunfadores, a cambio de 200 pesos. Sus alumnos le aplauden, furibundos. Una fila de padres de familia se amontona a su alrededor, billete en mano.

En la banqueta, muchos han estacionado sus vehículos en los lugares que tienen un tullido azul, dibujado en el piso. Las pláticas en las estancias del Seguro Social son liberadoras.




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