Martes, 26 de Noviembre 2024
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El cine parlante de Valeria

No ver no es un impedimento para ir al cine y, aunque así ha sido siempre, se vislumbra un cambio a través de la audiodescripción para personas ciegas

Por: EL INFORMADOR

Valeria se declara amante de las películas y dice que siempre va al cine. PATRICIA MIGNANI  /

Valeria se declara amante de las películas y dice que siempre va al cine. PATRICIA MIGNANI /

GUADALAJARA, JALISCO (30/MAR/2014).- Valeria usa tacones de ocho centímetros, su bastón es gris con franjas de vinil rojo y es invidente. Dice que le gustó la película y que fue la primera vez que pudo ir al cine con sus amigos en la función que presentó el Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG) gracias a la Red Melisa, de la Universidad Carlos III de España, que trajo a México una película adaptada.

Esta es la primera vez que un festival de cine en toda América Latina ofrece una función con accesibilidad, a pesar de que el trabajo de audiodescripción se realiza desde los años 90; España como uno de los países pioneros.

Tiene cara de niña y cuando se emociona se ríe levantando las cejas y suspira entrecortado. Pasa los 30 y, aunque no quiere dar su edad exacta porque la coquetería se lo impide, cuenta que hace unos 15 años perdió la vista por completo por un glaucoma congénito.

Estuvo atendida desde los siete meses de vida y la mayoría del tiempo vio con el ojo derecho. “Para mí esa era mi vista normal y vi mucho, dibujaba, coloreaba, veía mucha televisión, jugaba videojuegos, basquet y corría”. Ya a los 16 asumió que su vida había cambiado.

Valeria Guzmán Díaz es una mujer ligada al arte, escribe poesía y cuento, canta y es psicóloga de profesión, aunque trabaja en la gestión cultural en pro de sectores en situación de vulnerabilidad, en la Secretaría de Cultura de Guadalajara.

Se declara amante de las películas y dice que siempre va al cine, aunque la mayoría de las veces lo hace sola. “Obviamente busco películas que estén en castellano y tengo que estar adivinando un montón de cosas. Sé que nadie más con discapacidad visual se va a aventar a ver si adivina. A veces vengo con amigas que ven o con mi familia. Pero generalmente no vengo con amigos con discapacidad visual, porque no todos son tan alocados”.

La técnica que ofrece la aplicación se basa en que una voz en off va relatando lo que sucede en la película en los momentos en donde no hay diálogos. En esta ocasión Valeria escuchó junto a sus amigos que una voz femenina relataba: “Una mujer corre por el bosque, es delgada, mide un metro 70, lleva ropa negra, ajustada y tiene cabellera rubia. La mitad de la cabeza está rapada”.

Incluso los títulos de la película estuvieron audiodescritos con una voz masculina que relataba los nombres de los actores y realizadores y una voz femenina que decía si en el fondo aparecían jeroglíficos o si había una foto, por ejemplo, de Margaret Tatcher. La aplicación también describe qué actor está interpretando a un personaje. Por el audífono se escuchaba: “La bruja está interpretada por Carmen Maura”.

“Ahora se me hizo muy padre venir con mis amigos que están en iguales condiciones que yo, y saber que estábamos disfrutando y muriéndonos de la risa y que, además, no estábamos adivinando, porque estaba la descripción. Eso fue muy bonito”.

La mujer con cara de niña dice que le hubiera agregado descripciones de los trajes y más descripción facial, pero que entiende que tampoco se puede marear con tanta descripción ya que la película estaba llena de diálogos, y comenta “eso me hubiera gustado a mí, porque soy muy visual, válgame la metáfora”.

Hoy, cuando se sienta en el cine con sus amigos, los que ven y los que no, disfruta llevando el ritmo de Las brujas de Zugarramurdi, película ganadora de ocho premios Goya y la segunda en ser adaptada para la audiodescripción y el lenguaje de señas.

Valeria compró un adaptador para cinco audífonos porque, sabiendo que no todos los presentes contarían con la aplicación y el equipo, previó compartir con el resto la experiencia.

Aunque la alegría de la inclusión es evidente en el público, la preocupación que se plantea es la de la accesibilidad económica. Valeria cuestiona el tema de manera abierta y se pandea emocionalmente entre la alegría de asistir por primera vez a una función incluyente y la necesidad interior de abogar por el derecho a la cultura de todo ser humano.

“En el cine convencional hay sonidos o algunas cosas que te orientan, pero hay espacios en blanco, espacios mudos donde no tienes esa percepción. Esto es algo maravilloso porque hoy no vemos un cine específico para personas con discapacidad, vemos un cine para todos”, comenta Héctor Figueroa Solano, del Consejo Estatal para la Atención e Inclusión de Personas con Discapacidad (Coedis).

Explica además que la película fue adaptada para dos discapacidades en tres modalidades diferentes: el formato accesible en audiodescripciones para ciegos, la lengua de señas para discapacidades auditivas y las subtitulaciones, con títulos para personas con discapacidad auditiva que tengan lectoescritura. En este último caso los diálogos aparecen con colores diferentes para identificar qué actor está hablando.

“Cuando fui a ver La pasión de Cristo, como mi arameo no es tan bueno, mi papá me tenía que describir muchas de las cosas y las personas en el cine se molestaban, le decían shhh, y yo me perdía muchas lágrimas que muchos derramaban por esta película”. Héctor dice que por primera vez en un cine pudo disfrutar a la par de toda la gente sin estar preguntándole a la persona de al lado.

Una de las personas en el público rescató el hecho de que la audiodescripción no involucra juicios de valor, porque describe objetivamente, experiencia que no sucede cuando un familiar o amigo les relata lo que pasa en la pantalla. Dice: “Por ejemplo, mi mamá es malísima para acordarse de los nombres y si me tiene que describir una escena me diría que está corriendo ‘el que habló recién’, en cambio la audiodescripción sí sabe cómo se llaman todos los personajes”.

Ángel, el ángel


Este hombre ha sido bautizado con el nombre correcto y ha puesto el mundo del cine a la mano de personas con discapacidad gracias a su trabajo. Ángel García Crespo es coordinador de la Red Melisa de Accesibilidad, de la Universidad Carlos III, de Madrid y es el responsable de la creación de la aplicación.

Confiesa que no tiene ninguna relación con personas con discapacidad pero que en el momento en que se dio cuenta de que un placer tan básico como ir al cine o al teatro no estaban a la mano de personas con discapacidad, fue un llamado de atención. “Si yo no voy al cine es porque no quiero o porque me da pereza, pero las personas con discapacidad no van al cine porque no pueden ir y a mí eso me pareció dramático. Que una persona no pueda disfrutar de una película porque hay un problema técnico no me parece lógico”.

El ingeniero que hace teatro y cine, comenzó a trabajar la aplicación desde hace unos siete años con un grupo de ocho colegas que dieron luz a una aplicación para teatro que se implementó en España desde hace casi cuatro años.

“Nosotros quisimos que fuera por completo incluyente y, como me pasó en España, que un hombre entre con un perro lazarillo y su bowl de palomitas al cine, que no interfiera y que cualquiera pueda ir al cine, porque la gente al día siguiente en el trabajo o con los amigos puede comentar la película y eso es importante”.

Ángel reconoce lo que muchos le plantean acerca de tener un dispositivo móvil para acceder a la aplicación y la exclusión económica que esto podría significar, pero dice que está convencido de que cada vez más personas tendrán un teléfono inteligente y que, igual que hace unos 10 años nadie tenía un celular, dentro de 10 años todos tendremos un smartphone.

La aplicación, que es gratuita, lleva el nombre Whatscine, y respecto a costos no incrementa demasiado el gasto, ya que lo necesario para una función es que en la sala haya una computadora que esté conectada a un router con Wi-Fi. Además el sistema permite que con un mismo router se de servicio de la aplicación hasta en ocho salas simultáneas, por lo que un cine de tamaño promedio podría tener películas adaptadas en casi todas sus salas.

“Desde el inicio pensamos que la aplicación siempre tiene que ser gratuita: la persona con discapacidad no tiene que pagar más por ir al cine, es de sentido común. No tiene sentido que nadie pague ni un centavo de más”.

La industria


“Ir al cine y comprar palomitas es un negocio, punto. Que la gente ciega también pueda hacerlo es más ganancia para el cine”, dice Ángel respecto a la estrategia que usa cuando se enfrenta con gente que le ha dicho que para qué iba a querer un ciego ir al cine. Él, consciente de los derechos de las personas con discapacidad, comenta esto y añade que al final son entradas que se venden, que es dinero que va al bolsillo de los distribuidores, del exhibidor y de todos los involucrados.

El costo de hacer este tipo de traducción en la película oscila entre tres y cinco mil euros, que es bajo en comparación con otros costos de producción y lo único que se hace es agregar una pista de audio a la cinta, “que no molesta”, comenta el creador.

“El volumen de producción depende de lo que quieran poner las productoras y lo que quieran poner los exhibidores en las salas y, lógicamente, que la persona con discapacidad vaya al cine, porque si después no va da un poco de lástima que se dedique tanto esfuerzo”.

La industria de Hollywood, que es la que más produce después de la industria india de Bollywood, no cuenta con políticas de interpretación para sus películas, por lo que si el país no provee de un marco que de importancia a las personas con discapacidad, legalmente es más difícil que las películas se traduzcan.

Ángel comenta que en España ya se están haciendo películas de Warner, de Fox y Paramount Pictures y que, aunque en Estados Unidos existe una regulación de que tiene que haber accesibilidad en la televisión, aún no hay políticas para cine, aunque sí existen algunos sistemas que dan accesibilidad a personas sordas y ciegas, pero por separado.

Un obstáculo es que la audiodescripción es un trabajo a contrarreloj, porque los intérpretes son los últimos de la cadena, se hace incluso después de post-producción, “a mí esas cosas me ponen nervioso”. Aunque entiende que también hay un problema de pirateo, y es normal que las distribuidoras se preocupen porque la película no circule demasiado. En el caso de producciones norteamericanas, hay una seguridad muy grande y se debe ir a sitios específicos para hacer la audiodescripción, pero la película no sale nunca de allí. “Es una tarea complicada pero luego es muy satisfactorio”.

El hecho de ser los últimos en la cadena hace que el estreno de una película se atrase. “Yo quiero que ustedes vayan a los estrenos, que es cuando a la gente nos gusta ir al cine. No me vale que vayan tres meses después y mientras más gente estemos haciendo esto yo espero que en pocos años se normalice”.

Valeria camina mejor en tacones que muchas de las mujeres que veo a diario y que andan sin bastón. Se preguntan entre los amigos ciegos “¿quién eres?” cuando se saludan mientras planean una salida al karaoke. Hoy Valeria también pudo ir al cine con sus amigos.

SABER MÁS


La aplicación

> “WhatsCine” convierte la sala de cine en accesible, pues permite a las personas ciegas escuchar la audiodescripción de la película sin interferir en el audio del resto de los espectadores, permite a las personas sordas ver los subtitulos y el lenguaje de signos a través de unas gafas especiales o su smartphone.

> Gracias a esta posibilidad se fomenta la inclusión, el ocio compartido y el acceso para todos a la cultura en igualdad.

> La aplicación también permite la emisión de publicidad interactiva por parte de la sala, facilitando así la promoción de futuras películas y ofertas especiales relacionadas con la sala y/o sus patrocinadores.

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