GUADALAJARA, JALISCO (18/MAR/2017).- En marzo de 1990, el boxeador mexicano Julio César Chávez luchaba por la unificación de los títulos súperligeros contra el entonces campeón invicto de la categoría, Meldrick Taylor, quien dominó la pelea hasta que faltando 16 segundos recibió el golpe que lo puso en la lona. Meldrick se levantó antes de la cuenta final, pero al no responder al árbitro, el mexicano fue declarado ganador y nuevo monarca. Era el inicio de su supremacía. Algo parecido pasó con el Nissan Tsuru.La historia del Tsuru comenzó en 1984, cuando Nissan necesitaba un coche que pudiese competir contra autos como el Volkswagen Atlantic, que fue nada menos que el primer Jetta. Desde entonces, el compacto nipón cayó en la gracia del consumidor mexicano que encontró en él un auto amplio, durable, de buen manejo, fácil y barato de mantener y con un consumo contenido de combustible. Era una mezcla demasiado perfecta para no funcionar. Y claro que funcionó.Desde esa fecha el Tsuru vendió nada menos que 2.4 millones de unidades en el país y se hizo el favorito del público más exigente cuando se habla de gastar poca gasolina, facilidad y costo de mantenimiento, además de buen espacio para cuatro y su equipaje: los taxistas. Hasta hoy, el Tsuru mantiene la mayoría de esas virtudes.En los años 90, con el arribo de rivales como el Chevrolet Chevy y el Hyundai Atos y para ser más competitivo, es decir, para contener su costo de producción y precio final al consumidor, el Tsuru fue sometido a una “rasurada” que le quitó equipo, algunos muy importantes como las barras de protección laterales y las estabilizadoras. La ausencia de un subcompacto forzó a Nissan a usar su auto compacto para luchar en un terreno que no conocía, mientras que una nueva generación del Sentra ocupó su lugar. Para un mercado que aún compra autos “por metro”, la idea de un coche mayor con precio similar, resultó irresistible. El Tsuru, por mucho años, fue el campeón de ventas en el país, pasó sobre sus rivales como lo hizo Julio César Chávez en su momento. El público aclamó a ambos con el mismo fervor. Y toda la justicia.El castigo del tiempoEl 6 de julio de 1996, el que es considerado el mayor pugilista mexicano de todos los tiempo, Julio César Chávez, fue duramente golpeado por su entonces oponente, Óscar de la Hoya. A sus 33 años de edad, no pudo con la juventud, fuerza y agilidad de su rival. Algo similar pasó con el Nissan Tsuru.Porque comparado a autos de hoy, el compacto nipón tiene menos espacio, refinamiento, economía y seguridad. Su motor de 1.6 litros con 105 caballos de fuerza, resulta suficiente para mover a sus menos de mil kilogramos de peso con gracia y buen desempeño. Pero las emisiones ya son un problema que no tardaría en surgir a superficie ante las cada vez más estrictitas normas impuestas por la autoridad en la capital del país. Este es el verdadero motivo de su retiro.Conducirlo hoy, es regresar 25 años en el tiempo. Es también percibir que el coche fue hecho en una época donde había que ofrecer más mecánicamente que hoy, aunque nada en términos de electrónica y estructura. Por eso, la suspensión independiente trasera es una virtud que hasta ahora no se ve en ninguno de los Sentra que lo sucedieron. El Tsuru se va a morir este mes de mayo próximo, cuando deje de ser fabricado en Cuernavaca, pero se lleva consigo el título de ser la mejor generación del Sentra jamás hecha. Sí, porque aquí se llama Tsuru, pero siempre fue Sentra en otros mercados, como Estados Unidos.Víctima de emisiones y de la mala imagen otorgada por pruebas de choque como las de LatinNCAP, donde recibió la menor calificación posible, es decir, 0 estrellas, el Tsuru es forzado a retirarse con más pena que gloria.Como Julio César Chávez en el boxeo, de haberse retirado a tiempo el Tsuru hubiera sido recordado como uno de los mejores autos jamás puestos a la venta en el mercado mexicano, mejor que todos los enemigos en su categoría. Hoy, muchos pensarán que ya se va tarde y algunos más fueron forzados a recordarlo como el protagonista de alguna tragedia personal o familiar, en lugar del campeón que un día fue.Cabe ahora a Nissan encontrar en el Tiida o en el Versa, un sucesor digno, así como Julio César Chávez Junior busca serlo. En ambos casos, les queda un enorme par de zapatos para ser llenado.