Deportividad sin excesos

GUADALAJARA, JALISCO (07/SEP/2012).- Un auto de nicho que se volvió de volumen. El Mazda MX-5 está incluido en el libro de los Records Guiness como el roadster de mayor venta en el mundo. Desde hace más de 20 años y con casi un millón de unidades vendidas, la actual generación del MX-5 (antes conocido como “Miata” o simplemente “Roadster”) conserva esos valores que lo han hecho un éxito: dócil manejo, diversión y sobre todo un precio asequible para su tipo de carrocería. Tendremos al MX-5 a prueba por varias semanas. En los primeros días, ya nos hizo capturar miradas y sacar algunas sonrisas.

Vale la pena recordar que el automóvil, por su habitáculo, no ha dejado de ser una celda que limita la convivencia con el exterior. Es por eso que la fascinación de sentir el viento sobre el rostro, o desplazarse en la noche con la temperatura ambiente, hacen del manejo de un convertible una experiencia excepcional. Pero un roadster –y vale la pena aclararlo–  no es sólo quitarle el techo al automóvil. Esta carrocería, para dos personas, ofrece una posición de manejo más baja que los autos tradicionales, además de que la disposición de las plazas se aloja lo más cercano posible al eje posterior. Su distribución de peso es mayor al frente. Si a ello se suma algo más de potencia al motor, la diversión está garantizada.

Como conductor o acompañante, hasta el menos entusiasta de los coches comprendería por qué algunos se vuelven fanáticos de esas sensaciones. La dirección es precisa y rápida, además que el curveo ofrece una experiencia distinta al tener la tracción en la parte trasera: se comunica más el sobreviraje a la hora de exigirle en una curva, un movimiento parecido al que sentimos de niños cuando el caballito del carrusel se movía hacia el lado interno del giro.

En la primera evaluación que realizamos al MX-5, aprobamos unánimemente su diseño. Si bien no es lo más vanguardista ni arriesgado, capta las miradas de la gente. Otro punto a favor es que, aún cuando puede volverse el centro de atención, no es un vehículo ostentoso. Ni la marca, ni una carrocería exageradamente musculosa, ni un motor con sonido grave y volumen alto, causarán que las miradas en el retrovisor le hagan ceder el paso. Es más bien un vehículo para disfrutar del camino, del fin de semana, por ejemplo. El espacio de cajuela es suficiente, y de hecho la gente de Mazda nos comentó que fue creado específicamente para alojar un bolso con palos de golf.

Su motor de 2.0 litros y 158 caballos, es suficiente para moverlo con soltura. La clave está en que pesa alrededor de 1,200 kilogramos. La caja responde bien, y nuestras primeras impresiones es que el modo secuencial no resta a la entrega de potencia. En las primeras pruebas que realizamos en el autódromo, el MX-5 aceleró de 0 a 100 km/ en 8.9 segundos.  No es un bólido, insistimos, pero por debajo de los 10 segundos en dicha prueba, es un deportivo.

Cuenta con todo lo necesario para disfrutarlo: asientos forrados en piel, un volante más pequeño, equipo de sonido Bose y algunos ajustes de comodidad que se agradecen. Rodar en el MX-5 por encima de un tope o un bache no es de preocuparse. El motor tampoco tiene ese torque exagerado para cansarse de la espalda por los movimientos abruptos. Por el contrario, el MX-5 es más suave y su ajuste está orientado a confort sin perder su capacidad y su estilo. En esta primera prueba, lo hemos llevado a nuestras actividades cotidianas, manejándolo en la ciudad, incluso bajo condiciones de lluvia. Nos hemos sorprendido gratamente de que podría utilizarse como el auto de todos los días, algo que, para un roadster –que normalmente se reserva para ciertos momentos de la semana– también es de llamar la atención. Su consumo promedio en ciudad, hasta ahora, es aceptable con 9.15 km/lt.

No es un CC, ni un descapotable. El MX-5 es un roadster de volumen: una tentación y posibilidad cercana de hacer del día una experiencia de manejo al aire libre.

EL DATO

El roadster más asequible

La versión de esta prueba es la única disponible en el mercado: Grand Touring 2012, con caja automática secuencial y techo rígido con cristal. Su precio es de 395 mil 500 pesos, lo que lo ubica en el mercado mexicano como el único roadster fuera del segmento premium (ante la despedida del Pontiac Solstice), y muy por debajo de los alemanes, cuyo precio ronda los 60 mil dólares.