Martes, 26 de Noviembre 2024
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De ladrillos y fotografías

El arquitecto mexicano, diseñador de grandes íconos nacionales murió justo el día de su cumpleaños 94

Por: EL INFORMADOR

Pedro Ramírez Vázquez fue de esas personas que vió cómo el siglo se desplegaba, para darle oportunidad de dejar su impronta. ESPECIAL /

Pedro Ramírez Vázquez fue de esas personas que vió cómo el siglo se desplegaba, para darle oportunidad de dejar su impronta. ESPECIAL /

GUADALAJARA, JALISCO (21/ABR/2013).- Cualquier persona que haya pasado por la Ciudad de México como turista se ha llevado un pedazo de Pedro Ramírez Vázquez en su cámara de fotos. Ya sea con una panorámica del Estadio Azteca, perpetuando el momento en el que se estuvo en la Basílica de Guadalupe o bien en un recorrido por el Museo Nacional de Antropología, el Museo de Arte Moderno o el Palacio Legislativo de San Lázaro, en todos ellos hay una parte del recientemente fallecido arquitecto.

Y no es que el arquitecto no hubiera podido realizar sus obras en otros países del mundo, porque de hecho lo hizo, pero es que la grandeza de sus diseños no le permitía hacer menos que obras magnas a través de las cuales ser recordado eternamente.

Pedro Ramírez Vázquez fue de esas personas que vió cómo el siglo se desplegaba, para darle oportunidad de dejar su impronta. Nació el 16 de abril de 1919 en la colonia Guerrero del Distrito Federal y para la longevidad que guardaban sus años calendario —murió en la semana justo el día de su cumpleaños 94—, sus diseños expresaban en el alma de cada ladrillo la parte más escandalosa de sus ideas, como si quisiera decir todo junto con sus obras, todo inmenso, todo memorable.

Egresado de Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Ramírez Vázquez admiraba al arquitecto y urbanista mexicano José Luis Cuevas Pietrasanta, con quien trabajó durante nueve años como dibujante y al también arquitecto y urbanista Domingo García Ramo, quien fue su maestro.

No muchas personas saben que su padre vendía libros en la vía pública, en lo que ahora es el Mercado de la Lagunilla. Allí los vendedores ambulantes no querían dejar la calle pero tampoco querían que se construyera un mercado. El padre de Pedro, a quien apodaban el “Levitas”, fue parte importante en la decisión final para que se construyera el espacio con comercios, ya que sus colegas lo conocían bien, le tenían confianza y cuando se enteraron de que su hijo era arquitecto y que estaría a cargo del diseño, cedieron ante la propuesta. Éste fue el primer mercado de los 15 que diseñó en la Ciudad de México, entre los cuales se encuentra también el de Tepito y el de Coyoacán.

Cuando se habla de que Ramírez Vázquez construyó a México no sólo se habla de la parte edilicia y de los monumentos, del concreto. También se habla de todos los eventos de los que fue partícipe, responsable y de los que, a través de su sola observación, construyó.

Como Ramírez Vázquez mantenía una fuerte relación con el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, el mandatario le asignó al arquitecto la presidencia del Comité Organizador de los Juegos Olímpicos de México 68, aunque en más de una declaración en vida ha dicho que ser funcionario es diferente a ser político y que, en las ocasiones en que le han asignado responsabilidades como la de los Juegos Olímpicos, siempre las ha asumido como arquitecto y no como político.

Más tarde, también entre las tareas que desarrolló como funcionario, fue Secretario de Asentamientos Humanos y Obras Públicas en el gobierno de José López Portillo.

El arquitecto que tuvo siempre un sentido humanitario fue rector fundador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y lo hizo con el fin de que ésta sea siempre contemporánea, como bien retrató en su lema “Casa abierta al tiempo”, como un legado de que las construcciones de deben adaptar a los tiempos que corran.

Fuera de México diseñó el Museo de la Civilización Nubia, en Egipto, El Museo de las Culturas Negras en Dakar, Senegal, el Museo del Comité Olímpico Internacional en Lausana, Suiza, así como el pabellón de México en la Exposición Mundial de Nueva York,  Bruselas, Seattle y Sevilla. El trabajo en la Exposición Universal de Sevilla fue una de sus últimas obras en 1992. Como proyecto de relevancia para la iglesia católica, diseñó la capilla de la Virgen de Guadalupe a un lado de la Basílica de San Pedro, en el subsuelo de la Ciudad del Vaticano, en donde se encuentran las tumbas papales.

La Virgen de Guadalupe es la única virgen de América a la que se le ha dado lugar en el altar mayor de la Basílica de San Pedro. Fue por decisión de Juan Pablo II, en 1983, que se autorizó la construcción de un templo a la Virgen por solicitud del cardenal Ernesto Corripio Ahumada. El altar es un bloque de plata apoyado sobre cuatro pilares en piedra del cerro del Tepeyac, cerro donde se apareció la virgen y la capilla fue inaugurada en mayo de 1992 por el papa Juan Pablo II.

En una entrevista que le hicieron para la revista Construcción y tecnología en concreto, hace cuatro años, Ramírez Vázquez declaró que la obra que a él más le gusta no es el Estadio Azteca, como muchos podrían pensar por la magnitud de la obra. En cambio ha dicho que su preferida era una “escuelita” de la cual que se han construido 35 mil establecimientos en el mundo. Se trata de un proyecto cuya estructura se basa en planteles metálicos de fácil y rápido ensamble que están presentes en México, India, Filipinas, Tailandia, Italia, lo que era Yugoslavia, en varios países de Latinoamérica.   

En sus últimos años su hablar se había vuelto más lento, pausado y la manera en que hilaba las palabras y las ideas se convertía en un laberinto de frases reflexivas y al mismo tiempo concretas.

A su funeral asistieron Raúl Salinas de Gortari, el fundador del Partido Verde, Emilio González Torres y el ex secretario de Educación Pública, Reyes Tamez Guerra, el empresario Nelson Vargas, los pintores Rina Lazo y Arturo García Bustos, el museógrafo Mario Vázquez, así como los arquitectos Luis Ortiz Macedo, Sara Topelson y Carlos Flores Marini.

Magdalena Zavala, directora del Museo de Arte Moderno, declaró que se prepara una exposición retrospectiva de la obra museográfica del arquitecto que ya estaba prevista y en la que el mismo Ramírez Vázquez trabajaba. La exposición se presentará en 2014 celebrando el aniversario número 50 del museo.  

El 16 de mayo se realizará un homenaje en el Museo Nacional de Antropología para resaltar la obra del arquitecto que abandonó su país natal a los 94 años. Una persona que tuvo la fortuna de dejar no sólo el recuerdo en los que lo acompañaron en la vida sino además recuerdos que quedarán registrados en alguna cámara de fotos que esté recorriendo el mundo.

Sobre el 68

En la revista Código de octubre de 2008 apareció una entrevista con Pedro Ramírez Vázquez, quien fue presidente del Comité Organizador de los Juegos Olímpicos de 1968, realizado en la Ciudad de México.

Ahí le preguntaron: “El programa de comunicación y diseño de las olimpiadas de México 68 se dio a la par de los dramáticos acontecimientos sociales y políticos en México y el mundo. En un clima de represión estudiantil, ¿cómo se vivieron los preparativos de la olimpiada, si muchos de los voluntarios y colaboradores del equipo eran estudiantes en ese momento?”

A lo que él respondió: “Fue la misma generación y eso fue lo que declaré acerca de Tlatelolco: fue la misma generación la que tenía por un lado la inquietud social y por otro lado la preocupación nacional de quedar bien delante del mundo, ese objetivo lo tenían todos los jóvenes. Cuando empezó la inquietud juvenil en Berkeley, en Stanford, en Berlín, en París, es mayo del 68. Yo ya tenía diez meses de estar trabajando para la Olimpiada, con 15 mil estudiantes en nómina, del Poli, de la Universidad, de todos lados. Ya estaban engullidos en el reto de la Olimpiada. Tenían esas dos inquietudes pero nunca las cruzaron, nunca. Trabajábamos en toda la ciudad y nunca tuvimos una pinta, nunca tuvimos un sabotaje de nada, cada quien estaba en lo suyo.”

Y sobre el Estado Azteca, el arquitecto le dijo a mediotiempo.com: “Todo partió de amigos de la misma generación de profesiones y trabajos diferentes. Junto con mi hermano Miguel que era entonces dueño del Necaxa, Guillermo Cañedo, muy amigo del “Tigre” (Emilio Azcárraga) que también formaba parte de este grupo, en pláticas de amigos surgió por parte de Guillermo Cañedo, la gran oportunidad que representaba el organizar una Copa del Mundo, pero las exigencias entonces eran de tener mínimo un estadio de 100 mil gentes. Cumpliendo ese requisito se podría promover que México organizara un Mundial, por sus amistades con la FIFA y mi amistad con Havelange que además de ser Presidente de la FIFA era miembro (como el propio Pedro Ramírez) del Comité Olímpico Internacional”. Una característica que cuidó mucho fue la ubicación de los palcos, que con su preventa estuvo planeado que comenzara la construcción:  “Quisimos que el público de los palcos tuviera una ubicación tal y una apertura tal que se sintieran inmersos en el público general, no en un cuarto aislado como son los del Jalisco. Por eso es que en los palcos, la primera parte de los asientos es totalmente abierta”. El estadio fue inaugurado en mayo de 1966.

El Museo Nacional de Antropología, en sus palabras: “Es el concepto de un templo; la gente llega en grupo y cuando entra a la sala Mexica todo mundo baja la voz y se calla porque le impone ver que allí hay una especie de templo que representa el pasado, y nuestro pasado merece respeto”, de acuerdo con la cita de la revista del Instituto Mexicano del Cemento y del Concreto.

Y sobre la Basílica de Guadalupe, ahí mismo dijo:  “Ninguno de los millones de fieles que acuden a la Basílica de Guadalupe se puede quejar de que no pudo rezar frente a la virgen y persignarse frente a la imagen, y eso se debe al diseño.”


Tapatío

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