Con sabor mexicano

SALAMANCA, GUANAJUATO (10/MAY/2014).- México ya conoce el nuevo Mazda3 desde finales del año pasado. Pero sólo los canadienses y estadounidenses conocían la versión hecha en nuestro país, con motor 2.0 litros. Para saber cómo está hecho y de qué manera se comporta, la marca organizó un viaje de 4,100 kilómetros de longitud, entre la fábrica de Salamanca a las oficinas de Mazda en Toronto, Canadá. Enseguida, les narramos el relato de esta aventura.

Salamanca - El inicio

A las afueras de Salamanca, Guanajuato, se oye el tren por la madrugada. Ésa fue la primera alarma que nos despertó en esa pequeña ciudad en franco crecimiento empresarial, donde la visión de negocios es tal que los hoteles ya incluyen canales de televisión japonesa.

Uno de esos negocios recientes es la planta automotriz de Mazda, inaugurada apenas en febrero pasado. Allí aguardaba una fila de autos rojos que a simple vista no tenían ninguna diferencia con el Mazda3 japonés que llegó en diciembre a conquistar suelos mexicanos.

Pero en realidad se trataba de los primeros modelos de producción hechos en México para el mercado nacional, impulsados por un motor más ligero Skyactiv-G de 2.0 litros, con la firme promesa de abaratar costos y hacerlo más frugal.

Y para probarlo, el carro recorrería toda la región norteamericana desde su lugar de nacimiento hasta Toronto, Canadá: cuatro mil 100 kilómetros en seis días.

Con 155 caballos de fuerza y 150 libras-pie de torque, el modelo se ofrecerá en dos versiones. La primera es la i, la más sencilla, e incluye control dinámico de estabilidad; botón de encendido; frenos de disco con ABS: bolsas de aire frontales y sistema eléctrico para controlar espejos, cristales y seguros.

La segunda es la i Touring, con todos los básicos más algunas amenidades de lujo como pantalla táctil a color de siete pulgadas; quemacocos y rines de aluminio, entre otras cosas. Ambas están disponibles tanto en transmisión manual como automática desde el 1 de mayo.

El primer día nos sumamos a la aventura desde muy temprano, y entre las versiones alineadas en esa fila escogimos la de más alta categoría: un Mazda3 i Touring transmisión automática, sedán.

Nuestro primer destino fue Monterrey. Para ello bordeamos Querétaro; San Luis Potosí y Matehuala, para finalmente encaminarnos a la Sultana del Norte, vía Saltillo.

La comodidad de los múltiples carriles de la autopista nos permitió jugar un poco con el carro, que mostró carácter a la hora de arreciar y lució su bonita línea en color rojo tinto.

Tras casi siete horas de camino —con algunas escalas, por supuesto— disfrutamos de la experiencia con una cabina cómoda tanto para el conductor como para el copiloto. El clima de Monterrey fue clemente con nosotros y al caer la tarde, un agradable viento nos cobijó antes del descanso.

¿Siguiente parada? San Antonio, Texas.

Monterrey a San Antonio – Monotonía y buenas carreteras

San Antonio, Texas. Una gran ciudad del sur de Estados Unidos con una importante población de origen hispano, a la que llegamos luego de un recorrido de más de seis horas con algunas escalas y garita incluida.

Y si pensábamos que la autopista México-Monterrey era recta, tras circular por la vía Monterrey-Laredo para cruzar la frontera, vimos lo que realmente significa estar frente a un paisaje que nunca cambia. Parecía una pintura. Mejor dicho, una fotografía en el parabrisas con un carretera recta extendiéndose hacia el horizonte.

Es necesario aclarar que las carreteras son mejores del lado estadounidense —batallamos un poquito con la superficie de rodamiento en México— pero eran más monótonas.

En la ruta nos encontramos con dos puntos de revisión de migración y dos retenes en México —del Ejército y de la Policía Federal— que nos entretuvieron más de lo previsto. Precisamente, uno de los lugares donde más nos retrasamos fue al cruzar el área de migración, aunque se agradece la amabilidad de los oficiales en comparación con sus homólogos de los aeropuertos.

Entre peras y manzanas, el Mazda3 se mostró impaciente durante los lapsos de espera, y cuando finalmente le soltamos la correa, hizo lo que mejor sabe hacer: correr. Nuestras sospechas iniciales se confirmaron aún más: el carro se aferra al pavimento y responde honorablemente con su caja de transmisión de seis velocidades. Nos sentimos orgullosos de ser los primeros en llevarlo a tierras estadounidenses.

San Antonio tiene poco más de dos millones de habitantes en su área metropolitana y es una ciudad antigua, cuyo origen está en las misiones que llegaron a territorio americano durante la Conquista Española.

Una de sus mayores atracciones es el River Walk, un paseo por un río artificial en el centro de la ciudad que además posee un centro comercial, así como numerosos restaurantes, tiendas y hoteles. Dimos un recorrido “exprés” y luego echamos un ojo por lo que queda del Álamo, la antigua misión franciscana que fue clave en el desarrollo de la Revolución de Texas, cuando esta región se separó de México en tiempos de Antonio López de Santa Anna.