Bellas Artes, palacio de historia y cultura

GUADALAJARA, JALISCO (02/NOV/2014).- Un tesoro no se mide por su brillo, o su rareza. Se mide por aquellos instantes que atesora. Esos recuerdos que crea. Esos momentos que forja. Y un tesoro que reúne todo lo anterior y mucho más es el Palacio de Bellas Artes.

En su definición más académica, el Palacio de Bellas Artes es un edificio construido en el Centro de la Ciudad de México a finales del Porfiriato.

Su arquitectura se apega a la tendencia de la época que buscaba emular los estilos europeos. Porfirio Díaz le encargó su construcción a Adamo Boari, quien llegó al país en 1899 para trabajar el edificio de correos, y terminaría creando un edificio cuya figura es determinante en el horizonte capitalino.

 La sede sería el terreno donde alguna vez estuvo el Teatro Nacional de México, que fue demolido para dar paso al nuevo proyecto que entremezclaría los estilos art nouveau y art decó. El arquitecto viajó para estudiar los teatros en Europa y Estados Unidos y crear un inmueble digno de la celebración del Centenario del Inicio de la Independencia de México, como lo planeaba el presidente.

Pero las cosas no serían tan sencillas. La nación entró en una etapa de revueltas sociales que fueron demorando los avances, y finalmente se detuvieron las obras por la Revolución, además el arquitecto abandonó el país.

Tuvieron que pasar casi veinte años para que Federico Mariscal retomara la construcción, a comienzos de los años treinta.
 
La inauguración se llevó a cabo en septiembre de 1934, con una La verdad sospechosa, obra del escritor novohispano Juan Ruiz de Alarcón. Fue entonces cuando tomó el nombre —bien ganado— de Palacio de Bellas Artes.

Las presentaciones destacadas

A lo largo de sus 80 años de historia, el palacio, considerado como la máxima casa de las artes en el país ha sido sede de inigualables presentaciones de artistas de talla mundial.

Célebre fue la participación de la soprano María Callas, quien debutó en 1950 con la legendaria obra Norma. En el recinto también cantó por única ocasión en su vida Rigoletto, con dos funciones.

Otros cantantes de ópera como Luciano Pavarotti o Plácido Domingo han dado memorables recitales, al igual que el cellista ruso Mstislav Rostropóvich o su compatriota bailarín,  Rudolf Nureyev.

Pero el Palacio de Bellas Artes no sólo ha albergado manifestaciones de la música culta. La tradición vernácula mexicana en Bellas Artes nació con Lola Beltran, la primera cantante que hizo lo propio con un mariachi en el palacio.

Fueron casi veinte los conciertos que tuvo, y en su momento no faltó la polémica con críticas que argumentaban que ese no era el perfil que se pensó para la sala principal. Juan Gabriel es otro de los cantantes de música popular que han llenado la sala. Incluso el popular grupo de comediantes argentinos Les Luthiers han tenido fechas en el lugar.

 Sumado a las históricas galas que han tenido lugar en el palacio, un momento estelar fue en 1987, cuando la Unesco declaró el inmueble como monumento artístico, reconociendo su valor al interior y exterior del recinto, Un tesoro cuyo valor es incalculable en lo materia y cultural.

Más que una fachada

El interior del Palacio de Bellas Artes es sede de dos museos: el Museo del Palacio de Bellas Artes y el Museo Nacional de Arquitectura. En ellos hay exposiciones temporales y permanentes, pero sin duda uno de los atractivos más llamativos para los visitantes son los murales que visten los pasillos y las escalinatas del palacio.

 Los más grandes representantes del movimiento muralista mexicano trabajaron en el lugar para plasmar su legado: David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera y el zapotlense José Clemente Orozco. Los artistas Rufino Tamayo y Roberto Montenegro también tienen obras en el palacio.

 Las salas que ocupan los museos tenían el objetivo de ser salones de fiesta, en el plan original del arquitecto Boari y a petición de Porfirio Díaz. El edificio también cuenta con salas para eventos, más allá de la sala principal con un aforo de casi 1700 personas.

La Sala Manuel M. Ponce es la segunda en tamaño: se trata de un amplio salón dedicado igualmente a los recitales, presentaciones y demás actividades culturales. Su nombre es en honor al compositor mexicano. Una sala menor lleva el nombre del arquitecto original del proyecto, y es la Sala Adamo Boari, con funciones más reducidas a presentaciones de libros y conferencias.

 En el exterior del recinto destacan las esculturas en mármol, como la triada La Armonía, La Música y La Inspiración, del escultor Leonardo Bistolfi. Este conjunto escultórico hace juego con la fachada de mármol, el material principal del edificio. En la parte superior se halla un conjunto de esculturas en bronce, creación del artista húngaro Géza Maróti.

Desde el mes de septiembre y hasta el próximo enero hay una exposición en honor al centenario del natalicio de Octavio Paz, poeta mexicano galardonado por la Academia sueca con el Premio Nobel.

EL DATO

Lugar de despedidas

 * Al ser la casa mexicana de las bellas artes, este palacio ha tomado el rol de capilla de velación para los ciudadanos ilustres. Por ejemplo, mujeres como la pintora Frida Kahlo o la cantante Chavela Vargas tuvieron a Bellas Artes como sitio para el último adiós de sus familiares, amigos y público en general.    

* Recientemente el escritor colombiano con muchos años viviendo en México Gabriel García Márquez tuvo sus exequias en el palacio.

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