Artes Plásticas

GUADALAJARA, JALISCO (14/AGO/2010).- Una de las corrientes por las que suelen con mayor frecuencia dejarse arrastrar los cultivadores, y particularmente las cultivadoras, del arte pictórico en nuestro medio, es sin duda la que apunta hacia la recreación de mundos fabulosos, mitologías personales e invenciones fantásticas, en los cuales se presume una desbordada imaginación, respaldada casi siempre por una sólida y peculiar destreza descriptiva de todo género de figuras y formas realistas y caprichosas.

Esta tendencia ha estado presente a lo largo de toda la historia de la pintura; sin embargo, fue en el siglo pasado cuando llegó a erigirse como una escuela, llamada específicamente surrealismo, la cual produjo imágenes que causaron perplejidad, dado lo absurdo de su apariencia y obscuro de sus  significados; situaciones que como todo, se fueron desgastando, perdiendo su impacto y volviéndose cada vez tan comunes y corrientes como insignificantes y tediosas, a base de su  reiteración, puesto que  pretender fincar el arte, una y otra vez, en el concepto de lo insólito resulta a la postre bastante limitado.

Sin embargo hay quienes insisten en emplear una únicamente, como vehículo de su  capacidad,  estas fórmulas del realismo fantástico, que casi siempre están muy lejanas de constituir el fruto de un verdadero impulso liberador del subconsciente, o ser originales  expresiones plásticas impregnadas de mágico lirismo, y sólo constituyen un manierista y cansino modus operandi et vivendi.

Cuando alguien pues se encuentra con muestras de estas socorridas corrientes pictóricas, tal como acontece ahora en los salones dedicados a estos menesteres en el Exconvento del Carmen de esta ciudad, yo le aconsejo que tome una actitud precavida, que observe con atención y saque sus propias conclusiones respecto a si aquello que ve expuesto le parece un alarde de puros malabarismos formales, o si por el contario, el expositor o la expositora han logrado dar en el clavo de la creatividad, mostrando nuevos rostros  de la realidad, o inventando atrayentes conjuros plásticos que enriquezcan su sensibilidad.

Bajo estos presupuestos juzgue pues cada quien la obra de los jóvenes y reconocidos maestros Carlos Larracilla, Roberto Carlos “El Tan” y Rita Vega, quienes denominaron conjuntamente sus obras como “Fantasmas Expuestos”, y quienes, y en esto seguramente todos estaremos acordes, se  caracterizan por el admirable rigor y pulcritud de su técnica dibujística y pictórica, mediante la cual logran recrear realidades, fantasmagorías, espejismos y apariencias de manera lapidaria y exacta, aunque abierta hacia diferentes horizontes, propósitos y niveles. Aquél, por ejemplo, para lograr inquietantes imágenes, insólitas asociaciones y sugerentes, ambientes oníricos; “El Tan”, inventando paisajes quiméricos o realizando minuciosas paráfrasis de obras maestras de Jerónimo El Bosco, de cuya iconografía se apropia para recrear en uno y otro caso, personales visiones lúdicas cargadas de acido humor; y la joven, mostrando una galería de retratos ficticios, enmarcados por peculiares simbologías.


Otro expositor también sujeto al juicio de los visitantes; es un boliviano, debutante aquí, de nombre Marcelo Zuaznábar, quien igualmente se decanta por estas vertientes de lo ilusorio, abriendo ventanas a las “Visiones de un Apocalipsis”, en lienzos de amplias dimensiones sobrecargados de toda laya de imágenes, cifras y alusiones mágicas y religiosas; son las suyas composiciones abigarradas que oscilan entre retablos populares y elaboradas presencias metafísicas, pero siempre sólidamente estructuradas y seguramente, plenas de mágicos y misteriosos significados.

En nada desentona junto a los hasta aquí mencionados, en cuanto a la destreza para el trazo exacto y vena imaginativa, la muestra titulada “Espectáculo e Insignificancia”, original del maestro Dale Kaplan, quien en sus composiciones de impecable factura da vida a realidades concretas, describe con primor, lugares,  ambientes y personajes determinados y ampliamente conocidos de nuestro entorno político, cultural, social y religioso, y emplea todo ese bagaje formal a manera de panfleto plástico, con la intención de provocar un choque anímico y despertar airadas o complacientes reacciones de parte del espectador, que según su criterio, ya sabrá si desea engancharse y recoger o no el guante con que el pintor lo desafía.

Finalmente, dentro de esta fiesta de lo real imaginario, yo destacaría a contrapelo, la exposición “Absolutamente nada. No 2”, original del joven Luis Gutiérrez, quien como desesperado parece andar buscando, sin encontrarlo, el cauce formal más adecuado para dar pábulo a sus irrefrenables ímpetus pictóricos. De ahí que toque a un tiempo, al menos en esta exhibición, una amplia variedad de figuraciones y desfiguros, de tendencias y corrientes, desde clasicistas hasta conceptuales, pero siempre y pese a esa apariencia caótica, demostrando buen oficio, sólido talento y promisorias posibilidades expresivas que podrán concretarse sin duda mediante toma de tranquilizantes que sosieguen un poco su por ahora agitado espíritu.