Con la incursión armada del ejército ruso en territorio ucraniano, el escenario geopolítico sufrió un cambio radical que parece no tener solución diplomática, por lo menos en el corto plazo; además, el clima en el que circula la información a nivel global inspira poca confianza en cuanto a conocer de forma certera lo que acontece en una región del mundo donde el número de muertos se incrementa con el paso de las horas, lo mismo que los discursos propagandísticos.En entrevista con EL INFORMADOR para abordar algunas cuestiones en torno al conflicto, Sergio Espinoza Cruz, consultor en materia de comercio internacional y asuntos públicos, señala que “tiene raíces históricas muy profundas, pues Ucrania -y otros territorios- formaron parte del imperio ruso, en el que existían numerosas nacionalidades y lenguas; es decir, siempre hubo conflictos”.Lo que no se debe olvidar, enfatiza el especialista, “es que al final del día, se trata de una invasión militar que contraviene el Derecho Internacional. Como en todo conflicto bélico, no hay un bando cien por ciento bueno y uno cien por ciento malo; lo que hay son posiciones políticas en conflicto. Soy positivo al pensar que, eventualmente se alcanzará una solución diplomática, y si acaso el escenario de la guerra escalara, estaríamos en una situación que no vivíamos desde 1945. Hay que tratar de comprender el contexto”.Profundas raícesEn estos términos, explica el maestrante en Política Global y Estudios del Pacífico, “cuando se constituye la Unión Soviética (URSS), todas estas repúblicas que se alinearon territorialmente a ella, comienzan a tener problemas con el fin de la Guerra Fría y después de que la propia URSS se desintegra. Así, cuando las naciones de Occidente comienzan a dialogar con estos países y reconocer sus independencias se reconfigura el orden global, y en eso Estados Unidos tuvo un papel de gran importancia”.En aquella época, establece el especialista, “los esfuerzos para la construcción de una arquitectura de seguridad, en ningún momento consideraron seriamente la posibilidad de otorgar un rol importante a Rusia, y con el tiempo la nación se endureció y construyó una zona de influencia alrededor, con las repúblicas que surgen tras la desintegración soviética, para defenderse de la amenaza de Occidente”.Cercanía con OccidenteComenta Espinoza Cruz que, tras la caída de la URSS “el régimen que se constituyó en Rusia no ha sido muy democrático, a pesar de que de manera formal lo sea, aunque en el fondo de comporte como una autocracia. Y el tema con Ucrania empezó a escalar a partir del año 2000, cuando surgen los primeros conflictos civiles en ese país por la falta de libertades, las persecuciones a periodistas; esto, finalmente estalla en 2004-05, cuando las protestas llegan a las calles de Kiev y otras ciudades, pidiendo la dimisión de Víktor Yanukóvich, entonces primer ministro”.Yanukóvich había sido declarado ganador en las elecciones pero las sospechas de fraude desataron lo que se conoció como la “revolución naranja”, recuerda el también licenciado en relaciones internacionales, “para cuando se instauró un gobierno, institucionalmente era cercano a Occidente, tanto que se platicó acerca de establecer un Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea, lo que alertó a Putin”.Crimea y lo que vinoContinuaron los conflictos cuando se vuelve a presentar Yanukóvich a las elecciones, en 2010, “y se agravaron hasta casi generar un clima de guerra civil; los grupos separatistas del este de Ucrania (pro rusos) lanzan su ofensiva en busca de la autonomía para su región y ese desorden lo aprovecha años después Rusia para, ilegalmente, invadir en 2014 la península de Crimea y la zona de Sebastopol. Tras concretar sus planes, se firmó un armisticio en Minsk, pero esos acuerdos Rusia jamás los respetó y comenzó a financiar a los grupos separatistas de las provincias de Donetsk y Luhansk”.Todo esto “fue escalando”, explica Espinoza, “hasta que llegamos al día de hoy, cuando Putin decide de manera unilateral -y en contra de las normas del Derecho Internacional- lanzar un ataque contra Ucrania para deshacerse, de una vez por todas, de la posibilidad de que se acerque a la Unión Europea y, sobre todo, a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN); esto porque lo que busca es establecer una zona de influencia pro rusa”.Incoherencias y expansionismoAnte un mundo que se ha complejizado mucho desde 1991, afirma Espinoza, “muchas naciones -como Estados Unidos y otros países occidentales- se siguen comportando como si no hubiera cambios desde entonces. Hay especialistas, entre los que me incluyo, que señalan que no ha habido una voluntad real para construir una arquitectura de paz donde todos los países tengan el mismo peso decisorio. En esa ‘mesa’ deberían ser consideradas Rusia y China, pero se han sentido siempre ninguneadas y vilipendiadas por Occidente”.Y en este orden de ideas, Occidente -detalla Espinoza- “no ha sido coherente, pues entre las naciones que lo conforman también existen roces; Estados Unidos ha tratado mal a sus propios aliados y ha generado eso resentimientos que no son fáciles de superar, y su propia dinámica política no ayuda tampoco, basta ver la polarización actual en ese país, exacerbada durante el gobierno de Trump, algo que ha sido un problema para su política exterior en los últimos años”.Con todo, no debemos pasar por alto que “el objetivo principal de Putin” con esta operación militar “es derrocar al gobierno de Volodímir Zelenski y colocar autoridades que sean afines a Rusia, y eventualmente conectar las regiones de Donetsk y Luhansk con Crimea y poder establecer un puente, a través del Mar Negro, con la República de Moldavia, para así poder ‘cortar’ el acceso de Ucrania a la costa. Es un propósito muy expansionista, pero alimentado por el modo en cómo se han dado las negociaciones con los aliados occidentales”, enfatiza el especialista.El conflicto y nuestro paísAhora bien, aunque el gobierno federal mexicano ya se ha pronunciado en torno a la invasión de Rusia a Ucrania, a través de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SER) y las declaraciones del presidente en la mañanera, comenta Espinoza que “se aprecian ya algunas afectaciones, como el aumento del precio en los energéticos, a lo que se suma el proceso inflacionario que venimos arrastrando desde 2021”.Ante esto, establece el consultor en temas internacionales, “la expectativa era que este año continuaría con tasas un poco elevadas de inflación, pero ante este panorama de incertidumbre no sabemos si seguirán creciendo o cómo se comporten. Por lo pronto, que aumenten los precios en los energéticos afecta la política de México en materia internacional, lo cual es muy importante para López Obrador”.Lo anterior, detalla el especialista, porque aunque “se podrían tener mayores ingresos fiscales con la venta de productos refinados del petróleo, pero al mismo tiempo está la posibilidad de que el descontento popular se manifieste, porque la población es muy sensible al precio de la gasolina, por ejemplo. Entramos en un territorio de cierta incertidumbre que afectará a México política y económicamente”.China y ¿aliados?Si bien China ha jugado un papel moderado a pesar de rechazar la intervención rusa, uno podría preguntarse por los verdaderos aliados de Rusia, los cuales serían “Bielorrusia, la República de Moldavia, quizá algunas repúblicas del área del Turkestán, afines al gobierno de Putin, serían los únicos que se manifestarían abiertamente en favor de la invasión”, dice el especialista.Ahora, explica Espinoza Cruz, lo que China hace es “jugar un doble papel” en este conflicto, y no debemos olvidar que “está disputando la supremacía económica (y militar) en el área de Asia-Pacífico a los Estados Unidos, incluso más que Rusia. China sí tiene, económicamente, el poder suficiente -y mayor atractivo cultural- para convertirse en actor influyente a nivel global, como lo hizo Estados Unidos. Claro, a China le interesa hacer negocios y por ello actúa con cautela, pero también las alianzas le convienen, ante un eventual conflicto bélico”.Papel de los mediosEn lo concerniente al papel que han jugado los medios de comunicación en este conflicto, la opinión de Espinoza es que “tratan de manera muy superficial los temas; claro, en la mayoría de los casos hablamos de unidades de negocio que venden notas, pero el periodismo tiene una labor esencial en cuanto a narrar los hechos ante el mundo”.Es por esa razón que, destaca el especialista en temas internacionales, los medios -en especial los electrónicos- “deberían ser más incisivos para explicar a fondo, dilucidar el contexto, sobre todo porque tratamos con cuestiones lamentables que vulneran el derecho internacional y, de esa forma, se necesita comprender por qué suceden las cosas”, algo que en muchos medios, “al menos en el caso de México, no cumplen”.Hay que esperarFinalmente, si somos optimistas, aspirar a “una solución diplomática” es cosa -destaca Espinoza- “que depende mucho de lo que consiga la ofensiva rusa; si debilitan al régimen de Zelenski pronto, la posición de Putin se fortalecerá ante una posible negociación, incluso frente a las naciones de la OTAN, que deberá estar presente en ese proceso. Habrá que ver hasta dónde resiste Ucrania, pues por ahora Occidente se ha limitado a sancionar económicamente a Rusia”.Y, además, un detalle a considerar es que, puesto que a Rusia le ha funcionado en redes sociales, “la propaganda es un recurso presente en todos los conflictos bélicos en la historia; sabemos que Estados Unidos -sobre todo en México y Latinoamérica- no tiene buena prensa. Creo que el régimen ruso ha jugado bien sus cartas; pues al final del día se trata de construcciones narrativas que perduran en la memoria de las personas. Al final, la guerra se juega en diversos escenarios, y la propaganda es uno de ellos”.