Sofía comenzó a tomar alcohol a los siete años. Así se convertía en una persona “segura”: dejaba de ser la niña tímida que no sabía cómo convivir.Sin embargo, cada día fue perdiendo el control. “Nunca supe detener mi forma de beber. Desde muy pequeña consumía hasta quedarme tirada. En ese tiempo estudiaba y dejaba de entrar a clases… me gustaba la reacción que sentía con el alcohol”.Como consecuencia, Sofía replicó con sus hijos la violencia que padeció durante su infancia. Sentía que todo estaba perdido hasta que una persona del trabajo le recomendó acudir a Alcohólicos Anónimos (AA). Dice que en la agrupación encontró una luz para cambiar su camino.Hoy, a sus 53 años, lleva 11 sin beber alcohol. Y sonríe al expresar que logró recuperar a sus hijos. “Quiero que las mujeres se den cuenta de que tenemos otro lugar, somos personas y merecemos vivir con dignidad, no encerradas ni limitadas. La agrupación es como una escuela donde empezamos a aprender cómo vivir diferente”.Sofía es uno de los seis mil 704 miembros, de las 904 sedes de Alcohólicos Anónimos instaladas en Jalisco, que recuperaron su vida y se rehabilitaron o están en proceso.Jesús, quien da servicio como delegado nacional del área Jalisco Oriente, explicó que las sedes no son anónimas porque están rotuladas por fuera con la leyenda “Central Mexicana de Servicios Generales de Alcohólicos Anónimos”.“Lo que sí es anónimo es la identidad de los que van llegando, nosotros no estamos divulgando nombres o lo que se habla adentro”, compartió.Solamente con las cuotas que reciben de sus miembros, la asociación de Alcohólicos Anónimos se ha mantenido 58 años en Jalisco. El primer grupo, que se llama “Tapatío”, abrió sus puertas el 12 de marzo de 1961 y, desde entonces, no las ha cerrado.Jesús describe que el Estado se divide por área del Centro, que engloba el Poniente de la ciudad; Oriente, después de la Calzada Independencia y los municipios como Poncitlán, La Barca o Zapotlanejo; Los Altos, en municipios como Tepatitlán; y Sur, en Ciudad Guzmán. “No estamos separados ni divididos, estamos estructurados para que el mensaje le llegue mejor al que está sufriendo”.Menciona que, en 2018, el área Oriente recibió 360 mil pesos de cuotas de sus integrantes. Con los recursos pagan rentas y artículos, como café o galletas, además de que hacen libros y folletos que reparten gratuitamente entre la población.Aunque al final de cada sesión se pasa una canasta para recolectar recursos, cada miembro aporta lo que quiere y puede, sin que exista una cuota; incluso, si alguien no da dinero puede seguir asistiendo. “Nos dedicamos a trasmitir el mensaje. De 10 personas que llegan al día se queda una, porque es muy difícil dejar de beber. De 100 folletos de informaciones quizá una persona se acerca… eso es lo difícil”.Destaca que en México son los únicos autorizados para usar el nombre de Alcohólicos Anónimos y su logotipo. “Si otra gente lo utiliza lo hace indebidamente. Tenemos un principio de no meternos en controversias y, por eso, abusan de lo que nos pertenece. La diferencia es que los anexos sesionan casi todo el día, toda la noche, tienen gente encerrada, dirigen la terapia, insultan al recién llegado… y con nosotros está prohibido insultar”.Enrique, otro miembro de AA, acentúa que el Gobierno les ha ofrecido apoyo económico, pero solamente aceptan donaciones de los integrantes.Remarca que las autoridades ayudan, por ejemplo, en dar permisos para hacer juntas en plazas públicas. Además, tienen convenios de colaboración para repartir literatura en universidades y organismos, como la Comisión Federal de Electricidad (CFE), Petróleos Mexicanos (Pemex) o el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE). “Nos permiten entrar con las personas que tienen problemas de alcoholismo”.En el prólogo del “Libro Grande”, pilar para el programa AA, se precisa que no existen honorarios ni cuotas de ninguna clase. “El único requisito para ser miembro es un deseo sincero de dejar la bebida. No estamos afiliados con ninguna religión en particular, secta o denominación, ni nos oponemos a ninguna. Simplemente deseamos ser serviciales para aquellos que sufren esta enfermedad”.“Sabía que aquí estaba mi solución. Debía asistir a mis reuniones porque es una suspensión diaria a mi sentencia de muerte. Para mí, el alcohol es morir”, dice Lorena, de 46 años, quien llegó a Alcohólicos Anónimos en 2003.En su infancia resintió el abandono de su madre y posteriormente encontró un refugio en el alcohol. Entonces las borracheras crecieron al punto que podía pasar cinco días seguidos en ese estado. “Mi problema radica en lo emocional. Fui una niña inadaptada, resentida... hasta que entré a la agrupación descubrí por qué bebía”.Pese a que sus hijos padecían sus ausencias, Lorena no tenía idea de cómo parar. Además, pensaba que el alcoholismo era solamente un asunto de hombres.Con más de 15 años en el grupo, subraya que los tropiezos le han ayudado a darse cuenta de su crecimiento personal. Afirma que recuperó su alegría y mejoró la relación con su familia, principalmente con sus hijos.“Ahora es una vida diferente, por eso quiero invitar a más mujeres, que no desechen lo que no conocen. Somos alcohólicos y alcohólicas. Que no tengan pena, más pena es estar borracho y tirado en la calle”.Es una comunidad de hombres y mujeres que comparten su mutua experiencia, fortaleza y esperanza para resolver su problema común y ayudar a otros a recuperarse del alcoholismo. El único requisito para ser miembro es el deseo de dejar la bebida.Surgió en 1935 en Ohio, Estados Unidos, por voluntad de William Griffith Wilson y Robert Holbrook Smith, quienes se dieron cuenta que al platicarse sus problemas podían dejar de beber.La comunidad llegó a México en 1946; a Guadalajara, en 1961. Hoy se extiende por 186 países en el mundo.México es la segunda estructura a nivel mundial, después de Estados Unidos y Canadá, que forman una sola. A nivel mundial, celebran 84 años el próximo 10 de junio.La Central Mexicana de Servicios Generales de Alcohólicos Anónimos es la única autorizada para usar el nombre de Alcohólicos Anónimos y el logotipo. Los grupos funcionan en sesiones de hora y media mediante ayuda mutua de asistencia voluntaria y los servicios son gratuitos.Tratar de persuadir a los alcohólicos para que se hagan miembros.Vigilar o controlar a sus integrantes. Dar servicios de desintoxicación, enfermería, hospitalización, medicinas o cualquier tratamiento médico o psiquiátrico.“Dios, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para aceptar aquellas que puedo y también sabiduría para reconocer la diferencia”, es la oración que dicen los miembros de Alcohólicos Anónimos (AA) al inicio de todas sus sesiones.En el grupo “Recuperación” de Guadalajara, fundado el 9 de junio de 1970, los asistentes se muestran participativos. Una persona pasa a servir café y galletas. Posteriormente inicia la reflexión del tema del día, que se elige de libros distintos.Los integrantes tienen 15 minutos para pasar a la tribuna, si así lo desean. En ese tiempo expresan sus sentimientos, sin miedo a que alguien los critique y con una honestidad que quizá no podrían manifestar en otros lados. Justo en ese sitio es donde comienzan a sanar y, sin saberlo, ayudan a otros compañeros.“Al principio pensaba que era una mujer diferente, me sentía la peor. Yo quería ser una mujer normal, quería cuidar a una familia, dedicarme a un hogar. Cuando platicaban en el grupo me sentí identificada, vi que no era tan diferente a otras mujeres, que en este lugar había encontrado gente igual a mí”, recuerda Sofía, integrante de Alcohólicos Anónimos.El programa que siguen para la recuperación está basado en 12 pasos y 12 tradiciones, que se llevan a cabo de forma paulatina. También hay 12 conceptos para realizar el servicio. Destaca que en la agrupación todas las personas valen lo mismo.Al finalizar la sesión, los miembros reparten artículos conmemorativos del próximo aniversario 49 del grupo “Recuperación”, que se celebrará este domingo 9 de junio. Se sienten orgullosos porque afirman que se trata de las primeras sedes que existieron en la ciudad.“Las puertas están abiertas para quien quiera venir. Cuando sesionamos las mantenemos así, por si alguien llega y se quiere quedar, o también por si no le gusta y se quiere ir”, resalta Enrique, quien da su servicio como coordinador de prensa.Érika recuerda que era una niña con una familia estable, hasta que su padre falleció. Tenía nueve años y comenzó a aislarse de todos. “Ese vacío que sentía nadie lo podía llenar, ni mi mamá, ni mis hermanos. Recuerdo que crecí, fui rebelde, empecé a probar la mariguana, la cerveza. Me refugiaba en el alcohol. Es triste ver que una niña de 15 años comience a tener esos episodios en su vida y trate de ocultar su sufrimiento, porque a pesar de que somos jóvenes hay mucho dolor”.Cuenta que su alcoholismo se agravó y no encontraba salida. Quedó embarazada, pero su esposo y ella se separaron. Fue entonces cuando su suegra le habló de la agrupación. “A Alcohólicos Anónimos lo describo como amor, porque al llegar te dan eso. Estás en la calle, con los amigos, pero no tienes ese verdadero compañerismo, ese amor que necesitas”.Sus dos hijos juegan alrededor de ella. Comenta que ahora mejoró la situación en su casa y volvió son su pareja, quien también asiste al grupo. “Los niños estaban muy chiquitos para darse cuenta qué problema teníamos, ellos solamente saben que estamos en AA y que tenemos que estar por nuestro bien. Hoy veo el proceso y valió cada instante que he permanecido, porque están orgullosos que su mamá esté en Alcohólicos”.Agradece porque en el grupo encontró una gran familia. “Por primera vez te sientes parte de algo, te sientes libre”.Cuando Sofía tenía cuatro años de edad, su padre falleció debido al alcoholismo. Rememora que su niñez fue triste y con carencias. Comenzó a beber desde los siete años porque era algo normal en su casa, además veía que sus familiares la trataban mejor si estaban bajo los efectos del alcohol.“Empecé a tomar y no sabía controlarme. Por esas situaciones hubo un embarazo a temprana edad, que nunca fue planeado. Tuve que pasar muchas situaciones dentro de mi vida y adolescencia… hasta abandoné a uno de mis hijos y por mi irresponsabilidad se tuvo que ir con otra familia”.De niña decía que, al crecer, no replicaría el maltrato que padeció en su hogar, pero se comportó de la misma manera tras casarse y tener más hijos. “Por el contrario, rebasé a las personas que en mi niñez tenían la responsabilidad de mí. No supe ser una buena madre, una buena esposa. Yo decía que no iba a tomar, me hacía muchas promesas cuando veía la tristeza en las caritas de mis hijos. Las mismas frustraciones que yo tenía en mi niñez, las veía en mis hijos”.Su vida cambió después de que se integró a Alcohólicos Anónimos, hace 11 años.“Recuperé a mis hijos, anteriormente vivíamos juntos, pero había mucha agresión; ahora hay unión”.Jesús transmite confianza cada que sonríe. Es un hombre de 46 años, más alto que el promedio. A los 12 años ya tenía esa altura, por lo que sus compañeros le hacían “bullying”. Cuando salió de la primaria ya no quiso estudiar y comenzó a trabajar con un vecino. Desde esa edad comenzó a beber alcohol.“Nos sentimos menos que la demás gente, devaluados, tenemos muchos vacíos, complejos… por eso me di cuenta que al probar el alcohol se me quitaba todo eso. En la primera cerveza que me tomé, incluso para hablarle a las niñas de mi edad, tenía miedo, pero a través de la bebida se me quitaba. Ya después hasta me sentía más que los demás”.Sin embargo, remarca que en la medida que dejaba los complejos se hizo esclavo de sus adicciones. A los 21 años ya tenía dos hijos. Comenzó a drogarse y su esposa lo dejó.Recuerda que, cuando estaba alcoholizado y drogado, se le hacía fácil robar. Por ese motivo fue detenido y lo enviaron a Puente Grande, en donde estuvo dos años. Fue hasta 2007 cuando un vecino lo invitó a una agrupación de doble A. “Las experiencias compartidas en la tribuna le hacen a uno regresar la conciencia hacia la vida”. Actualmente brinda su servicio dentro del grupo, como delegado del área Jalisco Oblatos.Si su respuesta es sí a cuatro o más preguntas, existen dificultades serias con su manera de beber.Alcohólicos Anónimos no promete solucionar problemas; sin embargo, muestra cómo se aprende a vivir sin alcohol un día a la vez.Fuente: Alcohólicos Anónimos. Consultar más información en Alcohólicos Anónimos Sitio OfIcial.