Viernes, 29 de Noviembre 2024
null
Internacional

Pakistán celebra unas elecciones con dudas sobre su legitimidad

Estos comicios son los segundos en la historia del país en los que un Gobierno acaba un mandato completo, y darán paso a la mayor etapa democrática de su historia

El Informador

Pakistán celebra unas elecciones generales ensombrecidas por las dudas sobre su legitimidad por las acusaciones de interferencias por parte del Ejército, además del regreso del terrorismo con grandes atentados y la aparición en la escena política de nuevos partidos con ideologías radicales.

Los comicios del 25 de julio enfrentan a Shahbaz Sharif, líder de la Liga Musulmana de Pakistán (PML-N) que acaba de finalizar un mandato, contra el ex jugador de críquet Imran Khan, del Tehreek-i-Insaf (PTI).

Bilawal Bhutto, al frente del Partido Popular de Pakistán (PPP) e hijo de la asesinada ex primera ministra Benazir Bhutto, es el tercer actor en discordia y podría jugar un papel decisivo en la formación de un Gobierno de coalición.

Estas elecciones son las segundas en la historia del país en los que un Gobierno acaba un mandato completo y darán paso a la mayor etapa democrática de su historia, tras haber sido gobernado por dictaduras militares la mitad de sus 71 años de historia desde su fundación en 1947.

Sin embargo, partidos políticos, grupos de derechos humanos y medios de comunicación han lanzado acusaciones de "amaño" de los comicios por parte de los "poderes establecidos", término con el que se hace referencia a los militares en el país asiático.

La PML-N ha denunciado casos judiciales contra sus miembros, presiones para abandonar el partido y acoso para evitar que regrese al poder tras lograr una mayoría absoluta en 2013.

Nawaz Sharif, líder de la PML-N y hermano de Shahbaz, se encuentra en prisión desde hace 10 días cumpliendo una condena de 10 años por corrupción después de haber sido inhabilitado como primer ministro en 2016 por parte del Tribunal Supremo por no revelar un sueldo que ya no recibía de una empresa de un hijo.

El tres veces primer ministro ha denunciado que fue inhabilitado porque su Gobierno acusó de traición ante los tribunales al exdictador militar Pervez Musharraf, quien le expulsó del poder en un golpe incruento en 1999.

El PML-N ha denunciado además presiones a algunos de sus candidatos para que cambien de partido en la provincia oriental del Punyab, su feudo político y fundamental en los comicios ya que acoge a la mitad de la población del país.

Bhutto también ha denunciado el supuesto "amaño" de los comicios, dificultades a la hora de hacer campaña o presiones a candidatos de su formación para que la abandonen.

Todo ello, en su opinión, en favor del PTI de Khan para que forme una "alianza títere", afirmó esta misma semana en un mitin.

Las denuncias de los dos partidos han sido apoyadas por la ONG Comisión de Derechos Humanos de Pakistán (HRCP,) que ha puesto en duda la legitimidad de las elecciones "más sucias" de la historia del país con "un descarado" intento de amaño.

La HRCP también puso en duda la libertad de expresión durante la campaña electoral, especialmente de los medios que se percibe que apoyan a la PML-N o al PPP o son críticos con el aparato de seguridad.

Así, la televisión Geo permaneció en abril un mes fuera del aire sin que nadie explicase el motivo o el diario Dawn, que tiene problemas de distribución desde que publicó una entrevista con Sharif el pasado mayo.

El Ejército paquistaní ha negado que esté interfiriendo en los comicios y ha asegurado que su único papel es garantizar la seguridad de la votación, afirmó un portavoz militar este mes en una rueda de prensa.

Para ello desplegará a 370 mil soldados en la jornada electoral en los colegios electorales, el mayor número en la historia del país.

En medio de estas controversias, el terrorismo que parecía domado en los últimos años ha reaparecido con la matanza de 149 personas en un ataque suicida en un mitin electoral en la región de Mastung el pasado 13 de abril y reivindicado por el Estado Islámico (EI).

Tres días antes, 22 personas murieron y 60 resultaron heridas en un ataque suicida contra un partido regional en la provincia de Khyber Pakhtunkhwa, en el noroeste del país, en el que murió el candidato y conocido político Haroon Bilour.

Al mismo tiempo, en los comicios se presentan grupos radicales acusados de defender a asesinos de supuestos blasfemos, de cometer terrorismo internacional o de matar a miembros de minorías religiosas.

Uno de esos grupos es el Ahle Sunnat Wal Jamaat, acusado de incitar la violencia contra minorías religiosas como la chií, y prohibido hasta finales de junio, cuando el Gobierno levantó por sorpresa las restricciones que pesaban sobre la formación y su líder, el clérigo suní Ahmed Ludhianvi.

Ahora hacen campaña electoral algunos de sus miembros acusados de terrorismo.