Martes, 03 de Diciembre 2024
México | Por Vicente Bello

Tren parlamentario

Furor

Por: EL INFORMADOR

En los territorios del Congreso mexicano la palabra seguía acometiendo ayer el escarpado cantil de la violencia delincuencial. Pero también inevitable fue que el discurso de los partidos políticos se diera, súbitamente, un encontronazo, por lo que antenoche sucedió en la Entidad de la Federación de los atardeceres permanentemente rojizos: Guerrero.

Estaba escociendo en el Partido Revolucionario Institucional  la alianza del PAN con el PRD. Alianza de última hora.  De cuarto para las 12. De en medio de voces arrebatadas por el furor, se había escuchado desde La Paz, Baja California Sur, Beatriz Paredes Rangel, la diputada federal priista que todavía es presidenta nacional de su partido.  

“Es un error de táctica muy fuerte por parte del perredismo”, soltó durante la reunión que los senadores priistas sostuvieron en aquella Península para discutir la agenda legislativa.
“Están demostrando ambición pura. Postulan a un priista y se alían a la derecha en el Estado con mayor militancia verdaderamente de izquierda”.

Y ese mismo PRI en San Lázaro, a través de uno de sus diputados prominentes –el jalisciense Arturo Zamora Jiménez-, respingaba con la furia de un caballo acicateado: “La declinación del candidato del PAN en Guerrero a favor del PRD es muestra de que el partido en el Gobierno (el de Felipe Calderón) vive una crisis electoral, de pérdida de confianza de los ciudadanos y sin presencia en estados importantes como Oaxaca, Sinaloa, Puebla y ahora Guerrero”.  

Entonces Zamora remachaba al Partido Acción Nacional: “Se encuentra rematando al mejor postor el cascarón de lo que queda de ese partido en entidades importantes del país de cara a las elecciones presidenciales de 2012”.

Y agregaba: “Es (la alianza de última hora) un reconocimiento de dos cosas: uno, el reconocimiento del fracaso electoral de Acción Nacional en Guerrero, lo que es el primer fracaso del presidente Madero; y segundo, el reconocimiento de que el PRI va arriba en las encuestas”.

En el PRD, las cosas se veían de otro color.  Socorro Ceseñas, secretaria de Asuntos Electorales de ese partido,  se cebaba sobre los lomos de un PRI  que se sentía aguijoneado en el alma misma.  “Son muy buenos para la coalición (se refería a los votos del PAN guerrerense y a la alianza que amarraron desde el principio perredistas, petistas y pcedistas); nada despreciables, porque sabemos que se trata de una elección donde el PRI sacará todas sus mañas habidas y por haber e intentará acentuar más un clima de violencia”.  

Mediodía. San Lázaro. Carlos Alberto Pérez Cuevas, subcoordinador de Proceso Legislativo de la bancada panista,  decía a propósito de la declinación del candidato panista a gobernador, Marcos Parra, en  favor del candidato perredista Ángel Aguirre: “Parra hace un análisis de que no tiene los suficientes elementos para presentar un proyecto que concluya teniendo el triunfo y tome la decisión de inclinar para generar un proceso integral con la fuerza que ha conformado el PRD y otras fuerzas de izquierda, para lograr que Guerrero entre a una dinámica de desarrollo y democracia; eso es parte de la normalidad democrática”.

La declinación de Parra fue tan inesperada, tan de repente, que evidentemente la argumentación de los panistas  sólo se transfiguraba en chisguetes justificatorios.  Que no era un signo de debilidad de Acción Nacional la declinación de su candidato en Guerrero, decía Pérez Cuevas; pero en la siguiente respuesta admitía que sí: “Pues, claro, muestra una debilidad estructural, falta mayor presencia, porque allá ha tenido más fuerza el PRD y el PRI”.

Juan Molinar Horcasitas, el ex secretario de Comunicaciones y Transportes, y desde hace dos semanas transfigurado en capitán de las elecciones del PAN,  había dicho al atardecer que la claudicación de Parra había sido una “táctica necesaria”.

En San Lázaro, ayer mismo, una versión parecía cobrar fuerza en el pasillerío: la versión de que Calderón amarró el PRD de Jesús Ortega a la suerte de Luis María Calderón Hinojosa, hermana de Felipe Calderón, quien quiere a su consanguínea de gobernadora en Michoacán. 

Insuflaba Molinar su declaración muy cerca del fuelle de Beatriz Paredes.  Paredes había dicho que el PRD la había “regado” porque, en el fondo, no necesita de esos “tres o cuatro votos panistas”.   

En paralelo a los ecos del encontronazo por el Estado de Guerrero,  el Congreso de la Unión  se internaba otra vez por esos recodos pedregosos de la violencia en el país.

Había formalizado la sesión de la Permanente la comparecencia el próximo lunes  de Genaro García Luna y de Francisco Blake Mora, titulares de Seguridad Pública y de Gobernación.

El primero, para que responda por qué el Gobierno federal nomás no puede disminuir los hechos violentos en el país, pero de manera especial en los estados de Guerrero, ahora en el centro de la vorágine de la violencia y de las  elecciones, y de Nuevo León, Tamaulipas, Sinaloa, Chihuahua, Morelos, Coahuila y Durango.

En un exhorto, el Pleno había pedido también al Ejecutivo Federal que coadyuve en las investigaciones de los asesinatos y ataques contra presidentes municipales.

Por la mañana, en lo que fue el primer asunto del orden del día del sesionar de la Permanente, el ombudsman nacional Raúl Plascencia denunció que 111 personas inocentes perdieron la vida en el fuego cruzado que en 2010 protagonizaron policías y soldados contra bandidos.  

Y, de refilón, respondía a la reacia Secretaría de Marina a acatar recomendaciones en materia de derechos humanos: “La inseguridad pública”, latigueó Plascencia a los marinos, “no es una excusa válida para pretender justificar la vulneración de los derechos humanos”.

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