Viernes, 18 de Octubre 2024
México | Por Vicente Bello

Tren parlamentario

Camino real a Colima

Por: EL INFORMADOR

Fue un gancho al hígado el que lanzaba el PAN al PRI, que hacía unos minutos había planteado que se hicieran comentarios “relativos a la situación económica y de violencia en el país”. En voz del diputado federal colimense Leoncio Alfonso Morán Sánchez, Acción Nacional preguntó: “Yo les pregunto: ¿Es responsabilidad del Presidente Calderón que la familia, familiares cercanos al ex gobernador ahora fallecido hayan sido y hayan estado vinculados a la delincuencia organizada y detenidos por narcotráfico?”

Y luego, sin ambages, Leoncio cruzó la mandíbula del PRI, diciendo: “Yo les pregunto: ¿Es responsabilidad del Presidente Calderón que el actual gobernador de Colima, Mario Anguiano Moreno, y sus familiares, estén vinculados a la delincuencia organizada y hayan sido detenidos y hayan estado encarcelados por estar vinculados al narcotráfico?”

Brutal el golpe. Hacía un instante Leoncio Morán hubo dicho también: “Quiero señalar que no solamente su muerte es una muerte que se da de manera casual; que es una muerte que tiene antecedentes y que tiene historia. Que nadie podemos estar de acuerdo en lo que ahí sucedió; pero que, sin embargo, por lo que aquí se ha dicho y por lo que se ha querido culpar y señalar al Presidente de la República por lo que aquí sucede, para nada tiene que ver lo que sucede en los estados de este país”. Y fue entonces cuando ejemplificaba con su Entidad, Colima.

Acción del PRI desatada con sabor a nocaut. Aparentemente, la puesta en la agenda política de la sesión del tema de marras había sido una decisión solitaria de Alfonso Navarrete Prida. Nadie se la tragó, y lo trataban todos como tratan en los debates a los emisarios de la cúpula priista. Ni siquiera porque Navarrete argumentaba literalmente igual que el Partido del Trabajo. Claro, pero después de que muchas cosas habían pasado ya en San Lázaro. Como la aprobación del Presupuesto.

La reacción del PAN, en voz de Leoncio, fue de veras desalmada… claro, para la causa del PRI. El panista de Colima, a los priistas planteó: “Para terminar, quiero hacer una pregunta. Seguramente esta pregunta también puede ser multiplicada en el resto o en algunos otros estados del país. Pero hoy se la hago de manera directa y pública en esta tribuna nacional al gobernador del Estado de Colima, Mario Anguiano Moreno. (Aunque) ya se la hice hace algunas semanas de manera directa, de frente y a la cara: ¿Podría usted, señor gobernador, deslindar a sus colaboradores y a usted mismo de estar vinculados a la delincuencia organizada?”

Cuando Navarrete abrió el tema en la tribuna, de su voz discurría una argumentación inobjetable e irrebatible. Hablaba de la violencia como la manifestación más dolorosa de la ineficacia del actual Gobierno. Y, desmemoriado el priista, se puso a decir que “uno de los grandes errores (del Gobierno de Calderón) es que no se ha entendido que la manifestación más dolorosa de la violencia es la pobreza y la inequidad que la acompaña; la falta de oportunidades para los niños y jóvenes, para las mujeres, para los discapacitados, para los adultos mayores, para las comunidades indígenas”. E incluso apostillaba: “Esa es violencia, y se genera desde el propio Estado”.

A Navarrete el PT no le dio tiempo de montar en su caballo. Mario di Costanzo centró al priista, preguntándole: “¿Por qué no lo comentó la semana pasada, cuando estaban aprobando el Presupuesto?”

De la violencia y sus orígenes, y de la economía —los dos temas que Navarrete puso en la palestra—, el petista también habló: “Acuérdense que la paz es fruto de la justicia social, y ojalá hace una semana, y hace 15 ó 20 días, cuando se aprobó la Ley de Ingresos, hubieran recapacitado en eso”.

Y fue entonces cuando se dirigían al PRI: “Les hemos dicho muchas veces que esta Cámara se ha vuelto cómplice de las injusticias que ustedes vienen a denunciar (…) Parte de esta injusticia económica que ha generado la violencia, este desempleo, esta falta de crecimiento, tiene su consecuencia y su origen aquí, en iniciativas que nos ha dado miedo aprobar”.

Asegundaba el jalisciense Enrique Ibarra Pedroza. “La diputación del PRI trajo aquí un tema que nosotros hemos venido abordando desde el inicio de esta Legislatura. En su diagnóstico de hoy, la diputación tricolor comparte juicios que nosotros hemos hecho desde hace más de un año, en el sentido de que la escalada de la violencia, que el baño de sangre que ahoga a los mexicanos, es fruto podrido de la desigualdad, de la injusticia social, de la pobreza, la marginación y la exclusión”.

Y fue entonces cuando Ibarra tildaba a los priistas de meros simuladores: “Dónde está la congruencia entre los priistas? Una cosa es lo que se dijo aquí y otra cosa es la que se hace en las votaciones”.

Notorias fueron dos cosas: Navarrete salió del recinto cuando le comenzaba a llover, y, tampoco, hubo un solo priista que le hiciera el quite.

Antes y después del debate, Gerardo Fernández Noroña había reclamado a todos los diputados federales que estén permitiendo que las cúpulas del PAN, PRI y PVEM tengan amorcillado al Congreso, al grado de que éste “no reacciona frente a todos estos asesinatos, secuestros, barbarie que hay a lo largo y ancho del país”. Y preguntaba: “¿Cuándo vamos a acabar con la simulación que existe en el país?”

Desde hacía varios minutos, Fernández Noroña venía insistiendo en que si un remedio tiene el país éste comienza “con la renuncia de Felipe Calderón”. Y arengaba al pleno a comenzar a debatir la cuestión. Todavía no hablaba al PRI Leoncio Alfonso Morán Sánchez, así de fuerte como le habló.

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