Viernes, 29 de Noviembre 2024
México | POR ANA MARÍA SALAZAR

Tendencias que debemos entender

¿Es por ejemplo, el asesinato de Rodolfo Torre Cantú, una nueva tendencia en las futuras elecciones?

Por: EL INFORMADOR

Ana María Salazar.  /

Ana María Salazar. /

Una pregunta que muchos nos hacemos es: ¿Cómo debemos entender los últimos acontecimientos en el ámbito de la seguridad pública? ¿Son tendencias o eventos aislados? ¿Es por ejemplo, el asesinato de Rodolfo Torre Cantú, una nueva tendencia en las futuras elecciones?

¿Están todos los actuales gobernadores bajo la amenaza del crimen organizado? ¿O fue la muerte de Torre Cantú una anomalía? ¿Cómo están ligados los otros recientes asesinatos y las amenazas a candidatos y presidentes municipales? ¿Son situaciones de violencia localizada o estamos viendo una estrategia regional del crimen organizado?

En lo que se refiere al secuestro de Diego Fernández de Cevallos, ¿es un indicador de que nuevamente habrá una racha de secuestros y de asesinatos de alto impacto, o sólo es  uno más de los cientos de secuestros económicos que aquejan a nuestro país?

Lo que sí nos señalan estos incidentes de violencia es lo fácil que pueden cambiar el rumbo del país ante lo “avalentonados” que están los grupos del crimen organizado y los criminales en general.

Estos “mexicanos”, que se pueden considerar entre los criminales más violentos del planeta, pueden matar, torturar, secuestrar, extorsionar y no les pasa nada.

Debido al bajo porcentaje de encarcelamientos efectivos, por la incapacidad de las autoridades federales y estatales de llevar a cabo investigaciones que aseguren condenas, y por los muchos huecos que tiene el sistema de justicia, en este país tenemos una cultura de casi absoluta impunidad.

Hoy más que nunca, los incentivos para delinquir son demasiado buenos, ya que es un buen negocio, solamente los que no pueden pagar una defensa acaban en la cárcel.

Aunque se mejorara substancialmente la capacidad de investigación del Ministerio Público y de la Policía, no necesariamente se resolvería el  problema. Los jueces probablemente son los funcionarios más endebles del aparato de justicia.

Más allá del problema de corrupción, con asesinar o amenazar a varios jueces seguramente sería presión suficiente para asegurar que los grandes (y pequeños) criminales de este país no sientan el peso de la ley.

En descargo de lo anterior, nos pueden decir que México está en la antesala de un nuevo sistema de justicia penal, que incluiría la implementación del sistema acusatorio y juicios orales.

Pero estas reformas servirán de poco si no se resuelve el problema de corrupción en las autoridades judiciales, y si no se establecen mecanismos de reducir los riesgos de asesinatos y muertes que corren funcionarios que tratan de cumplir con su deber.

Por eso es tan grave el asesinato de Rodolfo Torre Cantú y el secuestro de Diego Fernández de Cevallos. Si estos dos individuos, políticamente poderosos, son víctimas de los criminales, ¿qué podemos esperar los demás?

Lo peor de todo es que las posibilidades de que los autores intelectuales de estos actos criminales sean detenidos y condenados es muy remota.

Lo más que podemos esperar es que se haga público quiénes los llevaron a cabo y por qué.

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