Viernes, 22 de Noviembre 2024
México | BUCARELI POR JACOBO ZABLUDOVSKY

Palabra y destino

El libro de la presencia sefardí en México es una obra deliciosa, indispensable para entender la tenacidad de quienes no se dejaron vencer y surgieron renovados de la tragedia

Por: EL INFORMADOR

Jacobo Zabludovsky.  /

Jacobo Zabludovsky. /

Hace 50 años llegué a Estambul tras la huella de Pierre Loti, y encontré la de una cultura antigua y renovada, de migraciones y raíces, de plegarias y lamentos dichos en una lengua melancólica y seductora.

En el idioma de Alfonso el Sabio, del Arcipreste de Hita, de Fernando de Rojas, con el que fueron escritas las obras maestras de la literatura castellana y alumbraron el Siglo de Oro, oí a la gente sencilla ofrecer sus frutas, a las madres llamar a sus niños, a los artesanos ofrecer pulseras y alfombras, a los panaderos rosquitas de anís y a los vendedores de periódicos vocear uno en ladino. Un periódico que desde entonces conservo como curiosidad.

El lenguaje de siglos, intacto y sin la contaminación del tiempo, impreso por una rotativa moderna dándonos las noticias de esa mañana en el mundo: el habla de ayer en la máquina de hoy.

Medio siglo después recobro en un libro los sabores, los olores, la nostalgia y la alegría de aquella mañana en los vericuetos de la remota Bizancio, me pierdo en sus páginas con avidez, como en los laberintos del Cuerno de Oro. El libro editado en México por Rosalinda Pérez de Cohen, Simonette Levy de Behar y Sophie Bejarano de Goldberg, se llama: “Sepharad ayer, oy i manyana”.

Acierto decisivo es el empleo del ladino con su traducción al español actual. Cuidado cautivador la selección de las fotografías que nos invitan a las fiestas de la vida diaria y a las conmemoraciones escolares y religiosas. Son los rostros de los estados de ánimo y los testimonios de un estilo de vida fortalecido por las desventuras.

El libro de la presencia sefardí en México es una obra deliciosa, indispensable para entender la tenacidad de quienes no se dejaron vencer y surgieron renovados de la tragedia. Su contenido es un mensaje de esperanza en estos tiempos de confusión sobre el futuro de la Humanidad.

Quiero agregar un pequeño relato contenido en el libro, mensaje de humor fino, humor sefardí: “Nuestro panteón viejo está en el Panteón Jardín y nuestra sección se llama La Fraternidad. Éste se compró en 1944, 1945. Se compró el panteón y nadie se moría, y uno de los dirigentes de la comunidad dijo: ‘¿Cómo compramos el panteón y nadie se ha muerto? Tanto esfuerzo y nadie se muere’. Tanto y tanto lo dijo que fue él el que lo estrenó; fue una casualidad”.

No es casualidad que el libro sea tan bueno. Como reflejo de un conglomerado de seres humanos, su calidad es producto fidedigno de quienes lo inspiraron. Contribuye también a documentar el México del siglo XX.

Presentado como álbum de familia, el trabajo es una aportación al mejor conocimiento de una parte fundamental de la historia de España, de la cultura del Mediterráneo y de nuestra lengua, hablada hoy como hace 500 años, conservada como el más valioso tesoro de un pueblo despojado de todo.
Menos de su canto.

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