México tiene prisa

Hoy en día los mexicanos podemos afirmar con seguridad, a la luz de nuestros esfuerzos y sacrificios colectivos, que en materia económica vamos ganando terreno; así ocurre cuando registramos un crecimiento histórico en el Producto Interno Bruto, cuando tenemos reservas internacionales envidiables, cuando se crearon 850 mil empleos en el último año y cuando la inversión en infraestructura es la más alta de nuestra historia.

Evidentemente ello se ha logrado también a través de menos aranceles, profunda tala regulatoria e inversión en capital humano (90 nuevas universidades e institutos tecnológicos), en la única economía emergente que tiene tres mil kilómetros de frontera con la economía más poderosa del mundo, Estados Unidos; además de casi 10 mil kilómetros de litorales que nos conectan por mar con las poderosas economías asiáticas, a la vez con Europa y con ambas costas de Estados Unidos, Canadá y toda América Latina.

Esas condiciones, entre otras cosas, nos permiten reservas internacionales por casi 120 mil millones de dólares, así como también tasas de interés y de inflación bastante manejables (4%), las más bajas por cierto, en promedio, de los últimos 30 años, además de uno de los déficits fiscales más bajos de la OCDE, y una deuda pública cercana a 30% del PIB, de las más bajas de todos los países integrantes de ese organismo internacional. Estamos generando estabilidad y crecimiento.

El Inegi acaba de reportar el crecimiento del Producto Interno Bruto en México durante el pasado año de 2010, y aunque al principio los inversionistas privados consideraban que sería de alrededor de entre 2.5%, finalmente fue de 5.5%, por cierto, es el registro más alto en México de los últimos 10 años y la tercera más alta cifra de crecimiento económico para un año, en casi tres décadas en el país.

Adicionalmente hemos pasado de poco menos de tres por ciento del PIB en inversión en infraestructura público-privada, a principios del año de 2006, a alrededor de 5% en el último año, cuando ese indicador entre las naciones integrantes de la OCDE no supera 3%, condición que muy pronto nos confirmará como una estratégica plataforma logística para la inversión y el comercio mundial.

El crecimiento de un país no es por accidente o generación espontánea, es el resultado de visión, políticas y trabajo conjunto entre los ciudadanos y su gobierno; pero la estabilidad tiene que construirse como la premisa del Estado y no utilizarla como slogan o campaña política; podemos crecer mucho más y aún aceleradamente. No permitamos que los malos políticos impidan que eso suceda por el bien de todos.

Es así como no hay lugar para lamentaciones y es el momento de refrendar que todos nuestros esfuerzos están brindando efectivos resultados; quedan ciertamente muchos retos pendientes, por lo que no olvidemos que México tiene prisa de un mejor y más equitativo desarrollo para todos, por lo que el balance a la fecha nos brinda la certidumbre de que lo mejor está aún por venir.