México tiene prisa

Después de varios años en que nuestro país participa en la globalización, no tan sólo comercial y financiera, sino también cultural y académica, existen varias generaciones de profesionistas altamente preparados en el ámbito científico y tecnológico, que a pesar de haberse formado en escuelas y universidades del extranjero, pareciera que no necesariamente ello se ha reflejado en resultados de calidad para nuestra comunidad.

Y es que como recientemente lo expuse ante alumnos del Colegio Cervantes, a quienes les hablé sobre la indispensable necesidad que México tiene de especialistas altamente calificados en la administración, ya sea pública o privada, hoy en día se requieren expertos con visión global para resolver problemas locales, en donde la fórmula del éxito sin duda es trabajo + trabajo + trabajo + responsabilidad social.

Para ello es indispensable la formación educativa adicional a la capacitación técnica, es decir una especialización en un ámbito productivo específico, de la cual distinguirse de los demás, trascender en sus entornos y volverse único, puesto que ahora la competencia es entre más de seis mil millones de personas alrededor del mundo… ya no entre jaliscienses o mexicanos.

Así que la alta competitividad es la diferencia entre el montón y el experto, en donde además de ser altamente especialistas, debe preponderarse la ética y el buen manejo en la vida personal y productiva, pero también buscar equilibrios que generen ahorro y riqueza, sin olvidar que los gobiernos no generan riqueza, son las empresas y sus piezas fundamentales: los trabajadores (familias) y sus accionistas (familias), quienes multiplican la riqueza.

En consecuencia, generar riqueza en condiciones éticamente competitivas (buen manejo) es garantía de éxito y trascendencia, en donde sin duda alguna la ética es rentable; en México hay personas técnicamente muy competitivas, pero sin ética, condición que lleva a éxitos circunstanciales, de corto plazo.
Sin ética, permea la corrupción y en consecuencia se amplía la brecha entre el desarrollo y la marginación; insisto, los únicos generadores de riqueza son el binomio: empresarios y trabajadores.

El gobierno sólo debe administrar, por eso cuando tenemos malos administradores, el progreso se detiene. Aquí vale la pena recordar que el uso de la tecnología permite mayor eficiencia y eficacia en la prestación de servicios públicos, optimiza disposición de personal y brinda rapidez a la demanda de atención de los ciudadanos.

Pero sobre todo, los profesionales altamente competitivos con ética y responsabilidad social deben dirigir sus esfuerzos hacia la familia, base fundamental de la sociedad, a la que se deben y permanentemente corresponde honrar.

No olvidemos que familias organizadas forman parte de una empresa, y ésta a su vez genera la riqueza que fortalece al Estado en donde todos formamos parte, por lo que quienes ahora se preparan en distintas trincheras de formación, deben recordar que México tiene Prisa de mejores y más competitivos profesionales, pero sobre todo con ética y responsabilidad social, que nos brinden la esperanza de que lo mejor está por venir.