La muerte del Río Santiago

El Río Santiago era el río más importante del Estado de Jalisco. Las generaciones de jaliscienses de 50 años y más recuerdan cómo su caudal limpio y caudaloso daba forma al Salto de Juanacatlán,  una cascada de 27 metros de altura por 167 metros de ancho, justo en las inmediaciones entre Juanacatlán y El Salto. Entonces era  un río limpio, caudaloso y rico en pesca. Hoy el Santiago está contaminado al grado de que se le considera como un río muerto entre otras cosas porque en sus aguas, desde hace treinta años, es imposible toda vida acuática. Su caudal ha sido disminuido y seccionado considerablemente por la gran cantidad de embalses y desviaciones de agua que se le han hecho en su trayectoria. El movimiento natural de sus aguas está controlado por las compuertas de las presas. Por esta razones resulta ya inapropiado seguir llamándolo río. Además por que la noción o idea de río esta asociada a la vida que éste representa por sus múltiples efectos positivos sobre las personas y los entornos naturales.

El Santiago fue convertido a lo largo de más de 50 años en un enorme y pestilente drenaje por el que corren desechos industriales tóxicos como ácido sulfhídrico,  mercurio, arsénico, cromo, plomo, furanos, amoniaco, bencenos, cobalto, manganeso, níquel, tolueno, xileno y zinc, que descargan en sus aguas más de 200 industrias que se localizan en sus márgenes y que forman parte del llamado Corredor Industrial que inicia en El Salto y termina en la ciudad de Ocotlán, justo donde nace de la Laguna de Chapala el Río Santiago. La otra fuente de contaminación son las aguas residuales que la metrópoli tapatía descarga también en este río. Hoy, antes que a la vida el Santiago esta asociado a la muerte por los efectos nocivos que en la salud de la población de pueblos y comunidades están provocando sus aguas contaminadas, los malos olores que despide y los enjambres de zancudos que invaden calles y casas apenas empieza a caer la noche.

Frente a esta situación agravada por el basurero “Los Laureles”,  varios pueblos y comunidades se han estado organizando para resistir y revertir esta circunstancia en que los ha puesto el Gobierno y el capital industrial e inmobiliario. De ello hablaremos en colaboraciones posteriores.