''Jimena está más bien hecha que las tablas de multiplicar''

Después de un año en que nos ha ido del perrazo, en que hemos sufrido el agobio de las mentirosas campañas publicitarias del Gobierno que en realidad se trata de puras malas noticias, al fin tuvimos una buena, y quien nos la proporcionó fue una tapatía, Jimena Navarrete, quien ganó el título de Miss Universo, que con la temporada que pasamos es como un vaso de agua en medio del desierto, primero porque la noticia de que ganó es verídica y no como el anuncio presidencial sobre la recuperación de empleos, noticia que de inmediato se contradijo por el Instituto Nacional de Geografía y Estadística con números al mes de julio, por lo que creo que uno de los dos miente, el que anuncia o el que cuenta; pero la noticia del triunfo en este concurso sí es verdad.

Lo cierto es que Jimena Navarrete está como hecha a mano, está más bien hecha que las tablas de multiplicar, y miren que éstas están bien hechas. La niña está preciosa y es representativa de la belleza proverbial de la mujer tapatía. Que mire usted que bonitas las hay, y muchas, y si no puede piropearse abiertamente es porque podría considerarse como acoso, según las normas dictadas por nuestros padres conscriptos que tan amablemente nos dicen cómo debemos vivir, pero la belleza es para verse y ya lo dijo “El piporro”: la vista es muy natural.

Algunos grupos, sobre todo mujeres que trabajan con su intelecto, que qué bueno que también los haya, y las que también tienen su propia guapura, critican estos concursos porque muchas de sus participantes muestran tan solo carrocería, y puede ser cierto, pero hay que decir que a las participantes nadie pretende llevarlas a un debate académico, tan solo requieren lucir el palmito y lo lucen.

Hay otros que ante la despampanante belleza de la criatura pretenden casi que se declare patrimonio del Estado, lo que puede que suceda, ya que indudablemente las autoridades tan necesitadas del cariño de la gente que los padece, pueden hacerlo y de una vez por todas ponerla en la Rotonda en lugar de doña Rita, cuyos restos son más que cuestionados por muchos que de esto saben, pero, qué más da una mentirilla más, no pretendo que entierren a la miss, sino sólo que pongan la estatua y que le reserven el nicho para que dentro de 200 años alguien los encuentre, pero la estatua ¿quién impide que la gocemos?

Lo que no sé, es si este tipo de concursos pueda ser discriminatorio para las feas y para los pertenecientes a otros sexos o géneros que obviamente no entran en ellos.

Pero es innegable que el triunfo causó mucha alegría.