Miércoles, 27 de Noviembre 2024
México | Por Raymundo Riva Palacio

Estrictamente personal

Peña Nieto se blinda

Por: EL INFORMADOR

El gobernador Enrique Peña Nieto, vapuleado en redes sociales y descalificado por la “república de las opiniones” que lo consideran un mero producto de televisión, volvió a demostrar que sus reflejos políticos son rápidos.

De la nada, en forma inesperada y sorprendente, concedió una entrevista a la cadena hispana Univisión en Estados Unidos y entregó el reporte médico de la muerte de su esposa. ¿Por qué lo hizo? Porque en la paja ajena observó lo que una campaña política bien dirigida, daña a un político.

El contexto fue la paliza mediática al Presidente Felipe Calderón por la mala administración de crisis ante el manejo político de un tema con máscara de periodístico: su presunto alcoholismo. Comenzó con una manta desplegada por diputados afines a Andrés Manuel López Obrador el jueves de la semana antepasada donde insultaban al Presidente a partir del rumor del alcoholismo.

Al día siguiente, la respetada conductora de radio Carmen Aristegui, le dio carta de legitimidad a la especie, por lo cual fue despedida de MVS.

El domingo por la noche, citando fuentes cercanas a ella, la activista Lydia Cacho, cercana a ella, afirmó en la red social Twitter que Aristegui fue despedida porque se negó a leer una disculpa a Calderón que se había escrito en Los Pinos.

Al día siguiente repitió la afirmación hasta el mediodía, cuando admitió que no había certeza de que el texto se hubiera redactado en la Presidencia.

El mensaje —deliberado o inopinado— había golpeado en el blanco. El despido, el silencio de MVS y la carta “escrita” en Los Pinos, demostraban que era un acto de censura y de ataque a la libertad de expresión.

Los partidos políticos se montaron en el tema, lo reciclaron viralmente y convirtieron un asunto periodístico en un tema político nacional e internacional, que arrinconó al Gobierno mexicano.

El jueves, la activista y politóloga Denise Dresser, colaboradora de Aristegui y cercana a ella, difundió una carta abierta a Joaquín Vargas, presidente de MVS, donde en medio de su crítica reveló que había sido él, no la Presidencia, quien escribió la carta que deseaba leyera Aristegui, como condición para mantener su trabajo. Ese elemento, que anula el dato factual de que el “berrinche” presidencial había sido la causa de su salida, fue ignorado.

En cambio, tres manifestaciones frente a MVS para pedir la restitución de Aristegui, pronunciamientos de varios líderes políticos —incluido López Obrador—, más un enorme eco nacional e internacional por el motivo de su despido, provocó que el tema del supuesto alcoholismo del Presidente se convirtiera en un asunto de conocimiento masivo donde dejó de ser importante si es real o no, pues se volvió en un pretexto para cuestionar la forma como toma decisiones.

El silencio de los dueños de MVS los dejó como timoratos, pero transfirió toda la responsabilidad política a la Presidencia, donde no pudieron articular un control de daños rápido y eficiente. Cuando pudieron haber empezado a hacerlo, hace más de dos años, al empezar el rumor, lo desestimaron y no hicieron nada.

Peña Nieto y sus colaboradores también habían desestimado todos los rumores que hacían al gobernador culpable por la muerte de su esposa, y nunca quisieron hacer nada al respecto. Hasta la semana pasada.

En el mismo formato y a través del mismo vehículo a través del cual contó la historia romántica de su noviazgo con la actriz y actual esposa Angélica Rivera, volvió a ser entrevistado para entregar el parte médico de su esposa. No fue sólo una pregunta. Fue el documento.

Si no estuvo preparado para esa pregunta, Peña Nieto debe ser un hombre tan precavido, que lleva todo tipo de documentación en su portafolio para lo que pueda salir.

El resultado es que ya ventiló ese tema, que empezaba a cobrar fuerza venenosa en las redes sociales en los últimos días. Vio lo que sucedió con Calderón, y pudo haber imaginado lo que sucedería con él, con una diferencia. Calderón va de salida de la Presidencia, y el daño, por muy grande que parezca, es marginal.

Peña Nieto busca la Presidencia, y si no ataja los rumores en la campaña de guerra sucia que se avecina, el daño puede ser irreversible: perder la Presidencia ante la propaganda.

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