¿En Jalisco no se tortura? Ja!

¿Cómo torturan en Jalisco agentes de la Policía Investigadora del Estado? Quienes se quejaron de haber sido víctimas de tortura el año pasado “refirieron diversas formas de tan reprobable práctica; el señalamiento más frecuente es que los oficiales colocan bolsas de plástico en la cabeza, provocándoles asfixia y así obligarlos a firmar actas ministeriales en las que se auto inculpan de cometer el o los delitos imputados”, asienta el Informe 2009 de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Jalisco (CEDHJ).

Para descalificar esos testimonios, en lugar de prevenir ese delito, investigarlo y sancionar a los culpables, las autoridades suelen decir que son meras quejas y, por lo tanto, presunciones de violaciones a derechos humanos. Bajo esa lógica, nadie debería presentar una queja si, de antemano, está descalificada por quienes se supone protegen a los ciudadanos y hacen respetar la ley.

Si las quejas no convencen de que en Jalisco se tortura, otro indicador son las recomendaciones de la propia CEDHJ. La 26/2008, por ejemplo, dada a conocer en octubre de 2008, y dirigida al procurador de Justicia del Estado, Tomás Coronado Olmos, señala que a la víctima la trasladaron a las instalaciones de la Procuraduría en la calle 14, de la Zona Industrial. En una camioneta de redilas y techo tapado, “le vendaron nuevamente los ojos y lo golpearon. Después lo llevaron a un terreno, y sin bajarlo del vehículo, le colocaron aros aprehensores y con la cara tapada le golpearon los costados, el rostro, le dieron toques eléctricos en los testículos, el pene y el pubis, al tiempo que le echaban agua en esas partes. También en la cara, las mejillas, los labios, en los dedos de pies y manos y en ocasiones en el cuello”.

Hay más ejemplos de crueldades, como las que narra la Recomendación 29/2008. Gente detenida y torturada opta por no presentar denuncias, por las seguras represalias que enfrentaría. Sin embargo, Coronado Olmos recién dijo que en Jalisco “no se ha comprobado un solo caso de tortura”, y descalificó las recomendaciones —y de paso el trabajo de la CEDHJ—, al señalar que éstas no significan “una cosa ya cierta”.

¿Cómo se harán las investigaciones en la Procuraduría que no han “comprobado un solo caso de tortura”? El procurador, ¿realmente sabrá lo que hacen sus agentes? ¿O los solapa?
Un solo caso de tortura bastaría para socialmente indignarse y no permitir que ocurran más. Si desea recuperar su alicaída fuerza moral, la CEDHJ debe actuar con energía contra la tortura y la cultura policiaca que la avala.