El PAN, partido

Ni fue lo terso que se esperaba, ni se lograron limar las asperezas, pero con todo y ello, César Nava Vázquez despacha ya como presidente nacional del Partido Acción Nacional (PAN) por lo que resta de este año y el próximo.
La elección del nuevo dirigente blanquiazul mostró que el partido se encuentra en franca descomposición interna, y que si no se fracturó con lo que algunos consideran como una imposición presidencial, fue precisamente para no contravenir estos designios y mostrarse obvios.

Sin embargo, la ceremonia de entronización de César Nava fue un verdadero duelo de esgrima verbal entre los dos principales grupos en conflicto, y donde permearon los intereses personales, por encima de los partidistas.
Germán Martínez Cázares aprovechó su discurso de despedida como dirigente nacional del partido para arremeter en contra de Santiago Creel Miranda y las decenas de permisos para el establecimiento de casinos otorgados durante la gestión del hoy senador en la Secretaría de Gobernación.

Estamos esperando todavía, de algunos de los que hablaron, explicación de esas concesiones, dijo.
Y es que antes de eso, Creel Miranda insistió en que es un error elegir al dirigente nacional del partido antes de reflexionar sobre la derrota del pasado 5 de julio.

Otro de los grandes impugnadores sobre el método seleccionado para elegir al nuevo dirigente partidista fue Javier Corral, el que reafirmó su guerra en contra del duopolio de las televisoras, por lo que llamó a la dirigencia a revisar sus relaciones con poderes fácticos como son los sindicatos, estructuras y las televisoras.

El debate se tornaba ríspido, ante la presencia del Presidente Felipe Calderón y su esposa Margarita Zavala, por lo que el todavía dirigente nacional optó por cortarlo y poner a consideración de los consejeros si el tema se encontraba suficientemente discutido, sin importar que faltara una ronda de 10 oradores, entre los que se encontraba el propio Ejecutivo federal.

De esa forma, sin satisfacer a los inconformes y con una gran carga de impotencia encima, Martínez Cázares pudo entregar la dirigencia nacional con una gran satisfacción: exhibir a sus enemigos internos, dejándoles clavadas un par de banderillas en todo lo alto.

Ahora toca a César Nava Vázquez iniciar el trabajo de tejido fino, para intentar frenar una división más profunda que pueda repercutir en una derrota mucho más dolorosa el año próximo en los 10 estados en los que elegirá nuevos gobernadores.

Y es que esos procesos electorales son considerados, desde ahora, como sumamente complicados para el partido blanquiazul, en donde podría hasta perder los estados que actualmente gobierna, con escasas posibilidades de triunfo en los restantes ocho.

El trabajo del nuevo dirigente panista inició desde el mismo día de su toma de posesión, cuando anunció la incorporación a su equipo de trabajo de algunos de los personajes que alzaron la voz en su contra, aunque éstos definirán si aceptan estrechar la mano extendida del que tanto criticaron.

Las otras etapas que deberá emprender será la de apagar todo el fuego al interior del partido y el revuelo generado por la forma en que surgió su crecimiento político y su llegada a la dirigencia nacional partidista y regresar al partido a sus orígenes.

También el salvar los procesos electorales pendientes en los que participará su partido, los que se inician el 19 de octubre con los comicios locales en Tabasco, Entidad en la que el PAN se encuentra distante de obtener alguna victoria en los distritos o ayuntamientos en competencia.

Es tan pobre la presencia de este partido en ese Estado, que los diputados con los que cuenta son disidentes priistas que se afiliaron al blanquiazul para obtener un cargo de elección popular, alcanzado por la vía plurinominal.
Los dos diputados federales son los ex priistas Gerardo Priego y Juan José Rodríguez Prats, y el único local es el también ex tricolor José Antonio de la Vega Asmitia.

Después se dará a la tarea de encontrar buenos aspirantes para, conjuntamente con la dirigencia estatal, enfrentar los comicios en estados donde se le conceden pocas oportunidades de triunfo a su partido.

Es cierto que gobiernan Tlaxcala y Aguascalientes, pero lo hacen con mandatarios más cercanos al priismo que al partido que los llevó al triunfo. Héctor Ortiz Ortiz es un ex priista que gobernó con ese partido en un par de ocasiones la capital del Estado y llegó al Congreso de la Unión, además de presidir el Partido Revolucionario Institucional (PRI) a nivel estatal.

Luis Armando Reynoso Femat si bien no militó directamente en el partido tricolor, sí mantiene mucha afinidad con ese partido del que formó parte su padre y por la cercanía con algunos gobernadores de ese partido.
En los restantes ocho, Puebla, Oaxaca, Tamaulipas, Veracruz, Sinaloa, Zacatecas, Chihuahua y Durango, se advierten, a la distancia, escasas las posibilidades de triunfo.

Algunos de esos estados cuentan con candidatos perfilados con antelación para competir con sus adversarios priistas y perredistas.

Puebla apunta hacia el senador Rafael Moreno Valle; Veracruz tiene en Miguel Ángel Yunes, director del ISSSTE, su principal prospecto; Sinaloa ve en el subsecretario de Economía, Heriberto Félix Guerra, un serio adversario; Chihuahua apunta hacia el senador Gustavo Madero; en Durango el senador Rodolfo Dorador; Aguascalientes con el senador Rubén Camarillo; en Zacatecas se perfila el alcalde de la capital Cuauhtémoc Cardona; en Tamaulipas la subsecretaria de Salud, Maki Ortiz, y en Oaxaca todo apunta a una alianza con el senador convergente Gabino Cué Monteagudo.

Por lo que se advierte que por prospectos electoralmente atractivos no para el partido, aunque habrá que convencer a la ciudadanía para votar por ellos.

RAMÓN ZURITA SAHAGÚN / Periodista.
Correo electrónico ramonzurita44@hotmail.com