Martes, 26 de Noviembre 2024
México | HISTORIAS DE REPORTERO POR CARLOS LORET DE MOLA A.

Dos mil 900 millones: el cover del Bicentenario

‘‘La Estela’’ es sólo una muestra del desastre en que se ha convertido la fiesta oficial

Por: EL INFORMADOR

Carlos Loret de Mola.  /

Carlos Loret de Mola. /

La “Estela de Luz”, el monumento de 104 metros con el que el Gobierno federal busca recordar el Bicentenario de la Independencia, va a costar el doble y no va a estar listo para la fecha histórica, porque si lo terminan a tiempo, al primer sismo se cae. En realidad lo que está tambaleante y luce frágil es la organización de lo que debería ser la Gran Fiesta de México.

Unos estudios en Canadá demostraron que “La Estela” no aguanta ni vientos fuertes. Una reevaluación exhibió que en lugar de 393, va a significar 690 millones de pesos. Y una declaración del recientemente nombrado organizador de los festejos, Alonso Lujambio, secretario de Educación, reveló que lleva un cuarzo que en Brasil no han ni extraído y un acero que en Finlandia no han producido.

“La Estela” es sólo una muestra del desastre en que se ha convertido la fiesta oficial. Otro botón es que a 56 días del Bicentenario, el Gobierno cambió por quinta ocasión de organizador:

El primer encargado fue el perredista Cuauhtémoc Cárdenas, nombrado en junio de 2006 por el entonces presidente Fox. Renunció cinco meses después, en medio del conflicto postelectoral protagonizado por López Obrador.

Ya como Primer Mandatario, Felipe Calderón propuso en enero de 2007 al historiador Enrique Krauze. Nunca se concretó. En marzo de ese año designó al entonces titular de Conaculta, Sergio Vela, como coordinador ejecutivo. En septiembre del mismo 2007, el Presidente anunció que Rafael Tovar y de Teresa coordinaría la conmemoración. Y así, finalmente, un año después de lo prometido, se presentó el primer Programa Oficial para la celebración.
Pero en octubre de 2008, Tovar y de Teresa renunció a organizar el Bicentenario, dejándolo en manos del doctor José Manuel Villalpando.

Apenas el 21 de julio de este 2010, a 56 días de lo que debería ser la Gran Fiesta de México —en medio de los cuestionamientos sobre un gasto de mil 200 millones de pesos para lo que parece ser una simple noche de grito más y sembradas las dudas sobre si la remoción de Patricia Flores de la jefatura de la Oficina de la Presidencia tuvo que ver con los manejos de esos fondos—, otro golpe de timón hace que el primer mandatario delegue en la SEP el tema.

A diferencia de la influenza, la crisis económica, las balaceras, los huracanes, la caída de la producción de petróleo, la sequía de 2009, el Bicentenario no “brincó” de sorpresa en medio de la coyuntura: se sabía con 200 años de anticipación, o cuando menos con cuatro, al llegar a Los Pinos. Pero no se previó nada. No se le dio importancia. Y al cuarto para las 12, la Fiesta que costará al menos dos mil 900 millones de pesos, no se antoja.

Saciamorbos

Es para poner un Grito.

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