Miércoles, 27 de Noviembre 2024
México | POR GENARO LOZANO

Atole con el dedo

En varios de esos temas, a nivel local o federal, los legisladores no hacen más que darnos atole con el dedo

Por: EL INFORMADOR

Genaro Lozano.  /

Genaro Lozano. /

Acaba de iniciar un nuevo periodo de sesiones en el Congreso de la Unión, y las expectativas son muchas en torno a lo que deberían hacer los 628 hombres y mujeres que nos representarán tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado y en las legislaturas locales, como el Congreso de Jalisco.

Expectativas que giran en torno a temas federales, como la reforma política o la educativa, pero también en torno a temas locales, como que los legisladores jaliscienses, y en específico la Comisión de Responsabilidades del Congreso de Jalisco, entreguen cuentas claras sobre el destino de 94 millones de pesos, provenientes de fondos públicos, que fueron depositados en cuentas bancarias personales de los coordinadores de bancadas de la Legislatura pasada.

En varios de esos temas, a nivel local o federal, los legisladores no hacen más que darnos atole con el dedo (esa expresión tan mexicana que no necesita explicación).

Atole con el dedo, porque adquieren compromisos en sus campañas para llegar al poder, que luego no cumplen. Atole con el dedo, porque una vez que los políticos llegan al Congreso o a la Presidencia, los ciudadanos nos quedamos sin forma alguna de llamarlos a la rendición de cuentas.

Precisamente por todo ello, un grupo de activistas de la denominada Asamblea Nacional Ciudadana (ANCA), los mismos que han liderado otras propuestas como el voto nulo, el “Ya Bájenle” al financiamiento de los partidos políticos o el “aventón ciudadano”, ahora lanza una nueva campaña llamada “Atole con el dedo”, con la que desean regresarle a los legisladores de manera simbólica ese atole que nos han dado a la ciudadanía.

Esta semana, un grupo de esos activistas estuvo afuera del Senado con un atole para dárselo a los senadores que pasaron por ahí. La misma experiencia se replicó en la sede del Congreso de Jalisco con un grupo de activistas de la ANCA que también repartieron atole a los legisladores locales. Ambos eventos fueron una protesta simbólica.

Más allá del peso simbólico, lo cierto es que estos eventos sirven para interesar a personas, principalmente jóvenes, que antes no estaban interesadas por temas políticos a informarse.
 
Eventos como el atole con el dedo, o como las propuestas anteriores, son también una oportunidad para encontrar talento, formar cuadros nuevos que se comprometan con romper el famoso dilema de la acción colectiva —que se salgan de la comodidad de su vida o círculo seguro— para hacer algo por su cuadra, por su localidad, por su Estado o por México.

El activismo político en México es variado.

Desde el profesionalizado, en torno a un conjunto de organizaciones que lo mismo hacen investigación aplicada para darle seguimiento a la labor de los legisladores, especialmente al presupuesto, que organizaciones con expertos en temas de derechos humanos que dan seguimiento a la situación en el país.

En ambos casos, esas organizaciones buscan incidir en políticas públicas.

Es cierto, también está el activismo de vieja guardia, el formado en las calles, el desarticulado o el articulado, el que es controlado por líderes de movimientos o de sindicatos, el que cierra calles, marcha multitudinariamente o se planta fuera del Zócalo.

Y sin embargo, grupos como ANCA, y no es el único, están haciendo una nueva forma de activismo, combinando aspectos del activismo “profesionalizado” con el tradicional.

Algunos de sus integrantes tienen experiencia previa en partidos políticos; otros haciendo campañas políticas; unos más en esas organizaciones de investigación aplicada; otros no tienen experiencia previa en nada político; pero la forma en la que se articulan no es demagogia, sino una semilla de construcción de ciudadanía.

Hay espacio para todos los activismos en México, a final de cuentas.

Afortunadamente ya no vivimos en la era del PRI que en efecto tanta demagogia le dejó a este país.

Yo prefiero un país en el que haya más activismos, de todos los tipos, a uno de una ciudanía pasiva, victimizada o encerrada en su torre de marfil.

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