Lunes, 20 de Enero 2025
México | LIBRE DIRECTO POR JAIME GARCÍA ELÍAS

* “Lástima de sangre”

En el teleférico de Zacatecas, el operador señalaba a los pasajeros, allá abajo, una quinta señorial

Por: EL INFORMADOR

En el teleférico de Zacatecas, el operador señalaba a los pasajeros, allá abajo, una quinta señorial.

—Ésa fue la mansión del Marqués de No-sé-qué, quien era propietario de varias minas de plata. Actualmente es la casa de un servidor...

(Cuando comprobó que todos los pasajeros, entre sorprendidos e incrédulos, volteaban a verlo, el operador completó la frase):
—...público.

La risa generalizada que epilogó la anécdota, hizo las veces de un plebiscito: que un honesto trabajador sea propietario de una finca principesca, es inaudito; que lo sea alguien que haya ocupado un cargo público, es —en este país, al menos— lo más natural.

*

A propósito de la nota más importante de la semana anterior (las airadas reacciones que suscitó la aprobación del “paquete fiscal” para 2010 en la Cámara de Diputados), la irritación por el correspondiente anuncio se justifica plenamente. Ni siquiera la alambicada justificación, en nombre de los supuestos beneficios sociales que se desprenderán del aumento generalizado de impuestos, alcanza a hacer, siquiera (disculpas anticipadas por la grosera analogía), las veces de vaselina que suavice la aplicación del odioso bitoque.

No es tanto, como suele decirse, que nadie quiera pagar impuestos. Tampoco es, como a veces se piensa, que el ciudadano común sea tan necio para no entender que los servicios públicos que demanda (seguridad, salud, educación...) cuestan dinero. Ni es, tampoco, que no considere que es de elemental justicia que quienes administran honestamente el dinero del pueblo y se lo reintegran en forma de servicios, merezca vivir honestamente... Lo que sucede es que para el susodicho ciudadano común son mucho más notorios los privilegios de los gobernantes que los beneficios que alcanzan a los gobernados. En otras palabras: las viandas que llegan a las mesas de los señores son ofensivamente mayores que las insignificantes migajas que buenamente caen hasta el piso en que malcomen los lacayos.

*

Se antoja pensar, por alguna misteriosa razón, que viene a cuento la frase de Luis Cervantes, uno de los personajes de “Los de Abajo”, al prever que quizás el cambio que buscaba el pueblo a través de la Revolución, hace 100 años, resultara frustrado: “Pueblo de tiranos, pueblo sin ideales: lástima de sangre”.

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