Diosa de la sabiduría, las artes y la guerra en la mitología romana, la Minerva llegó a la capital jalisciense en 1956, cuando el escritor Agustín Yáñez era gobernador del Estado. Joaquín Arias fue el escultor que le dio forma al que se convertiría en un icono de la ciudad, punto de encuentro para celebraciones deportivas, sociales y políticas. Ubicada a unos metros de los Arcos de Guadalajara, la silueta de esta dama se ha vuelto sinónimo de la localidad, al ser una importante estampa turística.Dicen que no hay progreso sin quejas, y así pasó con la instalación de la glorieta de la Minerva: en un ejemplar de 1956 (viernes 23 de marzo) se leía en primera página de El INFORMADOR sobre la afectación de propietarios de terrenos cercanos a la famosa estatua, que a la larga les dio mayor plusvalía.Otras críticas en sus primeros meses de vida fueron por su estética y composición: para algunos, la “Minerva” no reflejaba la identidad local al ser europeizante. Un detalle más que sus detractores señalaban era el supuesto desequilibrio entre el cuerpo y la cabeza, críticas que casi generan que se modificara la estatua, pero profesionales en la escultura dieron fe de que las proporciones eran correctas.Por estar en un cruce importante de avenidas (antes carreteras, al momento de su creación), la Minerva ha gozado de un amplio espacio a su alrededor, otro de los motivos por los cuales puede albergar grandes cantidades de gente. Es así que para los melómanos, la glorieta ha significado el epicentro de conciertos masivos. En años recientes, artistas de la talla de Marc Anthony, Vicente Fernández, Ana Torroja (Mecano) o Saúl Hernández (Caifanes) cantaron a unos metros de la Minerva y frente a más de cien mil espectadores; todo esto en el marco del evento, “Jalisco en Vivo”.A la par de la música, la glorieta ha recibido las celebraciones por los triunfos deportivos de las Chivas, aunque esta usanza se remonta a los noventa: aún en el campeonato de 1987, las celebraciones se seguían concentrando mayoritariamente en pleno centro de la ciudad. Fue hasta el título del verano de 1997 cuando los rojiblancos festejaron en grande alrededor de la diosa. Por la selección mexicana de futbol, en la glorieta se han dado cita entusiastas desde el mundial de 1994. La dejan guapaDurante medio siglo de vida, las “arrugas” del tiempo aparecieron en la preciada Minerva tapatía. Hubo esfuerzos por mantenerla “joven”, algunos hechos con las mejores intenciones pero sin recurrir a las técnicas adecuadas.En julio de 2016, la estatua y su fuente recibieron una restauración mayor. Karla Jáuregui fue la encargada del proyecto, impulsado por el alcalde de Guadalajara, Enrique Alfaro. Con un costo de ocho millones de pesos la intervención fue una profunda rehabilitación y adecuación de sus circunstancias. Desde darle brillo a las letras doradas que descansan en su base, mantenimiento a las tuberías de la fuente, hasta impermeabilizar y resoldar la superficie de la figura.En el proceso se encontró que hubo intervenciones irregulares, donde se adhirieron materiales poco aptos para la escultura. La restauración tuvo también hallazgos curiosos, como un pequeño orificio, producto de una bala de la que se desconoce el origen.La limpieza y restauración del monumento se dio por terminada y reinaugurada con el pase a la final del futbol mexicano de las Chivas, que devino en la obtención de un campeonato más para el equipo tapatío. Aunque todavía faltaban detalles para que estuviera al máximo de su funcionamiento, alrededor de la glorieta acudieron aficionados al equipo, para celebrar el título y la renovada Minerva.Este artículo forma parte de la edición conmemorativa de los 100 Años de EL INFORMADOR. El resto de los contenidos especiales están disponibles en ESTE ESPACIO y también puedes consultar la versión hojeable digital PULSA AQUÍ.