Una Vía RecreActiva sin tacos

La escena es frecuente: una medida dictada por la autoridad provoca que unos brinquen de emoción y otros se entreguen a la desesperación. Si Chapultepec se vuelve peatonal, hay vecinos que sentirán que el Ayuntamiento por fin entiende de qué se trata la zona, pero habrá habitantes en las calles aledañas que piensen que es la medida más torpe del planeta por hacerlos sufrir con la desviación de la ruidosa ruta 626.

En Tonalá, en el área de Loma Dorada, la Vía RecreActiva generó espacios de juego para cientos de niños (y cómo hay infantes por ahí: enanos en patines, en minibicis, en carritos, en carriolas y en patinetas), pero se pasó a fregar a muchas familias de la zona que cada domingo sacaban sus cazuelas y sus tortillas para vender tacos de fin de semana. Como el reglamento de la vía dice que no puede haber comercios sobre la calle, los taqueros, los jugueros y los torteros lograron que la vía se cerrara antes de llegar a ellos, liberándoles cerca de 10 cuadras.

Y que se arma la de tos. Olviden las manifestaciones en Arizona… para batallas las de los rebeldes de Tonalá. El primer fin de semana, cuando despertaron sin vía frente a sus casas, pelearon con los coches y las patrullas. El segundo fin de semana pusieron lo que pudieron para cerrar el paso vehicular: piedras, cuerdas y voluntad. Ya para el tercer fin de semana, correspondiente al 25 de abril, ya habían logrado abrir otra vez la vía con el beneplácito de la autoridad que la había cerrado.

Sólo les costó dos fines de semana lograr su objetivo, pero lo más interesante es que lo hicieron de la mano de los comerciantes. Mientras la autoridad ahondaba divisiones en las posturas (promoción económica versus esparcimiento), los vecinos se pusieron de acuerdo con los jugueros, los torteros y los taqueros para que, en sus 10 cuadras, hubiera vía y también puestos de comida, cómo no.

El ejemplo sirve para reflexionar sobre la rigidez de los modelos de políticas públicas. Copiar las normas como si la realidad fuera igual en todas partes, como si los actores fueran idénticos en Bogotá y en el Distrito Federal, como si las necesidades fueran las mismas siempre, es la forma más directa de echar a perder las buenas ideas en políticas públicas. No debe hacerse igual la vía en el centro tapatío que en Loma Dorada. La cantidad de gente es distinta, la relación que tiene con su entorno es diferente. Jugos en medio de Juárez son impensables, pero Paseo Lomas del Sur sin tacos de barbacoa en domingo, oiga no, no tiene chiste.