Reloj de Asfalto

Pareciera, como se ha dicho antes, que México está hecho de muchos barros, de pequeños países, de islas. Pareciera que nos esforzamos profundamente en no ver al elefante en la habitación. O consideramos que cada habitación es un departamento independiente.

Parece que el Chiapas de los zapatistas está en un reino muy lejano, que la violencia que azota cada vez más partes del país es ajena a lo que nos sucede a los que aquí habitamos. La Sultana del Norte está tan lejos como Mozambique, las ciudades fronterizas están en un plano dimensional paralelo.

Si no entendemos nuestra historia local, si fraudes asquerosos, como los chalecos azules, nos pasan desapercibidos, si permitimos recuerdos al onomástico materno en casa, qué podemos esperar en torno a la idea de un frente, una unidad regional y nacional.
Ni siquiera sabemos lo que pasa en Jalos.

El vómito electoral en las distintas regiones, con toda clase de lobos vestidos de abuelita y escándalos dignos de revista roja de telenoveleros (fulana se inyectó carbono 14 en el seno izquierdo…
perengano le pasó una lana a mangano para que quemara la guardería con el hijo de zutana…), se nos antoja espectáculo que vino de Marte o por lo menos se transmite desde el planeta rojo.

Imagínense que unos gastan recursos públicos en espiar a otros para acusarlos de que gastan recursos públicos en campañas electorales de sus partidos, cuando francamente el fraude y el desvío de recursos ya deberían estar regulados por el IFE y la Conmebol.

Pero bueno, el hartazgo en un lejano lugar llamado Oaxaca, donde se comen los chapulines (que no los grillos), ha llegado al punto de que al tal Ulises Ruiz (acusado y absuelto, a ojos de las cortes, pero no de los ciudadanos, de cuanta negra cosa se nos pueda ocurrir)  es videograbado por ciudadanos en cuanta ranchería se para, demostrando una y otra vez estos videos que Ulises hará lo que sea para aplicar una victoria electoral en el estilo “haiga sido como haiga sido”, tan de moda hoy en las esferas electorales.

Esta Oaxaca manchada de sangre por Ulises, golpeada, alzada en lucha, derrotada y olvidada por nosotros, hoy vive, al borde de la violencia o en el centro de la misma, un proceso electoral marrullero y complicado. No estaría mal que los electricistas, los mineros y los otros menos activos ciudadanos nos uniéramos como observadores atentos, por lo menos. Que usáramos ese proceso como pretexto para iniciar el camino a una sociedad civil interesada en sí misma, organizada y dispuesta a defender colectivamente sus más básicos derechos.

Desafortunadamente es mucho más importante el “Chicharito” Hernández.