Porque no saben sumar

Casi me da miedo recurrir a un liberal de la talla de Milton Friedman, porque cuando eso hago abro agujeros en la red de mis amigos. Como si el hombre comiera niños. Y sin embargo, insisto, porque algo de necia he de tener y porque la lógica con la que argumenta es imbatible, porque sus posturas son inteligentes, porque mueve ideas en su contra y a su favor.

Ni modo, me arriesgo y lo cito: hace más de 10 años se publicó un artículo suyo sobre la legalización de las drogas titulado The War We are Loosing (La guerra que estamos perdiendo), en donde recurría al extraordinario método de analizar los fundamentos de cada postura, más que las ventajas de una y de otra. Cómo argumentan quienes defienden la legalización, qué silogismos utilizan los artífices de la guerra contra el narcotráfico, cuáles son las premisas que eligen unos y otros. Y he aquí que en ambos bandos lo que se detecta es la falta de lógica.

Eso viene a cuento hoy, más que por la guerra contra el narcotráfico, por el método analítico: la mayoría de la gente no sabe pensar. En prácticamente todos los temas difíciles se esgrimen falacias, se levantan dogmas, se repiten frases masticadas que, de tanto dar vueltas, perdieron su origen y su significado. Y ya lo dijo Dupont: “Le ha hecho mucho más daño al mundo la incapacidad lógica que la maldad deliberada”.

Esa incapacidad lógica puede tener muchos orígenes, incluso justificaciones de tipo socioeconómico, pero de ninguna manera debe ser negada. Si en Jalisco los niños de primaria no pueden hacer divisiones, si los adolescentes de secundaria no pueden combinar operaciones y los jóvenes de las preparatorias están en lamentable estado de ignorancia frente al uso de variables, entonces no hay forma de pedir que la clase política derive conclusiones verdaderas de premisas verdaderas y siga el camino directo, honesto, franco y limpio de los silogismos bien construidos. En otras palabras: no hay forma de que no se hagan bolas.

Esta semana se publicaron los magros resultados que alcanzan los alumnos evaluados por ENLACE en la Universidad de Guadalajara (UdeG). Los datos son demoledores y entristecen a cualquiera, porque aunque la Universidad ha hecho esfuerzos por levantar con educación a los jóvenes y tiene planteles de calidad extraordinaria, ese problema la rebasa. Ése no es un problema de la universidad pública, multipremiada en el nivel de educación superior. La incapacidad lógica es un asunto de todos, un problema mayúsculo que requiere atención del Gobierno del Estado, de los medios de comunicación, de los actores políticos entrampados en idioteces que nada tienen que ver, como esto, con el futuro.

Luego por eso destinan más dinero a casas de enlace de diputados que a Protección Civil, por eso buscan consejeros electorales afines a sus partidos: porque no son capaces de hacer escaleras lógicas con más de un peldaño y no alcanzan a ver lo que al final, sí los beneficia. ¿Por qué? Porque en el fondo, no saben sumar.