Jalisco | Según yo por Paty Blue Para optimistas, los mecánicos Nada como el Año Nuevo para alentar las ilusiones y fortificar el espíritu Por: EL INFORMADOR 23 de enero de 2011 - 04:38 hs Nada como el Año Nuevo para alentar las ilusiones y fortificar el espíritu, sobre todo, cuando nos toca en suerte toparnos con gente llana, franca, rebosante de optimismo y buenas intenciones, de ésas que hacen erupción por temporada. Recién estrenada la siguiente tanda de 52 semanas, y no obstante los muchos motivos que los gobernantes nos regalan para mortificarnos, todo parece volverse alegre y campanudo, pletórico de abrazos fuertes y expresiones de buenos deseos. Abundan los propósitos firmes y las caras sonrientes, como un halagüeño anticipo de que durante los trescientos y tantos días seremos otros, corregidos y mejorados respecto a la versión que de nosotros mismos concluyó con el año terminado. Y no se si será la temporada o la ilusión de que el tramo por andar siempre traerá cosas mejores (peores, imposible), pero pocos gremios reconozco tan optimistas como los mecánicos automovilísticos que, a lo sumo en tres minutos, elaboran un diagnóstico, amortiguan el apuro y echan a andar la esperanza de que el armatoste que arribamos a sus feudos no está del todo perdido y es objeto de reparación en un par de horas. Pues resulta que mi sufrido patas de hule resolvió de pronto improvisar sus propios villancicos con las bandas que hacía chirriar en cada arranque, y lo hacía con tal sonoridad, que más de tres vecinos parecían condolerse del pobre dirigiéndome acres miradas de reconvención por mi desparpajo. Pero justo el primer día laborable del año resolvió no andar más, y cuando se toma semejantes atribuciones no me queda más que correr en busca del profesional que lo haga volver al orden y, de paso, me ahorre la pena de andar preguntando cuánto cuesta el pasaje de un camión que ni siquiera sé por dónde pasa. Más sonriente que Santa Claus en vísperas, el mecánico me aseguró que el carro ameritaba una minúscula rectificación en una de sus impronunciables partes y que tal operación no le tomaría más allá de dos horas, que bien podría yo aprovechar para tomarme un cafecito en los alrededores, como si a mis a patrones les fuera a simpatizar tan ocurrente discurso. Tres horas después del lapso estimado por el cascabelero sujeto, quien arguyó una sarta de complicaciones adicionales a su diagnóstico original, recogí el automotor ensayando mi mejor gesto de contrición para presentarme a trabajar con sesenta minutos de retraso. En el trayecto de regreso, la radio enmudeció a la par que el claxon, y las luces del tablero comenzaron a parpadear, como inequívocas señales de que algo con la electricidad no andaba en sus cabales. A fuerza de jaculatorias alternadas con denuestos y amenazas de cambiar mi cachivache por un BMW, conseguí llegar a casa antes de que el automotor se pronunciara por la inmovilidad total. Al siguiente día que acudí en busca del mecánico de marras e igualito que mi ilustre automotor, ni sus luces. Luego supe que había tomado rumbo a la playa para tomarse vacaciones extemporáneas, pero ya llegará y yo, de aquí a entonces, ya sabré cuánto cuesta el pasaje de un camión y por dónde pasa. patyblue100@yahoo.com Temas Paty Blue Según yo Lee También Sociales: Freedom Moves, caminando por la libertad Studio Noise Sociales: Brenda Padilla, dulce espera de Isabel Sociales: Clásico Tapatío, una experiencia deportiva única Sociales: C&A abre sus puertas en La Perla Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones