¡Me la robó en mi cara!, señala víctima de ''motoladrones''

GUADALAJARA, JALISCO (12/SEP/2012).- "¡Me la robó en mi cara!", platicó alterado Pedro Juárez. "¡En mi cara, el muy desgraciado!", repitió. "Él apenas era un chamaco de unos 20 años. Yo estaba trabajando en una de las mesas que da a la calle (en un conocido café de la calle Libertad, a media cuadra de Avenida Chapultepec), concentrado en la pantalla de mi computadora y, así como de reojo, veo que alguien se acercó desde la banqueta. Me arrancó la computadora de mis propias manos y se echó a correr.

"Yo me brinqué un muro bajito que dividía al café de la calle para perseguirlo pero, antes de que lo alcanzara, él saltó sobre una motoneta que un compañero suyo ya tenía encendida y lista para pelarse. Corrí hasta la esquina, persiguiéndolos, y a la distancia alcancé a ver una patrulla.

"Le grité a los polis para atraer su atención, les expliqué lo que había pasado y me subí a su vehículo para peinar con ellos las esquinas y ver si, con algo de suerte, los encontrábamos. El que iba manejando me dijo '¡Uuuuuy, joven! A cada rato, eh. A cada rato. Y ni cómo agarrarlos, la verdad'. Y tenía toda la razón, ni cómo agarrarlos, porque por más que dimos vueltas nomás no encontramos nada".

Pedro es una más de las muchas víctimas de los 'motoladrones' que acechan las calles del centro de Guadalajara y zonas como Chapultepec. Un problema que pareciera se le ha ido de las manos a las autoridades, ya que  son cada vez más recurrentes. Hace ya un año desde que a Pedro le robaron su computadora. Aún recuerda ese día, como si fuera ayer, ahora que se hizo público que continúan los "motorrobos".

"¿Y denunciaste el robo?",  se le preguntó a Pedro. "Fíjate que no", respondió, "y hoy, ya pasado el tiempo, me arrepiento de no haberlo hecho. Pero ya me fregué. Tuve que comprarme otra computadora financiada a 12 meses con mi tarjeta de crédito y, para serte sincero, el coraje lo siento más con el que terminó comprando mi computadora que con el que me la robó, porque quien la compró seguro fue alguien que, como yo, pudo usar su tarjeta para comprársela, y yo le vi los ojos al que me la robó y se le notaba que tenía más miedo que yo".

Para animarse a hacer algo así hay que tener necesidad de a deveras, reflexionó Pedro. "Si me volviera a pasar algo así, me iba derechito a denunciar, porque no podemos quedarnos así nomás sin hacer nada".  

EL INFORMADOR / JUAN ALBERTO BARRAGÁN