Martes, 26 de Noviembre 2024
Jalisco | Al revés volteado por Norberto Álvarez Romo

Llegó el Bicentenario, aproximadamente

Celebramos ''el grito'' de Don Miguel Hidalgo y Costilla el día 15 de septiembre porque así lo instauró, un siglo después, el general Porfirio Díaz

Por: EL INFORMADOR

Los mexicanos, ensalzados en el patriotismo de nuestra independencia, hacemos poco caso a la fecha real en que se efectuó su reconocimiento, por parte de otras naciones, en la figura con que se oficializa nuestra separación de la corona española. Celebramos más bien una fecha (11 años antes que la aparición del Acta de la Independencia) cuando se reinició un proceso impreciso que terminaría eventualmente en ella.

Celebramos “el grito” de Don Miguel Hidalgo y Costilla el día 15 de septiembre porque así lo instauró, un siglo después, el general Porfirio Díaz para festejar el día de su propio cumpleaños. Poco importa la precisión; mucho importa el festejo.

Antes todavía que el levantamiento del año 1810, la ocupación francesa de España en 1808 desencadenó una crisis política que prendió en el primer movimiento insurgente hacia nuestra independencia. Ese año, los reyes Carlos IV y Fernando VII abdicaron sucesivamente en favor de Napoleón Bonaparte, que dejó la corona de España a su hermano José Bonaparte. Como respuesta, el Ayuntamiento de México instaló la primera junta soberana ante la ausencia del rey legítimo. El gesto condujo a un contragolpe de Estado que llevó a la cárcel a los cabecillas regidores criollos del movimiento. No obstante, con esta mecha encendida se puso en marcha la inercia del alzamiento que vendría para toda Latinoamérica.

Lo celebrado fue un movimiento social bélico que empezó, desde el púlpito excomulgado, alentando levantar en armas a todo un pueblo súbdito para rebelarse contra las fuerzas invasoras extranjeras que habían tomado cautivo al rey en Europa; al cual querían, a como diera lugar, restaurar en su trono y seguirle rindiendo honorable tributo. Sin embargo, lo que en su inicio fue un movimiento, reclamando a gritos la recuperación del trono para Fernando VII, preso por el nuevo imperio francés, luego se invirtió, en un abrir y cerrar de ojos, de ser un amor desbordado ante la corona española, hasta volverse el odio hacia todo lo que representaba. El ¡Viva el Rey! inicial, se fue transformando hasta el ¡Mueran los Gachupines, todos! La llama que se reencendió con el Grito de Dolores aquel 16 de septiembre de 1810 duró unos 14 años más, aproximadamente.

Dice parte del ACTA DE INDEPENDENCIA DEL IMPERIO MEXICANO, de fecha 28 de septiembre de 1821 (suscrita por sólo 35 individuos): “La nación mexicana, que por trescientos años ni ha tenido voluntad propia, ni libre el uso de la voz, sale hoy de la opresión en que ha vivido”.

“Restituida, pues... del modo que más convenga á su felicidad, y con representantes que puedan manifestar su voluntad y sus designios, comienza á hacer uso de tan preciosos dones y declara solemnemente, por medio de la Junta Suprema del Imperio, que es nación soberana é independiente de la antigua España, con quien en lo sucesivo no mantendrá otra unión que la de una amistad estrecha en los términos que prescribieren los tratados: que entablará relaciones amistosas con las demás potencias, ejecutando, respecto de ellas, cuantos actos pueden y están en posesión de ejecutar las otras naciones soberanas: que va á constituirse con arreglo á las bases que en el Plan de Iguala y tratados de Córdoba estableció sabiamente el primer jefe del ejército imperial de las tres garantías, y en fin, que sostendrá á todo trance y con el sacrificio de los haberes y vidas de sus individuos (si fuere necesario) esta solemne declaración, hecha en la Capital del imperio á 28 de Setiembre del año de 1821, primero de la independencia mexicana”.

Hubo un intento anterior al de 1821 cuando se quiso cantar victoria: el 6 de noviembre de 1813 el Primer Congreso de Anáhuac promulgó el ACTA SOLEMNE DE LA DECLARACIÓN DE LA INDEPENDENCIA DE AMÉRICA SEPTENTRIONAL “inspirada en las presentes circunstancias de la Europa”. Pero no. Todavía tampoco había llegado la hora de la verdadera independencia.

Finalmente, tras muchos períodos sangrientos, es hasta el año 1824 que realmente se justificaría, para algunos, reconocer que los sentimientos de nuestra soberanía naciente habrían de sobrevivir. El primer presidente del México independiente tomó posesión hasta el 10 de octubre de ese año, seis días después de que el Congreso General Constituyente aprobara la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos. Un día que, al parecer, aproximadamente, ya no se celebra ni se recuerda: el 4 de octubre.

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