Domingo, 24 de Noviembre 2024
Jalisco | La muerte en caída libre

LA CRÓNICA NEGRA

Por: Isaac de Loza

Por: EL INFORMADOR

Cuando el aire golpeaba su rostro durante los 35 metros que se mantuvo en agonía, un desgarrador grito pasó por sus cuerdas bucales. Inútil aunque instintivo, aquel alarido de ayuda sería su última exclamación en esta existencia; su mente se detuvo y los sentidos se apagaron tras la fuerte colisión contra el suelo.

Un arnés pudo salvar su vida, según dijeron las autoridades que acudieron a asistirlo (observación lógica), pero el dispositivo de seguridad no estaba en su contrato. Un solo casco, otorgado por “la empresa”, le daba el valor necesario para subir al séptimo piso y sostener la jornada laboral.

“Trabajar en Puerta de Hierro es una suerte”, si bien la carga de trabajo es mucha, contemplar a diario la belleza de unas calles “consentidas” por el ayuntamiento zapopano, no tiene precio. José Concepción Servando Paredes acudió gustoso esa mañana del jueves 29 de octubre a dar continuidad a la edificación que albergará gran cantidad de oficinas. Su suerte, escrita después del breve desayuno, establecía que la noche anterior, junto a su esposa, sería la última.

Una vida entregada a la labor, que la labor tomó gustosa. El hombre, de 41 años de edad, ascendió por unas escaleras al séptimo piso de la construcción y recogió unas canastillas que únicamente habría de trasladar a otro punto; sus pasos lo llevaron a una esquina peligrosa, donde una grúa tambaleaba.

Quizá por obra de un trabajador descuidado, o bien, por un malhadado ventarrón, los andamios que temblaban amenazantes comenzaron a oscilar con fuerza mayor. Justo en el momento que el obrero domiciliado en Tonalá pasó por el sitio, las estructuras metálicas amenazaron con golpearlo.

Él trató de esquivar un porrazo inminente, pero la falta de equilibrio y la fuerza de gravedad actuaron, ventajosos; se confabularon en su contra y al final, resbaló de una viga de acero que estaba mal plantada… ésta le brindó compañía en su caída libre.

El último grito que su garganta lanzaría salió en automático; 35 metros después, la inerte barra metálica tocó el suelo, aunque la estructura sólida únicamente minimizó el sonido del primer impacto. El contacto con la tierra fracturó varias partes de su cuerpo, aunque José Concepción Servando Paredes no resintió ninguna de esas heridas. Murió de manera inmediata por el brutal encontronazo.

Sus compañeros de labor, entre los que se hallaba un familiar, acudieron rápidamente a asistirlo. Testigos del lamentable hecho corrieron a un hospital que se encuentra justo enfrente de la obra y los médicos, a pesar de abandonar sus revisiones habituales al instante, constataron el deceso en cuanto constataron los signos vitales.
A la llegada de las autoridades policiales la zona se acordonó. El sigilo que pretendía darse a un lamentable accidente fue vencido por los medios informativos que acudieron momentos después, y la desatención en la seguridad de los empleados de construcción, como premisa para otorgarles un puesto, se puso en evidencia a nivel estatal.

Los peritos arribaron rato más tarde e iniciaron el minucioso estudio del lugar; la formulación de hipótesis comenzó. La Unidad Municipal de Protección Civil hizo lo propio y la Dirección de Obras Públicas procedió a una clausura temporal en la fuente laboral de decenas de empleados.

El cuerpo fue retirado en cuanto los peritajes concluyeron, y aunque el resultado de los mismos no ha sido revelado, hasta el momento no se han adjudicado responsabilidades. Al final, se trató de una triste eventualidad.
No obstante, metros adelante (menos de 200, según expertos) un colosal edificio de proporciones significativamente superiores se levanta muy por encima del futuro albergue de oficinistas.

Más de 20 trabajadores sufriendo las inclemencias del clima se encuentran atareados en lo que hasta el momento es la azotea. Algunos voltean ocasionalmente para rendir el homenaje de un momento de silencio y las condolencias al colega que se fue, a sabiendas de que un equipo que sostenga su cuerpo ante un hecho similar, por primitivo que sea, tampoco está atado a sus espaldas.

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