Jalisco | Arquitectura Juan Palomar indaga sobre la ciudad que queremos El área conocida como Las Colonias, en los alrededores de Chapultepec, es el objeto de estudio del arquitecto Por: EL INFORMADOR 27 de febrero de 2012 - 02:17 hs En la imagen, jóvenes en el camellón de Avenida Chapultepec, espacio público que ha cobrado nueva vida. / GUADALAJARA, JALISCO (27/FEB/2012).- Con el impulso de la beca del Sistema Nacional de Creadores de Arte otorgada por el FONCA y que busca propiciar mejores condiciones para los artistas que han realizado contribuciones significativas a la cultura mexicana, las colonias Reforma, Francesa, Americana y Moderna se encuentran bajo la lupa del arquitecto Juan Palomar Verea. Seleccionado en enero pasado por su proyecto de revitalización y refuncionalización de este cuadrante de la ciudad, explica que su objeto de estudio comprende el territorio que va de Enrique Díaz de León a la Minerva, y de Juan Manuel—avenida México a Circunvalación Washington, “donde se da la primera expansión de la Guadalajara del siglo XIX y principios del XX y donde se generan las primeras colonias — (las ya mencionadas) y algunas otras del West End— que conforman un polígono que tiene una gama de arquitectura muy interesante que va desde los últimos porfirianos, eclécticos, a la Escuela Tapatía de Arquitectura y luego a las primeras hechuras de los maestros y egresados de la Universidad de Guadalajara”. El conjunto de colonias es, sin lugar a dudas, un área rica en patrimonio arquitectónico y por ello es que Palomar, entre otros de los objetivos, estudiará y planteará en el resultado de su investigación, posibilidades de rescate, reconocimiento y evaluación de fincas y edificios. “Esa es solo una vertiente —aclara—, lo principal es cómo plantear una demarcación determinada de la ciudad, con características específicas, frente al futuro de toda la metrópoli. O sea, la pregunta es ¿qué ciudad queremos para el futuro?”. Por tanto, el estudio ha de contemplar también el que entornos consolidados puedan reconvertirse y readaptarse ante las necesidades actuales de la ciudad y las que vendrán con el tiempo, considerando el papel que el territorio juega en relación al resto de la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG). Así, habrá que plantear “una serie de estrategias, intervenciones, redes y corredores; habrá que hablar de densificación y reconversión de ciertos inmuebles o predios, buscar una red de espacios públicos que refuercen los pocos que hay actualmente y le den un sentido de cohesión y, el objetivo quizás final de esto, será hacer con un polígono lo que se pudiera hacer con muchos otros en términos de encontrar su mejor vocacionamiento, el mejor aprovechamiento de las infraestructuras que hay, la introducción de nuevos equipamientos, la refuncionalización de los que hay, y hacer una prospección clara de a dónde puede caminar la ciudad —o esta parte que es extrapolable— en los próximos 50 años”. — ¿Cuánto tiempo llevaba este proyecto en su cabeza? — Este es un proyecto que he estado desarrollando en el taller que tengo en el ITESO desde hace algunos semestres, en donde hemos estado explorando distintas propuestas dentro de este contexto, y digamos, conociéndolo, evaluándolo, experimentando, pero en realidad lo vengo trabajando —en los distintos niveles del concepto trabajar— los últimos 30 años quizás, porque es una zona de la que soy usuario, habitante, que de alguna manera conozco con cierta cercanía y que me apasiona, que ha tenido un proceso de decadencia y degradación, digamos, desde la década de los setenta hacia acá, con una serie de cambios de uso de suelo y problemas derivados del crecimiento de la ciudad, pero que es factible encontrarle nuevas perspectivas, y una de esas vertientes es también la inserción de arquitectura nueva que tenga cosas que decir. —¿Como el Hotel Demetria? — El Demetria puede ser un ejemplo interesante de cómo cosas que combinan la recuperación del patrimonio logran la puesta en valor de ciertas fincas importantes con nuevas funciones que refuerzan el sentido de la demarcación y que hacen factible que siga desarrollándose. —¿Y ahora tiene tres años para terminarlo? — Tengo tres años para terminar los objetivos que yo marqué en mi proyecto, que tratan de ser realizables y mesurados. Tampoco es que vas a poder reproyectar todo, pero sí tener metas alcanzables y compartibles porque son 417 hectáreas conectadas con muchísimas más, además de que son muchos ámbitos que hay que tratar con sumo cuidado, hay que ser respetuosos pero al mismo tiempo, como es un ejercicio de creación, pues se vale especular y hacer propuestas que tengan cierto riesgo, que tengan ese aspecto de búsqueda de cosas nuevas. —¿A quién será destinada esta investigación? — La idea es que pueda ser, en su momento, puesta a la consideración de la gente, de los vecinos, autoridades, promotores y asociaciones, porque ¿en qué sentido se puede plantear que realmente existan políticas públicas y existan esfuerzos concertados para que vayamos en una dirección apropiada? Y que no sea a tontas y a locas. Entonces ¿qué es lo que conviene? Eso se regula con los planes parciales de desarrollo donde finalmente tendrán que plantearse medidas que abonen para que la demarcación vaya en el sentido deseado por todo el mundo. —¿Qué destaca? — Un concepto que me importa mucho, que he estado trabajando y dándole vueltas que es el índice de habitabilidad, o sea, ¿tú cómo puedes saber que una zona es buena para habitarla? Bueno, hay o debería de haber un índice donde se midan desde la calidad del espacio público, la calidad de los servicios y la infraestructura, la red de transporte, contaminación, estacionamientos, giros, en fin, son muchísimos, pero que se pueda hacer una ecuación que diga ‘ahorita estamos en un índice de habitabilidad de .6’, si lo deseable es la unidad, ¿cómo podemos hacer para que mediante medidas prácticas podamos llegar al .8 o al .9 por lo menos? Y esto se fomenta con ciertos usos y no con otros. Por ejemplo, hay usos incompatibles que desde el punto de vista urbano son dañinos al contexto porque provocan que se vaya la población, son los giros que provocan molestias vecinales, por hablar del más obvio: un antro ruidoso y con problemas de estacionamiento genera un malestar en todo un contexto y obliga a que la gente lo abandone. —¿Y en ese orden de ideas entra el tema de la seguridad? — Sí, claro. Es uno de los subíndices del índice general de habitabilidad porque es muy importante. Y también se controla, hablando con quienes saben de seguridad urbana, ellos saben que tienen que dosificar una cierta vigilancia, tomar medidas, cámaras y eso se controla y se ataca. Está demostrado. Son muchos factores los que se pueden regular, pero teniendo una claridad de a dónde ir y a dónde vamos. —¿Cuál es esa claridad? — Evidentemente estamos hablando de que esta demarcación es una zona mixta, que en principio es bueno que así sea pero en esa mixtura hay que buscar que los giros específicos sean compatibles para que no haya picos en ese índice de habitabilidad y no haya esos factores que propicien decadencia. Creo que sí es posible entender que hablando en términos de metrópoli, el modelo de irnos cada vez más a la periferia y desplazarnos pendularmente ya se agotó, además desde el punto de vista de lo que desea la gente —proximidad, colectividad, amenidad y arquitectura de relevancia y carácter simbólico— es algo que no ofrecen los cotos. —¿Cuáles son los grandes sí y los grandes no? — Sí a la mixtura adecuada de funciones; sí a la diversidad de capas de población que puedan integrarse y de intereses; sí a la inserción de nueva arquitectura, tajantemente nueva pero que sepa leer el contexto en el que está y sepa insertarse adecuadamente; sí al cuidado del patrimonio entendiéndolo no como una museificación ni como un congelamiento que asegura su destrucción sino como una incorporación a las nuevas formas de vida de manera adecuada. Y no a la desertificación; no al congelamiento de la zona; no a la inercia de ir simplemente haciendo lo comercialmente más fácil o lo más rentable entre comillas sino buscar una rentabilidad pero en términos integrales, o sea, económicamente, socialmente, humanísticamente, etcétera. —¿Y cómo va con todo eso? — Apenas construyendo el modelo, recabando información, empezando a confirmar ciertas hipótesis que tengo sobre emplazamientos, corredores, redes, es un trabajo largo. Aunado a las funciones propias de su despacho entre las que están proyectos de muy diversas escalas y naturalezas, su labor docente y su labor intelectual, Juan Palomar ha echado a andar formalmente la investigación para la “Revitalización y refuncionalización del cuadrante de las colonias de Guadalajara” desde enero pasado. Para ello dice asesorarse de amigos y colegas con quienes platica y que están “conectados con todos los temas de ciudad”. Sus alumnos universitarios también forman parte de los diálogos que “siempre resultan ricos y que iluminan de cierta manera el trabajo”. Ana Guerrerosantos Temas Patrimonio Arquitectura Juan Palomar Verea Lee También Hacienda Pública en Jalisco presume alza en ingresos estatales; minimizan deuda Así puedes ver en Google cómo era tu casa hace 40 años; paso a paso Sociales: Willy y Pedro Pizá, cincuenta años de amor y complicidad ¿Se puede desheredar a un hijo? Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones