Martes, 26 de Noviembre 2024
Jalisco | En tres patadas por Diego Petersen Farah

Elogio (y deselogio) del aljibe

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Por: EL INFORMADOR

Diego Petersen Farah.  /

Diego Petersen Farah. /

Los tapatíos no tenemos cisterna, tenemos aljibe. Cisterna es una palabra latina; aljibe es una palabra árabe. Los españoles, y la mayoría de los hispanohablantes, usan el vocablo latino cis-terram, que significa bajo tierra (otras versiones dicen que viene de cista, que significa cesta). Los tapatíos hemos conservado, como muchas otras de las cuatro mil palabras que el español tiene del árabe, el vocablo aljibe, que viene de al-gubb, que significa “la fosa”.

El aljibe en la cultura árabe era el depósito al que canalizaban el agua de lluvia que caía en los tejados y los patios para reutilizarla como agua potable. Era una estructura cerrada y extraían el líquido a través de un brocal.

Los sistemas modernos de distribución de agua prácticamente acabaron con los aljibes. Cuando el agua comenzó a llegar hasta las casas en un tubo a presión constante, la fosa subterránea para almacenarla se volvió obsoleta, excepto en Guadalajara, donde, por tradición o por necesidad, el aljibe sigue siendo, igual que la cochera, parte fundamental de una casa (es más, la mayoría de las veces van juntas: debajo de una gran cochera hay un gran aljibe).

Gracias al aljibe la mayoría de los tapatíos ni nos enteramos de los tandeos. La capacidad media de un aljibe es de 20 a 50 mil litros, es decir, entre 15 y 35 días consumo de una familia promedio. Como el aljibe siempre ha estado ahí, nadie se preocupa por los tandeos, pero tampoco por atenderlos. La maravilla de los aljibes palidece cuando se trata de fugas y contaminación. La mayoría están construidos con ladrillo y mezcla amarrados por castillos de varilla de acero y concreto en las esquinas. Este tipo de depósitos tienen un pequeño defecto: con el tiempo se agrietan y generan fugas.

Una cantidad importante del agua que se desperdicia en la ciudad tiene que ver con aljibes viejos y mal atendidos. Peor aún, muchos de ellos tienen fugas de afuera hacia dentro, es decir, filtraciones de agua de lluvia que acarrea aceites de automóvil (recuerden que cochera y aljibe son un binomio feliz), detergentes, etcétera. El agua que llega limpia a la casa se contamina en el aljibe.

La cultura tan tapatía del aljibe es ya más un problema que una solución. Pero mientras el SIAPA no sea capaz de dotar agua de manera permanente y a una presión estable, el aljibe, la bomba y el Rotoplás seguirán siendo parte de nuestras vidas, y de los costos asociados al agua que nos hacen pensar que como en Guadalajara pagamos poco por metro cúbico al organismo operador, el agua es barata.

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