Lunes, 20 de Enero 2025
Jalisco | El futuro de este servicio supone retos difíciles para la ciudad, advierte especialista

Cobrar por la recolección de basura, una posibilidad para la ZMG

Ciudadanos y autoridades deberán asumir compromisos básicos, como separar y reciclar mejor los desechos domésticos

Por: EL INFORMADOR

La generación de basura desordenada podría convertirse en un problema ambiental y económico para la ZMG. EL INFORMADOR /

La generación de basura desordenada podría convertirse en un problema ambiental y económico para la ZMG. EL INFORMADOR /

GUADALAJARA, JALISCO (07/ENE/2013).- La basura pinta horizontes complicados para la sociedad y las autoridades de la Zona Metropolitana de Guadalajara, que deberán asumir compromisos difíciles si quieren garantizar que su generación de desechos no se convierta en un problema ambiental ni económico. Así lo advierte el especialista del Ciesas-Occidente Gerardo Bernache Pérez, con base en las cifras sobre la creciente producción de basura que registran los habitantes de la ciudad.

Lo primero es la posibilidad de que, tal como sucede en varios países con alta generación de basura, en el futuro haya que pagar por su recolección, igual que ocurre con otros servicios, como el agua, la electricidad o el gas. Y también que se separe apropiadamente, que es algo que la ley estatal ya prevé, pero que no se ha llevado a la práctica (el Ayuntamiento de Guadalajara, por ejemplo, acaba de anunciar que reanudará los esfuerzos en pos de la separación durante el primer mes de 2013).

Esta separación representaría para el ciudadano la posibilidad de desarrollar, ahora sí, una conciencia del beneficio de no tirar la basura de manera desordenada, porque entregar los materiales reciclables a centros de acopio ayudaría a disminuir su gasto, pues sólo lo orgánico debería ser acarreado (y esto, asegura Bernache, porque “carecemos de una cultura para hacer composta en casa, porque esto ayudaría a disminuir aún mucho más lo que se desecha”).

Bernache puntualiza, sin embargo, que este escenario se ve difícil “por el costo político para el gobernador y los alcaldes metropolitanos que lo decidieran”.

Con el ingreso proveniente de esa fuente, sumado a los presupuestales, las autoridades deberían invertir fuertemente en la infraestructura que facilitara todo el proceso (mejores camiones, centros de acopio, plantas de transferencia y, sobre todo, adecuado manejo de rellenos sanitarios y tiraderos).

Todo este proceso debería estar articulado por planes de manejo integral municipales, armonizados con el estatal. Sólo la mitad de los municipios cuenta con estos planes, pero, a decir de personal de la Secretaría del Medio Ambiente para el Desarrollo Sustentable (Semades), la mayoría, por falta de recursos o personal calificado, sencillamente no sirve.

Una excepción son los planes de los municipios más grandes y ricos (Guadalajara, Zapopan, Puerto Vallarta), que cuentan con ese personal (y la posibilidad de pagar asesorías), pero que tendrían que ser consistentes en su aplicación y mejora, “porque se va una administración y quedan en al aire algunos planes que han sido buenos”, insiste Bernache Pérez.

La otra excepción —además de Ahualulco de Mercado, que ha conseguido su propio modelo exitoso aunque todavía tiene que hacerlo perdurar— son los modelos de asociación en proyectos tales como el Simar (Sistema de Manejo Integral de Residuos Sur Sureste), que agrupa a municipios como Mazamitla, Tuxcueca y Concepción de Buenos Aires, que han logrado triplicar la separación promedio de los municipios de la Zona Metropolitana de Guadalajara y minimizar los efectos perniciosos de sus tiraderos.

“Una experiencia positiva”, a decir del doctor Bernache Pérez: “El problema central es que la generación de basura crece, pero no crece la conciencia de la sociedad ni de las autoridades por enfrentarlo apropiadamente, en vez de con parches, y tampoco entre los empresarios se aprovechan a cabalidad las oportunidades”.

COMPLICACIONES PARA LOS MUNICIPIOS
Cuatro retos para evitar nuevos gastos


El aumento de la generación de basura y el gasto que significa para los municipios metropolitanos suponen varios grandes desafíos para los ayuntamientos, advierte el especialista Gerardo Bernache Pérez, del Ciesas-Occidente. El primero es afrontar el aumento de los costos, pues, a mayor cantidad de basura, mayor será el gasto municipal en personal e infraestructura para recolectarla, transportarla y dejarla en los tiraderos autorizados.

Pero junto con eso hay que calcular que será mayor el gasto de gestionar y tratar esos tiraderos y los residuos que, por mandato legal (artículo 16 de la Ley de Gestión Integral de los Residuos del Estado de Jalisco), deberían ser separados, en la medida de lo posible reciclados, y cuyos restos deberían ser depositados en rellenos sanitarios que no causen perjuicios ambientales.

Un tercer reto es enfrentar los problemas generados por la mala administración ambiental de los tiraderos en la Zona Metropolitana de Guadalajara, que ha sido causa de reiteradas denuncias de organizaciones ambientales, así como de forcejeos entre los ayuntamientos y los concesionarios, y ha causado perjuicios ecológicos de diversos tipos, que aún no han sido medidos por ningún informe específico pero que, a decir de expertos como Bernache, tenderán a aumentar: “No se necesita ser doctor de la NASA para manejar un relleno, pero de todos modos se hace mal, por falta, sobre todo, de inversión seria en su manejo”.

Estos perjuicios, esencialmente, ocurren en el área que alberga a los tiraderos: filtraciones de lixiviados —líquidos altamente contaminantes desprendidos de los desechos— que contaminan la tierra y los mantos de agua cercanos, y emisiones de gases de efecto invernadero, principalmente de metano, debido a la descomposición de desechos orgánicos.

Cuarto: la capacidad de los tiraderos no es infinita y, según Magdalena Ruiz Mejía, ex directora de Medio Ambiente de Guadalajara, a los actuales les restan apenas cinco años de vida útil. Sanear convenientemente las áreas usadas como tiradero, así como encontrar nuevos espacios apropiados (cada vez más alejados del área poblada), son factores que vendrán a sumarse a los costos del problema.

LA CIFRA

5
años de vida útil le restan a los tiraderos tapatíos, de acuerdo con los cálculos de las autoridades de Guadalajara.

UN CASO EXITOSO EN JALISCO
¿Quién se anima a imitar a Ahualulco?


El municipio de Ahualulco de Mercado, ubicado a poco más de 70 kilómetros de Guadalajara, ha conseguido convertirse en pocos años en uno de los que ostentan el índice más alto de separación de basura y aprovechamiento del reciclaje en Jalisco.

El programa Ahualulco Limpio —que echó a andar la ex directora de Medio Ambiente Adriana Cecilia González y que hoy es responsabilidad de su sucesor en el cargo, el biólogo José Luis Martín Adame— consiguió que los aproximadamente 22 mil residentes comenzaran a separar sus desperdicios y, gracias a ello, a generar recursos adicionales para la operación del aseo público a través de la venta del material reciclable.

Durante 2010, cerca de tres mil 700 estudiantes de nivel básico y medio recibieron capacitación para separar los desechos de manera apropiada, en siete diferentes categorías y no sólo en las tres tradicionales: desechos orgánicos, plástico, vidrio, metal, cartón y papel, desechos sanitarios y varios. Posteriormente, fueron visitados alrededor de cuatro mil 700 domicilios para proporcionar a sus habitantes la misma información.

El municipio contrató dos camiones de recolección por 1.6 millones de pesos y comenzó a recoger cada tipo diferente de basura un solo día a la semana. Si la basura no era la adecuada a cada día, no sería cargada en el camión. La población colaboró y de 25 toneladas de basura diaria se pasó a 18 en pocos meses. Cerca de 70 residentes encontraron empleo en los centros de acopio y en la compraventa del material reciclado.

José Luis Martín Adame señala que en la presente administración, que comenzó sus funciones el 1 de octubre, se dará continuidad al programa y se lo reforzará. “Aunque se llegó a reportar un alcance de cerca de 95% de la población participando, según una encuesta que acabamos de hacer, esta cifra puede estar bajando. Hay que reforzar las acciones, visitando de nuevo los domicilios de la gente, para que reciban el mensaje de que el programa sigue y debemos proseguir y mejorar”.

El otro reto es conseguir que se ponga en funcionamiento el relleno sanitario municipal que se construyó con recursos federales y estatales por tres millones de pesos, pero que aún no está en uso porque el camino de entrada no está en condiciones de que los camiones transiten por él. De cualquier forma, el funcionario señala que el cambio de mentalidad y la colaboración de los residentes de Ahualulco han sido avances “muy importantes” y piensa que el modelo puede ser “exportado” a municipios más grandes.

LA CIFRA

4%
es la tasa máxima estimada para el crecimiento en la generación de basura; la población de la ciudad crece sólo a 1.72% anual.



Todos meten mano y ganan en El negocio del “oro sucio” tapatío

El reciclaje no es para nada la principal fuente de ingresos en esa pequeña industria que es la basura metropolitana: la cadena deja dinero desde la pepena callejera hasta los dueños de los tiraderos, pasando por las ganancias, legales e ilegales, para el personal municipal

1.- El primero es el de los recolectores individuales, los “pepenadores”. Pepenar, en nahua, significa “escoger y recoger”, según la Real Academia. Y eso, justamente, hacen ellos. Los primeros en la cadena son los dedicados a lo que se denomina a veces como “prepepena”: personas dedicadas a hurgar en las bolsas, botes y contenedores afuera de casas, comercios y empresas para recuperar los materiales más fácilmente vendibles a un centro de acopio para el reciclaje: latas de aluminio, cartón y papel, vidrio, metales diversos, etcétera. No operan de modo organizado ni en todas las zonas de la ciudad, pero es común verlos en su labor.

2.- La segunda criba está a cargo de los propios trabajadores que la recolectan. De manera muy organizada en Zapopan (donde el servicio es municipal) y de modo más velado en donde opera la concesionaria Caabsa Eagle (que instruye a sus empleados para no hacerlo), los recolectores separan lo útil, así como algunos objetos que puedan quedarse para sí o por los que puedan obtener dinero. Ejemplos de ello son muchos y de ellos hablan Luis Hidalgo, un recolector voluntario del municipio maicero, y Vicente Bautista, chofer del camión donde esporádicamente labora Luis: ropa usada, aparatos electrónicos descompuestos (en especial son codiciados los celulares), frascos de perfume “de marca” (que son recomprados por una pequeña pero fértil industria de piratería que los rellena y vende en tianguis y puestos ambulantes), etcétera.

3.- El personal recolector también lucra con las propinas que se les dan por llevarse objetos prohibidos por los reglamentos (muebles, escombro, ramas, y hojas, entre otros) o por basura que exceda los 50 kilogramos diarios, o sencillamente por operar en zonas populares en donde el servicio no es regular (esto sucede principalmente en Zapopan, pues el servicio de Caabsa es más profesional, acepta Bernache).

4.- Todo el dinero que se va captando en un camión es incluido en una bolsa común llamada “la campana”. Y de allí se toma lo necesario para que el trayecto sea lo mas cómodo posible para los operadores: desayuno en el comedero instalado en la estación de transferencia municipal; agua, refrescos, cervezas, cigarros, comida chatarra o lo que se les antoje a lo largo de la ruta; lo que queda al concluir el viaje diario (y una vez vendido lo reciclable a un centro de acopio) se reparte: 50% (o más, dependiendo la zona que controle) para el chofer del camión y el resto para los operarios.

Esa “campana” es considerada sagrada por el personal: quien no la aprovecha es “por tonto” y no se gana el derecho de recibir más dinero por abstenerse; sin embargo, quien se aprovecha en exceso de ella (o quien no contribuye a alimentarla), ya sea chofer o recolector, pasa a ser sospechoso de “uña” (ladrón) o de “agarrado” (tacaño) y encuentra crecientes dificultades para encontrar personal (en el caso de un chofer) o formar parte de una cuadrilla (en el de un chofer recolector).

5.- El chofer que cuenta con base en el Ayuntamiento y una unidad fija asignada es el capitán de esa suerte de barco de corsarios que es un camión de basura. Él tiene el control de la unidad y puede exigir la mayor parte de las propinas ganadas, pero debe enfrentar a la vez muchos gastos. Aunque Zapopan cuenta con un taller municipal, donde las reparaciones son gratuitas, si el chofer no da “una lanita” a los mecánicos, el camión puede permanecer allí por meses, sin generarle más ganancias que su sueldo base de menos de siete mil pesos mensuales. Otros choferes recurren directamente a talleres comerciales si las reparaciones no son muy costosas, porque “un camión detenido no da nada”.

6.- El personal que controla los accesos y salidas de los camiones a la estación de transferencia y el tiradero cobra por hacerse de la vista gorda con el peso de los camiones (si un camión pesa más de lo debido significa que se están sacando materiales reciclables en él para su venta irregular). En teoría, toda la basura debería ser depositada en este centro de transferencia y de allí ser llevada al tiradero municipal en tráiler, pero el chofer asegura que nunca ha sucedido así porque “no es negocio” para el personal de Aseo Municipal. Tampoco lo sería para los cientos de pepenadores que, pese a que lo prohíbe el reglamento, operan en todos y cada uno de los tiraderos de la Zona Metropolitana.

7.- Equipados de manera muy precaria para protegerse de emanaciones contaminantes y suciedad con pañoletas, ropas viejas y guantes y botas ajadas, este ejército de recolectores finales (muchos de ellos mujeres) se encargan de revisar lo que la “prepepena” y los operarios de los camiones no han aprovechado ya. Ellos separan lo vendible y ruegan al cielo por la suerte de toparse con alguna joya oculta (pedacera de oro o dinero tirado accidentalmente, aparatos, botes de perfume). La mitad de lo que recolecten será suyo; la otra mitad será para los empleados que permiten su presencia ilegal en el lugar.

8.- En el lado opuesto (y muy superior) de la cadena se encuentran los dueños de tiraderos (ya organizados en una Asociación Estatal, encabezada, entre otros, por los dueños del proyecto Hassar’s, que han sido pioneros del aprovechamiento de gases de metano y cuyo tiradero es vecino del municipal de Zapopan) y Caabsa, la empresa concesionaria. Sus controles sobre la pepena de todo tipo son muy elásticos por dos motivos. El primero es porque ellos mismos les compran mucho de lo encontrado a precios bajísimos. El kilo de aluminio no se paga en más de 15 pesos. El de metales varios, en el mejor de los casos, vale 10. Otros materiales (papel, cartón, vidrio, plásticos) no rinden ni tres pesos por kilo.

El segundo es que su principal fuente de ganancias no es de ningún modo el reciclaje, establecen tajantemente tanto el académico como los recolectores, sino los cobros a los municipios por los servicios de recolección, transporte y albergue de desperdicios. Por ello su aprovechamiento directo de los materiales es marginal, y su discurso de reciclaje parece estar más anclado a una estrategia de mercadotecnia que a la realidad: porque un negocio no es tanto el “oro sucio” como los servicios al gobierno por manejarlo.

¿Y los gobiernos? A ellos, en esta ecuación, sólo les toca gastar. Y los gastos, a futuro, serán cada vez mayores.

A la basura se le ha llegado a llamar “oro sucio”. Mucho se han ponderado las posibilidades de negocio que representa el reciclaje, en un contexto en el que los recursos naturales comienzan a escasear y a volverse, por lo tanto, más caros, advierte el especialista Gerardo Bernache Pérez, del Ciesas-Occidente. La venta de material reciclado en la ZMG a las comercializadoras es calculada en poco más de un millón de pesos diarios. Pero, por el momento, el dinero está en otras muchas partes, y en varios niveles.

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