Martes, 26 de Noviembre 2024
Jalisco | Ex empleado de casino y joven relatan cómo es la adicción al juego

Abandonar familia y amigos: la secuela de un ludópata

Ex empleado de casino y joven relatan cómo es la adicción al juego

Por: EL INFORMADOR

Relatan que hay personas que pueden pasar todo el día en el casino. ARCHIVO /

Relatan que hay personas que pueden pasar todo el día en el casino. ARCHIVO /

GUADALAJARA, JALISCO (25/OCT/2013).- Era plena Noche Buena, se dieron las 12:00 del 25 de diciembre y el casino en la plaza comercial entre Avenida Patria y Acueducto donde trabajaba Diego Rodríguez estaba lleno. "Yo estaba ahí porque tenía que trabajar, ellos pudiendo ir a celebrar, a abrazar a sus familias". Así es el vicio.
 
La relación con los clientes se volvía estrecha porque el casino es un sitio que se vuelve hábito, los jugadores van diario. Diego se percataba de cómo se gastaban hasta 50 o 60 mil pesos al día quienes visitaban de las colonias aledañas, Puerta de Hierro o Colinas de San Javier.
 
Recuerda muy bien a una señora de la tercera edad, era de las que lo buscaban a él para que la atendiera, que llegaba desde la apertura hasta el cierre del casino. Ahí desayunaba, comía y cenaba; esto ocurre porque el mismo lugar lo provoca, explica el ex empleado que está próximo a egresar de la Licenciatura en Mercadotecnia.
 
El lugar está oscuro para que los clientes no se percaten de qué hora es; son sitios encerrados para que se sepa poco lo que pasa afuera. Adentro están todos los servicios para que no haya necesidad de salir. Así pasan las horas frente a las máquinas de juego.
 
Otro cliente ganó un día 50 mil pesos libres y con el dinero embolsado decidió irse. En su camino a casa se cruzó con otro casino y no se resistió a entrar. En menos de una hora perdió lo que recién había obtenido, relata el joven.
 
De tener el dinero en la mano a perderlo todo sale la furia. Es muy usual que los jugadores, en su crisis de desesperación, le peguen a las máquinas. Como si así se compusiera su juego. O también se enojan con el personal, los culpan: que por su mal servicio perdieron.
 
Los viernes se le iban en jugar
 
Corría por llegar al casino.  Rosa C. dejaba a sus amigos, la risa y las cervezas habituales de los viernes al salir de la universidad porque se tenía que ir a jugar.
 
Había días que de plano abandonaba a sus amigos. Al salir de la escuela se iba directo al casino y ahí comía, cenaba y le llegaba la madrugada frente a las máquinas. Su suegra la invitaba y le pagaba.
 
Nunca sintió que fuera una adicción suya, sino una compartida; de cualquier modo las personas de su alrededor le señalaban los comportamientos obsesivos: su mamá, su abuela, sus amigas. O le reprochaban las comidas, reuniones y salidas que dejaron de ocurrir porque ella se la pasaba metida en el casino.
 
En un viernes rutinario, de 12 horas metidas en el casino, Rosa C. y su suegra bien se podrían gastar seis mil pesos cada una. Si en un casino las jugadas no arrancaban bien, entonces se iban a otro y de ahí a otro más. Llegó el día en que tuvieron que ponerse un límite de dinero para jugarlo y no más: eran dos mil pesos cada una.
 
Luego de un par de años, Rosa C. terminó con su novio y así también con la relación con su suegra y con el hábito casinero. Claro que se le antoja volver a jugar, pero de ningún modo podría costear los miles de pesos que antes apostaba.
 
Lectores comparten en redes sociales
 
"Yo era una persona con una vida normal, muy feliz, tenía mucha vida social y económicamente estaba bien, pero un día llegó a mi vida un casino y algo que comenzó como juego se convirtió en mi más fuerte pesadilla. Perdí mi negocio. No encuentras la puerta para salir de esta adicción, yo estuve internado tres meses y al año tuve una fuerte recaída. Sentía tanta culpa y vergüenza que me perdí por una semana sin pensar en mi familia. Tuve crisis muy fuertes, me volví violento con mi familia por la frustración. Perdí las ganas de vivir. Hoy, gracias a Dios, estoy limpio porque estoy en un programa de jugadores anónimos".
 
Jorge
 
***
 
"Comencé hace ya algunos años, apostando en el bingo virtual. Lo hice por curiosidad, gané algunas veces, muchas otras sólo iba a perder dinero. Me di cuenta que no había manera de vencer a la máquina. Comencé a buscar más opciones de apuestas hasta que encontré el sport book (apuestas todos los deportes). Llegué a perder hasta dos mil dólares en un solo juego. Vendí un automóvil para seguir apostando. Se hace una adicción desde la primera vez que ganas, me convertí en apostador compulsivo, hasta el grado que afectó mi salud, comencé a tener crisis de ansiedad. Cada día aprendo más, dejé de ver las apuestas como un pasatiempo a verlo hoy en día como un trabajo. Como una manera de tener ingresos extras. Uso como bases la estadística. Creo que nunca lo dejaré".
 
Salo Mur
 
"Yo soy ludópata. Comencé jugando por pasar el tiempo y cuando menos pensé, ya era adicto al juego. Es una de las adicciones más difíciles. Cuando yo me di cuenta que era dependiente al juego era porque ya había perdido mucho dinero y me encontraba en una fuerte depresión. Un día decidí decirle a mi familia, pero ellos al principio no me entendían hasta que vieron mi desesperación. Me interné en un centro de rehabilitación por tres meses y después tuve una recaída en la cual viví una crisis más fuerte. Sí se puede usar el tiempo en deporte o leer o alguna otra cosa. No se envuelvan en estos lugares porque en vez de ganar, perderás".
 
Quijotes
 
EL INFORMADOR / ALEJANDRA PEDROZA

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