Sábado, 23 de Noviembre 2024
Jalisco | Entre veras y bromas, de Jaime García Elías

- Vivillos

En uno u otro caso, lo sustancial es, primero, que los “franeleros” se han multiplicado exponencialmente; y segundo, que su “modus vivendi”, aun en los casos en que no quede la menor duda acerca de su honradez

Por: EL INFORMADOR

Las generalizaciones son injustas. Afirmar, como dicen que lo hizo un alto funcionario policíaco de Guadalajara, que hay la presunción de que “los ‘franeleros’ apoyan el robo de autopartes” en la vía pública, es, utilizando la aseveración ya clásica de Herbert Von Brown —el padre de la aeronáutica—, una necedad: es seguro que en el gremio de los “cuida-carros” hay muchos honrados a carta cabal. (“Probes —sic—, pero decentes”, como decía “Mantequilla” en alguna película mexicana de los tiempos de María Canica).  Por contrapartida, negar que varios de ellos pudieran estar coludidos con los ladrones, sería, igualmente, una necedad.

—II—

En uno u otro caso, lo sustancial es, primero, que los “franeleros” se han multiplicado exponencialmente; y segundo, que su “modus vivendi”, aun en los casos en que no quede la menor duda acerca de su honradez, es esencialmente ilegal.

Lo uno: los “viene-viene” pululan por doquier. Puesto que en la ciudad hay más automóviles que espacios disponibles para estacionarlos, bastó con que la autoridad fuera negligente para reglamentar el uso de tales espacios y para equiparlos con los correspondientes “parquímetros”, por una parte, y, por la otra, con que un “vivillo” discurriera “ofrecer” los lugares cada vez más demandados a los conductores, para que surgiera ese oficio. Y lo otro: los reglamentos municipales establecen claramente que sólo la autoridad tiene la potestad de cobrar por el uso de los espacios públicos; ergo, el particular que lo haga es, si no precisamente delincuente ni necesariamente cómplice de quienes sí lo son —los ladrones—, sí, al menos, infractor sistemático de la ley.

—III—

La ocurrencia de moda no hace sino reciclar una que ya demostró varias veces su inoperancia y que generó, incluso, una “recomendación” de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos para que no se atosigue a quienes ejercen en la vía pública oficios que antaño no existían (traga-fuego, limpia-parabrisas, vendedores de baratijas...): hacer un padrón de los ciudadanos que se ganan la vida en esos menesteres.

Y es que a la autoridad le tiembla la mano para hacer cumplir la ley... Incapaz de generar condiciones para que los interesados en ganarse la vida honradamente encuentren empleos dignos, y advertida de que cancelar la posibilidad de refugiarse en subempleos condenaría a miles de ciudadanos a refugiarse en la delincuencia, aquélla opta por hacer como que los controlan.

(Lo que sea... con tal de seguirse ostentando como “los gobernantes del empleo”).

JAIME GARCÍA ELÍAS / Periodista y conductor radiofónico.

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