Sábado, 30 de Noviembre 2024
Internacional | Desde 1998, EU se dedicó a perseguir al líder de Al-Qaeda

La cacería de Osama bin Laden

Desde 1998, EU se dedicó a perseguir a Osama, pero después de los atentados, atraparlo, vivo o muerto, se volvió una obsesión

Por: SUN

Un selecto grupo acompañó a Obama a ver la captura de Osama, la noche del 1 de mayo. EFE  /

Un selecto grupo acompañó a Obama a ver la captura de Osama, la noche del 1 de mayo. EFE /

CIUDAD DE MÉXICO (03/SEP/2011).- El 11 de septiembre de 2001, cuando ocurrieron los ataques terroristas que cambiaron para siempre a Estados Unidos, se selló el destino de Osama bin Laden.

Al día siguiente de los atentados, la administración de George W. Bush identificó al terrorista y a la organización que lideraba, Al-Qaeda, como los principales sospechosos.

En diciembre del mismo año, Bush prometió que el saudita sería capturado “vivo o muerto”. “No sé si lo vamos a atrapar mañana o dentro de un mes o dentro de un año. Pero lo vamos a capturar. Los estadounidenses deben entender que no tengo un plazo en mente. No hay un calendario que diga ‘Dios, si no lo atrapamos para entonces estaré decepcionado’”, dijo Bush, quien embarcó a su país en una guerra de la que aún no puede salir: Afganistán.

La cacería del millonario convertido en terrorista había comenzado años atrás. Estaba en la mira de Estados Unidos desde antes de los atentados del 8 de agosto 1998 contra las embajadas en Kenia y Tanzania, que dejaron un saldo de poco más de 200 muertos, y que fueron adjudicados a Al-Qaeda.

En 1996, la CIA estableció una unidad especializada en Bin Laden, de quien se sabía que a mediados de los 80 decidió involucrarse de lleno en la lucha afgana contra los rusos, armando a un grupo de hombres que luego se convertiría en la base de Al-Qaeda.

En 1997, a través de la CNN, Osama dijo: “Hemos declarado la guerra santa contra el gobierno de Estados Unidos porque es injusto, criminal y tiránico”.

En agosto de 1998, el entonces presidente Bill Clinton anunció en un discurso que se atacarían instalaciones terroristas en Afganistán. El blanco, dijo, era “la red de grupos radicales afiliados con y fundados por Osama bin Laden”, a quien definió como tal vez “el principal organizador y financiador del terrorismo internacional en el mundo”.


Un nombre por demás conocido

Para el 2001, el nombre de Osama bin Laden ya era más que conocido, seguido y respetado en el mundo del terrorismo. Además de los atentados contra las sedes diplomáticas estadounidenses, fue considerado el principal sospechoso del ataque al USS Cole en Yemen, en el 2000.

Para esas fechas Bin Laden ya era buscado por EU, pero tras el 11-S la cacería se volvió frenética. En diciembre de 2001, el ejército estadounidense bombardeó las montañas de Tora Bora. Bin Laden escapó a Paquistán; no había tropas en tierra para impedir su huida y Washington lamentó su error.

A través de los años siguientes surgieron rumores sobre el paradero del terrorista: lo mismo en Jalalabad que de vuelta en Tora Bora. Y mientras los gobiernos de Paquistán y Afganistán negaban constantemente que Osama estuviera en sus territorios, fuentes talibanes o de Al-Qaeda salían de vez en vez a desmentir los rumores de que Bin Laden había muerto, o a manos de la inteligencia paquistaní o de alguna enfermedad renal o a causa de una herida en algún combate.

El líder de Al-Qaeda se hacía presente esporádicamente en videos o audiocintas colgados en sitios web usados por su red terrorista o difundidos por cadenas árabes de noticias como Al-Jazeera. Los cientos de combatientes detenidos a lo largo de los años parecían no dar mayores pistas, pese a las denuncias de tortura en la prisión de Guantánamo adonde eran llevados.

Así pasaron años y la guerra contra el terrorismo fue dejando por todos lados daños colaterales: los civiles muertos en las guerras de Irak y Afganistán (unos 250 mil según un reporte difundido por el Brown Watson Institute for International Studies en julio de este año) y combatientes sometidos a torturas en las cárceles de Abu Ghraib y Guantánamo, por citar sólo dos casos.

Finalmente, una década después, EU encontró al hombre más buscado y, tal vez, el más odiado. Analistas de la CIA que llevaban años trabajando sobre su pista ataron cabos, ubicaron a su correo en 2010 e informaron a sus superiores del hallazgo: todo indicaba que Bin Laden vivía en Abbotattabad, un poblado en Paquistán. Para abril de 2011 estaba listo el operativo.

La noche del 1 de mayo de 2011, un comando especial de la Armada de EU, los Navy SEALs ingresó en el poblado paquistaní de Abbottabad.

La operación “Gerónimo” estaba en marcha. A la mitad de una noche que el diario The New York Times describe “sin luna”, un equipo de 79 hombres descendió de cuatro helicópteros e ingresó a la casa que tenían vigilada. Encontraron a su objetivo en el tercer piso, según los relatos vertidos por la prensa estadounidense con base en las revelaciones de funcionarios del gobierno. Bin Laden se resistió y le dispararon arriba del ojo izquierdo. Cayó muerto. La cacería había terminado.

En la Casa Blanca, un selecto grupo de funcionarios acompañaba al presidente Obama para seguir en vivo el operativo. La foto donde la secretaria de Estado, Hillary Clinton, se lleva la mano al rostro resulta reveladora, aunque la funcionaria haya atribuido su reacción a alguna alergia.

Ese mismo día, el mandatario declaró: “Se ha hecho justicia”. Se había cerrado un doloroso capítulo de la historia de Estados Unidos.

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