KABUL, AFGANISTAN, (18/FEB/2017).- El Ejército de Afganistán criticó el cierre de la frontera que comparte con Pakistán, dictado por las autoridades paquistaníes tras el ataque que el pasado jueves causó 80 muertos, al señalar que se trata de una medida que atenta "contra los principios diplomáticos" y los "valores" entre países vecinos."El cierre de la frontera por parte de Pakistán, desafortunadamente, es un acto contra todos los principios diplomáticos y contra todos los valores entre vecinos", señaló el jefe del Ejército de Afganistán, Qadam Shah Shahim, en una rueda de prensa en la que añadió que el asunto está siendo negociado "a través de canales diplomáticos con las autoridades de Pakistán".Islamabad cerró la frontera con Afganistán después de que el pasado jueves un atentado suicida en un templo sufí en la provincia paquistaní de Sindh (sur) causase la muerte de 80 personas y dejase heridas a más de 200.Las autoridades paquistaníes acusaron entonces a Afganistán de permitir la presencia de insurgentes que luego actúan en suelo paquistaní, donde esta semana se han registrado seis ataques, y entregaron a Kabul una lista de 76 terroristas que supuestamente se esconden en el país.Respecto a este listado de insurgentes, Shahim declaró que las autoridades afganas "lo analizarán".El jefe del Ejército criticó, sin embargo, que las autoridades paquistaníes "aún no hayan tomado ninguna acción" contra los talibanes que, según las autoridades afganas, se refugian en Pakistán.En el pasado, Afganistán ha acusado con frecuencia a Pakistán de permitir que talibanes y otros insurgentes permanezcan en su territorio con total inmunidad mientras cometen acciones armadas al otro lado de la frontera.Por otro lado, Shahim denunció que desde ayer Pakistán lanzó varios ataques de mortero contra zonas del este de Afganistán: "Todas las unidades del ejército (...) están listas para la defensa de su país", añadió.Las autoridades provinciales de Nangarhar detallaron que desde el viernes por la mañana han recibido más de 200 disparos de mortero desde Pakistán, unos ataques que dejaron a dos niños afganos heridos y que provocaron el desplazamiento de un centenar de familias