Jueves, 02 de Enero 2025

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Una reforma chaparrita

Por: El Informador

Por Pablo Latapí (platapi.en.i@hotmail.com)

Una Reforma que se queda enana no es reforma ni es nada; es una broma.

Las maneras con que las propuestas de “reforma energética” le han dado la vuelta al problema fundamental, que es PEMEX, nos demuestran que en la forma de gobernar de nuestros partidos políticos “cambian muchas cosas para que al final nada cambie”.

Ninguna de las propuestas de reforma, ni la del PRI-Peña, ni la del PAN ni la del PRD tienen el atrevimiento de realmente cuestionar a PEMEX. La lógica de porqué esta empresa petrolera nacional es un asco es muy sencilla: en México hay petróleo, y mucho, y su extracción y venta es un buen negocio que deja mucho dinero; sin embargo, el gobierno obtiene sus ingresos del petróleo no por la eficiencia de la empresa que lo extrae, lo procesa y lo comercializa, sino vía una carga impositiva que a todas luces es una pesada loza sobre una empresa que, en contraparte, es el ejemplo perfecto de la ineficiencia, la inoperancia y la corrupción.  PEMEX es el modus vivendi de una oligarquía petrolera integrada por funcionarios y empresarios amigos que se enriquecen por prestar todo tipo de servicios y productos a la empresa, y por un súper sindicato que obtiene prebendas extraordinarias de la empresa al grado que el sistema de pensiones ya habría reventado a cualquier empresa privada, y donde esos señores del sindicato reciben bonos extraordinarios en lo oscurito, han posicionado una burocracia obesa, ineficiente y nepotista, y reciben comisiones por prácticamente cualquier pago o egreso que tenga la empresa. El resultado es que al final del día PEMEX es una empresa perdedora que le cuesta al gobierno. ¡Sí! La empresa petrolera opera con números rojos y ese déficit lo paga el gobierno.

El gobierno la seca vía impuestos y la tiene que refaccionar vía subsidios.

Ninguna propuesta de reforma que no ataque esa perversa relación de gobierno, oligarquía petrolera y sindicato es una broma.

Se debería hacer rentable una empresa que con mucho hoy no lo es.

Es una cuestión técnica y de administración, no política, y todo el ruido demagógico, incluidos el mover y remover los resto de Lázaro Cárdenas, es ocioso y una farsa.

Con el capital político con que llegó Enrique Peña al gobierno, y con el capital que sumó al sentar en una misma mesa a los demás partidos políticos en el Pacto, tenía la oportunidad histórica de refundar PEMEX, hacerlo una empresa eficiente y que los ingresos en teoría millonarios de una empresa petrolera fueran reales y sirvieran como pivote de desarrollo para un país que no termina de crecer.

Pero una vez más se impusieron la simulación y la prudencia, el temor a un sindicato, y ganó el interés de los grupos político-económicos por encima de el del país.

Y de la posibilidad de haber pasado a la historia como el presidente que asumió su papel de estadista y le dio vuelta a la tortilla, Enrique Peña quedará únicamente como uno más, el que regresó al PRI a Los Pinos, y el que gobernó entre Felipe Calderón y el que vaya a ser su sucesor.
 

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