Leer sobre la desaparición de los dos jóvenes jaliscienses y luego registrar su aparición como cadáveres y enterarse de que quizá el motivo de su muerte fue una nimiedad es desolador. No sólo por lo que la historia encierra —juventud, anhelos tramposos, familias segadas y desprecio por la vida—, sino por la posibilidad de que esta historia sea además sólo una de muchas. Hace apenas un par de días salió a la luz la edición de julio de la revista Nexos, dedicada otra vez a la violencia en el país. Eduardo Guerrero, Alejandro Hope, José Merino, Jessika Zarkin y Eduardo Fierro, vuelven a la carga con un interesante diagnóstico sobre el discurso público y la realidad de la violencia. Los últimos tres revelan con datos duros lo que ya era vox populi: ser hombre y ser joven es peligroso. De acuerdo con los autores, nueve de cada 10 homicidios dolosos en el violento periodo de 2005 a 2011 se cometieron contra hombres. De esos, uno de cada cuatro fue sobre jóvenes menores de 25 años. Los jóvenes jaliscienses, de acuerdo con el estudio que hacen Merino, Zarkin y Fierro, no son los que sufren el peor entorno de violencia contra hombres. Los cinco estados en donde los chicos entre 18 y 25 años de edad corren mayores peligros son Chihuahua, Sinaloa, Guerrero, Nayarit y Nuevo León. Para darnos una idea: un joven de Chihuahua vive en un lugar el doble de violento contra los hombres jóvenes que Honduras. Jalisco está a media tabla, pero con una tendencia ascendente. Convertir las tragedias familiares en cifras estadísticas es siempre un recurso grosero, pero es la única forma de darnos una idea del tamaño del monstruo que acecha a la sociedad y de las posibilidades de enfrentarlo. Por ejemplo, sin saber las razones por las cuales los jóvenes pueden ser víctimas de asesinato, sí se ve una relación entre su preparación y los crímenes. Hay una relación directamente proporcional entre la preparación y las víctimas. Quizá son menos fáciles de engañar, quizá son menos propensos a buscar dinero fácil, quizá están en otros ámbitos, quizá simplemente son menos, pero sólo 6% de los homicidios contra hombres se cometieron contra quienes tenían universidad. La mayoría de jóvenes asesinados sólo tenía la educación primaria. Para complementar estos datos, es útil el análisis de Eduardo Guerrero en la misma edición de Nexos. Hay que tomar con pinzas el dato, pero no debe soslayarse: los homicidios vinculados con cárteles aumentó en los últimos seis meses en Jalisco. La variación, en los primeros seis meses de Enrique Peña Nieto es de 19% al alza. Y aunque Guadalajara es un foco rojo, hay estados otrora tranquilos en donde la tendencia es espeluznante: en Puebla la cifra aumentó 196%, en Guanajuato 72%, en Chiapas 64% y en el DF, 42 por ciento. El panorama no es alentador.
