GUADALAJARA, JALISCO (27/JUL/2013).- La imagen de una persona o empresa es tan importante, que muchos consideran que lo es todo. Los consumidores se dejan llevar por lo que piensan de una compañía antes de comprar sus productos. Muchas veces, compran productos malos de empresas que consideran buenas, en detrimento de hacerse de productos buenos de empresas que consideran malas. En México, en el mundo de los autos, los franceses tienen serios problemas con su imagen, pese a que probablemente estén hoy ofreciendo los mejores autos que jamás han puesto en el mercado mexicano. Ya he hablado aquí en más de una ocasión, sobre la historia reciente de Renault en nuestro país. Cuando la marca volvió a México, a principios de la década pasada luego de haber salido en 1986, los muchos fanáticos de sus autos celebraron felices. Las ventas crecieron como la espuma en los primeros años y todo era fiesta y champaña. Pero, en la medida que los autos fueran envejeciendo y los talleres de sus distribuidores recibiendo más visitas, las cosas comenzaron a cambiar y las ventas a caer como en un tobogán. Hasta que en 2009 llega Olivier Murguet, quien inteligentemente percibe el problema de durabilidad de los autos que vendían en suelo azteca, cambia totalmente la gama por productos más robustos y permite que la marca siga en México. Hoy, sus ventas van creciendo poco a poco, pero el ritmo es más lento debido a lo difícil que es cambiar una imagen negativa. Con Peugeot la historia fue diferente, pero el final parecido. Cuando la marca llegó a finales de los años 90, no tenía la legión de fanáticos con la que contaba Renault y, por si fuera poco, trajo productos inadecuados, al menos para formar imagen. Al contrario de Renault, que llegaba de la mano de una recién celebrada alianza con Nissan, Peugeot necesitaba algún socio comercial con México para ingresar al país. El que encontró fue Chile, que ya entonces tenía un tratado de libre comercio con este país, ya que el acuerdo con Europa se hizo mucho más tarde. En Chile se producía el 405, un sedán que ya fuera sustituido en el Viejo Continente por el 406. Luego, llegó también el 306, con características similares, es decir, un auto que no era precisamente lo más moderno que Peugeot tenía para ofrecer. No fue hasta la llegada del entonces actual 206, que la marca vivió un crecimiento interesante, sin nunca llegar a un volumen realmente alto. El choque del servicio Ambas marcas, sin embargo, chocaron con un problema común: sus servicios, considerados caros, tardados y con una tasa relativamente alta de casos en los que era necesario visitar el taller más de una vez para que el problema fuera resuelto. Hoy, las cosas son distintas. En un paso contrario al de Renault, Peugeot abandonó los productos sudamericanos a favor de los europeos, que sin embargo llegan en una época en la que la marca sabe que necesita conquistar el mundo fuera de Europa, puesto que la dependencia del consumidor europeo la tiene en la lona, buscando un socio para la unión PSA Peugeot-Citroën, que ayude a la empresa a mantenerse a flote. En otras palabras, el producto de Peugeot es, hoy en día, el mejor que han ofrecido jamás a los mexicanos. Pero, “la burra no era arisca”, dicen. Y el consumidor mexicano sigue con desconfianzas hacia los franceses. Nosotros ya llevamos tres meses probando una Peugeot 3008 que estará un año en nuestras manos. Es, me queda claro, uno de los mejores vehículos que he probado y creo contar con el apoyo de todos mis colegas de profesión en este aspecto. Pero las redes sociales, la actual y más fuerte que nunca “voz del consumidor”, muestran no creer en tanta belleza. Los comentarios positivos hacia “Michelle”, como bautizamos a la 3008, son vistos como tendenciosos y el único momento en que tuvimos algo malo que decir de ella, cuando se le prendió el testigo “check engine” en el tablero, no tardó la lluvia de: “Se los dije”; “ya se había tardado” o “ya le salió lo Peugeot”. Lo que me queda claro es que ambas marcas necesitan trabajar y mucho en su imagen. El primer paso, es decir, los buenos productos, ya fue dado. Falta que la gente, aún herida por alguna mala experiencia o influenciada por opiniones ajenas, se de cuenta y el “boca a boca” revierta la forma en la que hoy son vistas Renault y Peugeot. Nosotros nos estamos dando cuenta, a cada día, de lo bueno, agradable, placentero que es vivir con Michelle. Y lo decimos a todos, pero sólo el que entienda que “no hay mal ni bien que dure 100 años” tendrá la mente abierta lo suficiente para creerlo. Los demás, seguirán pensado que estamos siendo parciales. Una pena, pero hasta ahora, vivir con Michelle, ha valido la pena.