Nada mejor que un puente vacacional o fin de semana largo para recuperar energía, atender pendientes de casa o irse de paseo con los amigos o familia, pero como no hay fecha que no se cumpla, hoy es lunes y el trabajo nos espera, las actividades recobran todo su esplendor y lo menos que puede uno preguntarles es: ¿qué tal la cruda?Por supuesto que me refiero a la cruda realidad, la que hay que enfrentar luego de varios días sin trabajar, sin tener que producir nada, hay miles de afortunados —privilegiados diría yo— que cuentan con esa posibilidad, y no obstante, muchos de éstos son de los que a diario, o un día sí y otro también se quejan de que ya no les alcanza el sueldo, sus ingresos, pensión o herencia, para vivir acorde a lo que consideran son merecedores, y todo porque el pin… Gobierno —de cualquier color— no es capaz de resolverles todos sus problemas, aseguran con voz firme y harto convencimiento.Si los observamos un poco, pronto nos daremos cuenta de que son los mismos que aseguran (después de concienzudos y doctos análisis), que el país se está cayendo a pedazos, que la inseguridad y la corrupción brotan con cualquier pretexto, y que el sacrificio de los héroes de la Patria no sirvió de nada, salvo como pretexto para dejar de trabajar —dejar de producir— unos días del año.Son aquellos que regresan a sus lugares de trabajo a cumplir con un horario, con una rutina, aunque les quede claro que con sólo eso es insuficiente para sacar adelante a un país, que si bien es cierto que éste se encuentra viviendo no una, sino varias crisis a la vez, entre ellas destaca la de falta de valores, de compromiso e identidad social, sustancias todas ellas que desafortunadamente no se pueden adquirir en ningún supermercado o tienda departamental, tampoco en cursos de “superación” o con alguno de los “iluminados” que se sienten, creen o difunden que son los “salvadores de todos los males”.El que aprendió, aprendió diría uno de mis profesores de la educación básica (Escuela federal El Leal) No se trata de exhaustivos estudios, ni mucho menos de largas reprimendas, sino de “sembrar” esos valores desde temprana edad, para que cuando se llegue a la adolescencia y posterior juventud, sean esos valores los que perduren, porque no es cuestión de sentirse de izquierda, de derecha o de centro (mucho menos de combinaciones que se antojan antinaturales), sino de cumplir con las tareas que a cada cual nos corresponden —y un poco, o un mucho más—.Apunte: Actuar por capricho, aun cuando se diga que se “busca hacer cumplir la Ley”, no es gobernar, porque la política y la gobernanza implican negociar por el bien común.