Hace poco más de un año, el 21 de octubre de 2015, escribí que mantener a Salvador Caro al frente de la policía le podría salir muy caro a Enrique Alfaro. No porque el político en cuestión fuera o no apto para la policía sino porque el tema de los exámenes terminaría marcando la administración y todo con cargo para el alcalde.En medio del jaloneo por la creación de la Agencia se Seguridad Metropolitana, renace la polémica no de si el comisario de Guadalajara es la persona idónea en el cargo sino simple y sencillamente si pasó o no los exámenes de Control de confianza que exige la ley. Me declaro un profundo ignorante de este tipo de exámenes: entre más me los explican menos los entiendo. Lo que tengo son solo dudas; dudas que debe responder el municipio de Guadalajara.A ver si nos entendemos. El primer examen el Comisario lo aprobó con reservas, eso significa que debía volverlo a presentar un año después ante la misma instancia. Eso fue lo que hizo: regresó al Cisen, que es quien evalúa a los elementos operativos, a presentar su examen y no aprobó. Después de ese resultado se buscó a otra instancia, ahora la PGR, que es quien evalúa a los elementos ministeriales, para que le practicara un nuevo examen y ese sí lo aprobó. ¿Cuál de los tres exámenes es el bueno: el que dice que el comisario es apto, el que dice que no o el que dice que quién sabe? ¿Qué tan confiable puede ser un examen que tiene resultados tan diversos? ¿Hay, como en toda escuela secundaria que se precie, examinadores duros y examinadores barcos? ¿Cada quien puede escoger quién lo evalúe y el resultado que le convenga? ¿Qué confianza podemos tener los ciudadanos de dichos resultados? ¿Cómo podemos saber en manos de quién estamos?De unos meses para acá el gobernador y el alcalde tapatío han escogido, errónea e irresponsablemente, a la seguridad pública como arena de batalla política. Algunos de los principales operadores del gobernador se han dedicado a generar la imagen de que Alfaro no puede con el tema de seguridad, y los alfaristas han respondido con todo, desde acusaciones de ineficiencia de la fiscalía hasta filtraciones en la prensa. Lo único que han logrado es transmitirnos a los ciudadanos una extraña pero sólida sensación de descontrol y desconfianza, donde los exámenes del Comisario de Guadalajara son solo una pieza más de un rompecabezas en el que nuestros gobernantes, lejos de avocarse a resolverlo, se han concentrado en esconderse las piezas los unos a los otros.Nota al margen. Algunos magistrados me hicieron saber que su ausencia a la reunión de pleno del lunes no fue para ganar tiempo o generar alguna situación ventajosa, sino simple y llanamente porque la convocatoria estuvo mal hecha. Valga la aclaración en honor a la verdad.