Jueves, 02 de Enero 2025

LO ÚLTIMO DE Ideas

Ideas |

Desayunos gubernamentales.

Por: Carlos María Enrigue

Desayunos gubernamentales.

Desayunos gubernamentales.

Dice el proverbio “Desayuna como rey, come como príncipe y cena como mendigo”, con lo cual supuestamente uno alcanzará una vida sana y longeva. Esto evidentemente con todos sus asegunes porque yo conozco al mendigo (que no méndigo) gordo que transita por el rumbo de la Colonia Americana con una tonelada de cobijas sobre su cabeza, vagabundo que se llama Poncho, el cual supongo por las noches debe empacarle con singular alegría pues no se llega a ese pesaje así como así.

Sin embargo, dejando a reyes, príncipes y mendigos aparte, lo cierto es que no todo el mundo desayuna de la misma manera y los rituales tapatíos del desayuno son de un altísimo nivel de interés; tanto así que en estas fechas nadie en el mundo da seguimiento al caso de Snowden con tal de estar pendientes de cómo van las pellizcadas de mantequilla que reborbotean en los comales de Las Hermanas Corajes.

Y así uno se puede topar escenas desayunescas legendarias, como cuando hace unos años prohibieron en el Congreso del Estado que se metiera gente con comida para no mancillar el sacrosanto recinto legislativo. Sin embargo, si ustedes se acuerdan, no pasaron muchos días antes de que el personal que ahí despacha tuviera a bien encargar unas catorce bolsas llenas de lonches de Amparito los cuales subían al segundo piso mediante un novedoso y tecnológicamente avanzado mecanismo, el cual consistía en un cable pelón (con lo que probablemente se dejaba sin luz a medio edificio). Así, nuestros padres conscriptos podían atender sus extenuantes tareas con claridad mental y una barriga satisfecha.

Sin embargo, como no burócrata, uno debe decir que no todos los desayunos de las oficinas de gobierno resultan tan agradables para todo el mundo. En particular existen muchas críticas por parte de las personas que integran el foro jurídico en cuanto a que, cuando uno llega al juzgado vigésimo tercero de lo aduanal (nótese cómo no me quise malenquistar con ningún funcionario judicial, guiño a todos mis cuates de la judicatura), lo recibe a uno un tufo que se puede cortar con tijeras de jardinero y que anuncia pomposamente que ahí se están quebrando unos tacos de barbacoa con harta cebolla.

Igualmente reticentes resultarán cierto número de empleadas del gobierno que se resisten a participar del cochinero gastronómico que implantó el marrano de Gutiérrez el de archivo que a diario anda armando planes para que “el equipo” salga a desayunar. Así veremos a un sub grupo de burócratas integrado por las más rechonchas de la oficina que jamás comen ni tacos, ni lonches, ni burras ni nada que supere un vaso del tamaño de un tinaco hotelero lleno de fruta, azúcar, yogurt, miel, chocolate y granola que cualquier nutriólogo clasificaría como un cocktail para provocar la diabetes más galopante que el mundo haya conocido. Evidentemente esta pequeñez no es obstáculo para que el grupo de las de la fruta desprecie al resto que está entrándole liso a unas tostadas de pata.

Pese a todas estas desgracias no queda más que alegrarse que aquí se tiene la ventaja de que uno puede desayunar como rey. Malo cuando uno se encuentra en la ciudad Luz y se topa con que el sangrón del mesero no le quiso preguntar al chef de Maxims si es que acaso no podía discutirse unos chilaquilitos pa los crudos quesque porque ese restaurante es muy acá.

 

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones