Puesto que no es de gratis que el deporte del Futbol lleve Asociación por apellido, nada tendría de escandaloso, bien vistas las cosas, que un equipo propiamente dicho se imponga a una Selección Nacional que apenas está en proceso de integración... Es más: no habría motivo para dramatizar por el hecho de que la Selección Mexicana que vela armas para participar en la Copa Oro perdiera por 3-2 un encuentro de preparación ante uno de los equipos nacionales de Primera División. Total, el marcador parece cerrado, y sugiere, en teoría, que el encuentro resultó peleado porque las fuerzas estuvieron equilibradas. Sin embargo... * La puerca tuerce el rabo --como dice el refrán-- cuando se conocen los detalles: que la Selección tuvo un arranque promisorio; que cuando mejor estaba, el adversario le anotó el primer gol; que la Selección se descompuso, y el rival la puso en la lona por 3-0; que sólo en los minutos finales, cuando el sinodal bajó la guardia, el “Tri” hizo los dos golecitos que hicieron decoroso un resultado que hasta entonces estaba siendo escandaloso. Y otra cosa que cala: el sinodal en cuestión --dicho sea con todo respeto-- no fue uno de los equipos mexicanos de prosapia. Fue el Querétaro; es decir, el cuadro que descendió al circuito inferior en la campaña anterior, pero que por esas artimañas que en México pueden hacerse al efecto de burlar la justicia deportiva, se compró otra franquicia, la trajo a la sede del equipo que teóricamente tendría que jugar en la Liga de Ascenso, le puso la razón social que tenía el changarro... y asunto arreglado. * Teóricamente, pues, se trataba de un “pichón”; de un rival a modo para que la Selección se desenvolviera con solvencia, ganara con amplitud y adquiriera la confianza necesaria para llegar con buen ánimo a la competencia en que tendría la oportunidad de reivindicar el buen nombre del futbol mexicano, tan venido a menos a raíz de los descalabros hilvanados por la Selección grande en la Copa Confederaciones, y por la Sub-20 en el Mundial de su categoría. Por supuesto, hubo espacio para una mínima dosis de optimismo en el “Chepo” de la Torre... La cabeza visible del proceso --pero, también, pararrayos de las iras de los aficionados--, dirá que si los hechos se aferran a desmentir sus palabras... “¡peor para los hechos!”.
