Miércoles, 15 de Enero 2025

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- “Feliz y próspero”

Por: Jaime García Elías

- “Feliz y próspero”

- “Feliz y próspero”

Con los años sucede como con los seres humanos: se les recibe con júbilo; se les despide con lágrimas…

-II-

La rutina, en estas fechas, obliga a suscribirse al lugar común: “Feliz y próspero Año Nuevo”, reza la fórmula. Que refleje los buenos deseos es una cosa; que se considere factible…, otra muy diferente. La felicidad (“estado de ánimo que se complace en la posesión de un bien”, según el Tumba-burros), ya se sabe, es muy relativa; la prosperidad (mejoría; curso favorable de las cosas; buena suerte en lo que se emprende o sucede), por lo consiguiente.

Dentro de las vicisitudes crónicas de nuestro “pequeño mundo”, por ejemplo, está por verse si en el incipiente 2014 se consuman las denuncias contra quienes encabezaron la anterior administración gubernamental, y, a cambio de la inenarrable dicha que regalaron a los tapatíos al propiciar que Guadalajara fuera sede, hará tres años, de “los mejores Juegos Panamericanos de la historia” (igual que todas las ediciones precedentes), dejaron en las arcas públicas un faltante —“cualquier baba de perico”, se diría— de más de siete mil millones (leyó usted bien: ¡siete mil millones!) de pesos; si en el “caso Elisa Ayón” se confirman o se diluyen las presunciones de corrupción a gran escala en el área de panteones del Ayuntamiento de Guadalajara; si se aplican —ahora sí— los reglamentos municipales en materia de comercio ambulante en el primer cuadro de la ciudad, y si la autoridad es capaz de ofrecer una opción de empleo digno a quienes se refugian en ese noble —aunque desprestigiado— oficio, antes que caer en cualquier forma de delincuencia.

Habrá que ver si la misma autoridad, tan indolente, tan pachorruda para tantas cosas, hace algo para permitir que Guadalajara recupere un mínimo siquiera del decoro de cuando se preciaba de ser —a falta de otras galas— “ciudad limpia”; si se hace algo a favor del reordenamiento del transporte público, o se sigue esperando a que la puesta en funcionamiento de la Línea 3 del Tren Eléctrico Urbano (que supuestamente empezará a construirse en los meses próximos) haga, por sí misma, el milagro de aliviar un tanto las pesadillas cotidianas de quienes tienen que transportarse —disculpas anticipadas por la blasfemia— “por esas calles (dizque) de Dios”.

-III-

Por supuesto, siempre quedará el consuelo de que “ni hay mal que dure cien años… ni año que dure más de 365 (o 366, a lo sumo) días”.
 

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